Ahora sí, ya llegó la hora importante. Entre el 25 y el 28 de octubre, ciudadanos de 538 municipios elegirán en una consulta qué va a pasar con los distintos proyectos de aeropuertos en México.

Ya conociendo cómo va a estar el show organizado por el presidente electo y su equipo, solamente hay de dos sopas. La primera es seguir construyendo el aeropuerto de Texcoco como se tenía planeado. La segunda es construir dos pistas más en la base aérea de Santa Lucía y acondicionar el actual aeropuerto de la CDMX y el de Toluca.

Votar sin conocer a profundidad las opciones ya pasó de moda y andarse peleando en redes sociales con puras fotografías falsas o datos incorrectos, la verdad es que no aporta nada a la conversación.

Entonces, para disipar las dudas y para prepararnos a poner el tache en esta consulta sui géneris, acá te contamos todo lo que necesitas saber sobre el proyecto del aeropuerto en Texcoco.

Los puntos a favor

La cercanía, el espacio aéreo y el tamaño del terreno

La torre de control del aeropuerto en Texcoco está a poco más de una hora —en auto y con tráfico razonable— del Zócalo de la CDMX. La verdad es que sí está más cerca que la Base Aérea de Santa Lucía.

En su análisis de los posibles proyectos en México, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) dice textual que la construcción del NAIM en Texcoco “resulta idónea para la operación aeronáutica”.

Según la propia OACI, que es una agencia de la ONU dedicada a estudiar problemas de aviación, el aeropuerto de Texcoco es “la única solución que daría respuesta” a los problemas de saturación que afectan al aeropuerto actual en el corto, mediano y largo plazo. También, para no enredarnos mucho, dicen que este proyecto tiene buenas condiciones meteorológicas y operativas.

Por otro lado, en el estudio técnico de la MITRE Corporation —una organización que se dedica a proveer de ayuda técnica en ingeniería a los gobiernos— decían que el aeropuerto en Texcoco era su “recomendación definitiva”.

De acuerdo al MITRE, en Texcoco el tamaño del terreno es ideal, su localización ayuda a evitar la contaminación auditiva y está “razonablemente” cerca. Además, la orientación de las pistas evitaría cruzamientos y podrían ser utilizadas al mismo tiempo, algo que no sucede en el aeropuerto actual. Según los estudios, este terrenote, ayudaría a que sea fácil hacer operaciones independientes en cada pista y tener tres caminos de llegada y tres de salida.

El terreno que ocuparía el Nuevo Aeropuerto en Texcoco es de más o menos 5 mil hectáreas y hace que las expansiones necesarias sean más eficientes.

Sería un centro de conexiones internacionales tamaño industrial

Una de las gracias de hacer este tremendo aeropuerto era que el NAIM de Texcoco se pudiera convertir en Hub internacional.

Aunque no hay una definición oficial del término “Hub”, básicamente significa que es un aeropuerto grandote con muchos —muchos— vuelos directos y decenas de diferentes destinos que atraviesen fronteras.

Un centro de conexión internacional, en la teoría, tiene menos retrasos por su capacidad de manejar simultáneamente diversos despegues, aterrizajes y movilizar miles de pasajeros.

El aeropuerto actual maneja como a 45 millones de pasajeros. Si todo marcha de acuerdo al plan, el de Texcoco manejaría 70 millones de pasajeros y podría crecer 9% anual hasta alcanzar una máxima capacidad de 125 millones de pasajeros.

Dicen que va a generar muchos empleos

Según el Director General del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México —o sea, los que lo están construyendo— nada más en la construcción se generan 160 mil empleos.

Ahorita todo suena a promesas, pero dicen que cuando el NAIM funcione al cien, se estarán generando 450 mil empleos en la hora buena. Y, de acuerdo a El Economista, las proyecciones dicen que por cada millón de pasajeros adicionales, se generarán como 4 mil empleos más.

Cancelarlo podría ser muy costoso (en la cartera y en la reputación)

El propio López Obrador presentó en agosto un dictamen técnico que decía que cancelar el aeropuerto de Texcoco tendría un costo de 100 mil millones de pesos. Y ese nomás es el principio. De acuerdo a la Secretaria de Comunicaciones y Transportes, a ese número falta sumarle “miles de millones de pesos” para demoler lo construido y resarcir la zona a la que ya se le metió mano.

Si termina cancelado, también habría que desembolsar una buena cantidad porque hay que pagar más de 300 indemnizaciones para las empresas que ya se contrataron.

Hablando en costos a la reputación. Jiménez Espriú, el futuro de la SCT en la administración de AMLO, reconocía que la cancelación de Texcoco “tendría posiblemente un impacto negativo en los mercados financieros” y que también golpearía al presupuesto del 2019.

La economista Gabriela Siller decía en una entrevista para Dinero en Imagen que los mercados podrían perder la confianza en nuestro país.

Entre el caos por no saber qué sucederá, la economista afirmaba que la Bolsa Mexicana de Valores había sentido el tamalazo de la incertidumbre. Además, recordaba que ante la cancelación habría que hacer frente —o sea, apechugar— ante los más de 3 mil millones de dólares que ya se emitieron en bonos. “Las calificadoras nos mirarían más de cerca”, aseguraba.

Pues ya está avanzado, ni modo de dejarlo

Este es el más simple de los argumentos. Se resume en que si ya empezamos el chiste, pues para qué cortarle.

Si le preguntas al equipo de López Obrador, el aeropuerto lleva un 20% de la construcción. Si le preguntas al Grupo Aeroportuario que lo está haciendo, van en un 30%. Si hacemos un ‘ni tú, ni yo’ el aeropuerto lleva una cuarta parte completada.

El proyecto está rondando los 14 mil millones de dólares. Entonces, al hablar de porcentajes de ese tamaño sí estamos tomando en cuenta bastantes ceros que ya se invirtieron.

Aprovechando que estamos hablando de números, según los documentos presentados por el equipo de AMLO, de esos miles de millones de dólares, ya está listo casi el 70% del presupuesto.

Los puntos en contra

El golpe al medio ambiente

Uno de los puntos más importantes en contra es el impacto ecológico en la zona de la construcción del Nuevo Aeropuerto en Texcoco y en los alrededores.

 

El ejemplo más escuchado es la alteración casi total del Lago Nabor Carrillo. De acuerdo a algunos especialistas, el lago artificial desaparecería casi en su totalidad para permitir la construcción y los daños serían irreparables.

Ese “ecocidio”, impactaría negativamente en el abasto de agua potable, en el aumento de gases invernadero y estaría violando convenios internacionales de conservación de aves migratorias.

A eso, súmenle que al cambiar las zonas ecológicas por una construcción gigantesca se crearía un efecto llamado Isla de Calor que afectaría las temperaturas de la región.

Aunque el proyecto del NAIM incluye la ampliación y construcción de nueve cuerpos de agua para mitigar el golpe, también hay otros problemas que nada tienen que ver con el líquido vital.

Hacer el aeropuerto requiere casi 37 millones de toneladas de rocas. El material sale de las minas de basalto y tezontle en la zona y eso implica el desgaje de decenas de montañas en los alrededores, que además de crear riesgosos socavones, las organizaciones de la zona acusan que se han rellenado con materiales tóxicos.

Han aumentado los costos y todo se ha retrasado

Imagínate que te dicen que vas a pagar 169 pesos por algo y mientras esperas a que llegue tu pedido, te informan que el precio aumentó un 68% y ahora “la cuenta” es de 285 pesos.

Eso fue exactamente lo que pasó en el aeropuerto de Texcoco solamente que agregándole nueve ceros.

El precio original del aeropuerto era de 169 mil millones de pesos y actualmente está en 285 mil millones. Según Gerardo Ruiz Esparza, el secretario de Comunicaciones y Transportes, este cambio se debe a que aumentaron los precios de los materiales y el precio de dólar se fue para arriba de 2014 a la fecha.

Luego, están los retrasos. Originalmente estaba previsto que todo funcionara a la perfección para octubre de 2020, pero —¡Viva México!— vamos un “poquito” tarde.

De acuerdo a un estudio de la consultora Parsons y Bloomberg —si bien nos va— el aeropuerto estaría listo para finales de 2022. Según Riobóo y Jiménez Espriú, el retraso en el aeropuerto es todavía mayor, pues aseguran que se terminaría en 2024, aunque no citaron fuentes cuando hicieron esta declaración.

Las acusaciones de corrupción

¿Por dónde empezar? Una auditoría de la ASF publicada en febrero corroboraba que había mil millones de pesos que no se habían declarado. Ya saben, el sello de esta administración.

Tal vez no lo recuerden, pero la barda perimetral de la obra también fue todo un drama. En marzo se documentó que Sedena —los encargados del changarro— encarecieron un 89% el precio de la barda e involucraron a empresas fantasma. Ese bardeado se atrasó 500 días y toda la construcción arrancó sin proyecto ejecutivo. Traducción: al chilazo.

El concurso para hacer el techo de la terminal salió embarrado en irregularidades y la empresa que construyó el Paso Exprés ganó una licitación en la Torre de Control.

De acuerdo a una investigación del IMCO, de 320 procesos de contratación, 157 fueron por adjudicación directa y otros 59 por invitación restringida.

Es más, hay reportes que acusan que los camiones que transportaban el material hasta la construcción usaban gasolina huachicoleada.

Los personajes y empresas involucradas

Ahora sí que “la burra no era arisca…” pero cuando una de las voces que más sale a defender el proyecto es Gerardo Ruiz Esparza hay que andarse con cuidado. El secretario de Comunicaciones y Transportes ha sido famoso por casos como el socavón, su relación con empresas como OHL o la cancelación del Tren México-Querétaro.

O sea, su récord no es digno de salir con aplausos de la administración pública.

¿Y las empresas? Aunque no es malo per se, se descubrió que los contratos están “un leve”  concentrados. Las compañías de Carlos Slim, Bernardo Quintana, Hank Ron, Hipólito Gerard y Olegario Vázquez Raña tienen el 51% de los contratos.

Como contábamos arriba, la empresa que construyó el Paso Exprés de Cuernavaca se ganó una licitación. Además, aunque Grupo Higa no participa directamente en las chambas del aeropuerto de Texcoco, el primo del dueño —Juan Armando Hinojosa— sí se ganó un buen contratito.

¿Y ahora?

Ya con esta información a la mano, EN ESTE LINK te contamos todo lo que necesitas para ir a votar en esta consulta. Desde dónde están las “casillas” hasta lo que está costando el asunto.

Si sigues con las dudas y quieres enterarte de todos los argumentos a favor y en contra del proyecto de Santa Lucía, le puedes dar click por ACÁ.

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

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