CadavEn Ucrania, el conflicto armado entre la administración de la capital, Kiev, y las fuerzas rebeldes pro-rusas sigue causando episodios trágicos. Esta mañana, un bombardeo que tuvo lugar sobre Mariupol, un puerto estratégico al este del país, dejó un saldo de al menos 30 muertos.
En el lugar se enfrentaron elementos de la autoproclamada República de Donetsk, que, a pesar de la resistencia del gobierno oficial de Ucrania, se declaró independiente el año pasado, poco después de que Rusia tomara la península de Crimea. Desde entonces, el gobierno de Putin apoya a los movimientos rebeldes e independentista del este de Ucrania, cuya mayoría étnica es rusa. El objetivo es contar con un camino terrestre entre Crimea y el resto de Rusia, lo que le permitiría movilizar tropas y mandar gas y petróleo de manera más barata a sus clientes del occidente de Europa.
Tanto la República de Donetsk como Kiev se culpan mutuamente del bombardeo. Los unos afirman que fue un ataque del gobierno oficial, que recibe el apoyo de occidente. Lo otros afirman que se trató de un golpe simulado por parte de los rebeldes.
El mandatario Ucraniano, Petro Poroshenko, afirmó en un comunicado que su país luchará “hasta la victoria total” contra los separatistas prorrusos.
Rusia enfrenta duros castigos económicos por dar su apoyo al separatismo ucraniano. El precio del rublo ha caído estrepitosamente y Europa ha disminuido su consumo de petróleo ruso.
El primer ministro Ucraniano, Arseni Yatseniuk, exigió que se convocara a una reunión extraordinaria y urgente del consejo de seguridad de la ONU y llamó a “detener al agresor ruso que amenaza Ucrania, Europa y la seguridad mundial”.
Este episodio representa el más grave para la ciudadanía del este de Ucrania, que hasta el momento se había mantenido al margen del conflicto. Tres casas destrozadas, tres edificios de nueve pisos afectados por la onda expansiva e incendios que después de horas siguen siendo apagados se unen a las bajas humanas en Mariupol.