Por Raúl Bravo Aduna

A lo largo de las últimas semanas, Rusia ha estado aglomerando tropas en su frontera con Ucrania y en la región de Crimea—anexada en 2014. Se han movilizado al menos 16 batallones de tanques, vehículos de combate armados, artillería móvil, así como embarcaciones para asalto costal; en términos de soldados, se habla de alrededor de 80,000 tropas desplegadas en un arco de más o menos 1000 kilómetros entre Chornomorsk y Voronezh, puntos estratégicos en la región alrededor del río Dniéper y el Mar Negro. Los movimientos desde el Kremlin han intensificado tensiones diplomáticas tanto en Europa como el resto de “Occidente”, a partir de una posible escalada de un conflicto militar que lleva siete años sin resolverse plenamente.  rusia ucrania donbás

Imagen: Google Maps

El despliegue de elementos militares ha brincado a titulares en medios de comunicación de todo el mundo por el miedo a una posible guerra abiertamente declarada entre Rusia y Ucrania; igualmente, por las posibles consecuencias de la misma a nivel mundial. Las acciones y respuestas públicas tanto de Putin como de Volodímir Zelenski (presidente ucraniano) dan poca esperanza a una resolución pacífica entre ambos países. Esto en medio de una guerra que no ha cesado y que suma más de 14,000 muertes en menos de una década.

Frente a la cada vez más obvia presencia de militares rusos en la frontera ucraniana, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, simplemente dijo que Rusia tenía pleno derecho a mover su ejército a discreción en su territorio; particularmente, “en una región peligrosa y explosiva” donde buscan tomar medidas de precaución. Pero no todo en este conflicto es tan sencillo o tan dramático como podría interpretarse a primera vista.

La guerra que Europa olvidó

Esta crisis comenzó en 2014. En aquel momento, dos regiones rusoparlantes del este de Ucrania, Lugansk y Donetsk (conocidas conjuntamente como Donbás), se separaron, con apoyo ruso, para obtener una independencia de facto. Paralelamente, en medio de una división política considerable entre la población ucraniana (con una mitad volteando hacia el eje europeo y otra con miras a Rusia) fue que diversas revueltas, apoyadas desde Moscú, terminaron con una secesión del territorio de Crimea que acabó siendo anexado a Rusia en un referéndum que Naciones Unidas ha estimado como ilegal e ilegítimo desde entonces. A pesar de que el conflicto entre ambos países no ha estado presente en titulares internacionales en los últimos años, la realidad es que este pleito nunca paró (más allá de ciertos armisticios); por ello, se suele referir a él como “La guerra olvidada por Europa”.

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Imagen: The Economist

Por ejemplo, Zelenski ha reiterado estas semanas que en lo que va de 2021 han sido asesinados alrededor de 20 soldados ucranianos a manos de elementos rusos. Desde 2015, el Kremlin ha insistido en que se implemente un tratado de paz, gestionado por Francia y Alemania en su momento, para que haya elecciones locales en el Donbás y que se retiren ejércitos internacionales de la frontera ucraniana; asimismo, que Rusia ceda control de la frontera a Ucrania. No es asunto menor que la plataforma electoral de Zelenski como candidato giraba alrededor de buscar una solución pacífica con Putin en este conflicto.

¿Y por qué resurgen las tensiones ahora?

No hay un consenso aún entre especialistas sobre por qué Rusia decidió echarle leña al fuego ahorita. Sin embargo, son varias razones las que se barajan en estos momentos; muy probablemente, una combinación de ellas sea lo que ha alentado a Putin a desplegar sus tropas en la frontera con Ucrania.

En primer lugar, podría haber una intención por recuperar suministros de agua para la región de Crimea. En 2014, el gobierno ucraniano decidió represar el río Dniéper, automáticamente cortando el suministro de agua de la península crimea en 90%. Esta acción le ha costado a Rusia más de 23,000 millones de dólares a lo largo de los últimos siete años. El despliegue militar de estas semanas podría ser una forma de presionar a Ucrania para solventar la crisis de agua en la región. En segundo lugar, Ucrania ha intensificado sus negociaciones y discusiones para ser país miembro de la OTAN; un organismo al que Rusia históricamente ha visto con malos ojos por considerarlo “sirviente” de los intereses estadounidenses. Aunque no es algo probable en el corto plazo, en el Kremlin se interpreta como un acercamiento más al eje “occidental” por parte de Kiev.

En tercer lugar, hay quien considera que es un paso más desde Moscú para acelerar los conflictos separatistas del Donbás. El gobierno ruso ha estado entregando pasaportes a ciudadanos ucranianos desde 2014. Se estima que, a la fecha, más de 640,000 personas de la región cuentan ya con pasaportes que los acreditan como ciudadanos de Rusia. En cuarto, se teoriza que esto puede ser una simple y llana búsqueda del Kremlin por controlar estratégicamente las costas del Mar Negro.

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Imagen: UkrainianWeek.com

No se descarta una razón más bien simbólica, que se puede leer desde dos ángulos distintos. Por un lado, no se puede hacer a un lado el hecho de que esta intervención se da en un momento específico en el que la popularidad de Putin en Rusia comienza a disminuir, mientras la del movimiento de oposición liderado por Alexei Navalni muestra cierta tracción. Por otro lado, con la llegada al poder de Joe Biden en Estados Unidos, hay quien ve en este despliegue de tropas una prueba al brío del mandatario gringo frente a las decisiones que se toman desde Moscú. Con una buena muestra de intensificación de hostilidades, puede ser que en estos sentidos Putin busca demostrar a sus ciudadanos y al mundo su dominancia y poderío. 

¿Y qué sigue?

De frente al despliegue de tropas, Estados Unidos y el G-7 solicitaron a Putin cesar y desistir: “Estos movimientos de gran escala de tropas, sin una notificación previa, representan actividades amenazantes y desestabilizadoras. Llamamos a Rusia a que cese sus provocaciones y que inmediatamente desescale tensiones en concordancia con sus obligaciones internacionales”. A la solicitud “amable” le siguieron acciones concretas por parte del gobierno de Biden: prohibición a instituciones financieras estadounidenses de comprar bonos del Ministerio de Finanzas ruso o de su Banco Central, sanciones a intervenciones de la economía rusa en Estados Unidos y la expulsión de diez diplomáticos rusos. Moscú, en respuesta, expulsó a diez diplomáticos estadounidenses de Rusia. Sin embargo, Biden habló directamente con Putin y planteó una reunión en los próximos meses en un tercer país para buscar soluciones diplomáticas de estabilidad en la frontera con Ucrania.

A pesar de que Zelenski y su gobierno han actuado y hablado públicamente como si la OTAN y Estados Unidos estarían dispuestos a entrarle al quite de su lado,  o haciendo creer que Ucrania tiene la capacidad militar para enfrentarse a Rusia abiertamente, la realidad es que sus suministros y capacidad del ejército son limitados. Además, la OTAN no tiene “concepto estratégico” alguno para defender a Ucrania de llegar a detonarse una franca guerra en la región. Y aunque Estados Unidos planeaba enviar dos destructores navales al Mar Negro como apoyo, se decidió detener la reubicación de los elementos en Turquía.

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Foto: @KremlinRussia_E

Es probable que todo quede en retórica, aunque un enfrentamiento abierto no puede ser descartado completamente por el momento. Por lo pronto, hay que estar atentos al discurso de estado de la nación que dará Putin el próximo miércoles 21 de abril para ver en qué términos decide enmarcar los movimientos de su ejército en la frontera con Ucrania. Y, por supuesto, cómo se da la reunión con Biden en los próximos meses. La moneda está en el aire… todavía. 

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Soy Raúl, pero la gente me conoce como Ruso. Estudié letras inglesas en la UNAM y tengo una maestría en periodismo y asuntos públicos por el CIDE. Colaboro en Sopitas.com desde hace más de seis años....

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