¿A qué venía? Ah, sí. A contarles sobre uno de los efectos más extraños en la vida humana que, además, seguramente todos hemos experimentado. Saben perfecto de qué estamos hablando: de esas veces que abres el refri, metes la mano y, de la nada, te das cuenta que no tenías idea qué era lo que querías agarrar.
O aquellas ocasiones en las que entras a un cuarto y… adiós. Todo se te olvidó, dejando tu cerebro en pausa.
Resulta que ese efecto —según la ciencia— tiene un nombre. Se le conoce como “El efecto Puerta” y los investigadores psicológicos dicen que explica la manera en la que recordamos, olvidamos y sobre todo, le damos prioridades a nuestra vida.
El efecto Puerta
La explicación del efecto Puerta en la ciencia se origina de un estudio de la Universidad de Notre Dame, que se publicó en el Diario de Psicología Experimental.
En ese estudio —que tiene cerca de una década— se dieron cuenta que nuestra memoria literalmente se resetea cada que cruzamos un umbral. Ya sea atravesando una puerta, entrando a un nuevo cuarto, saliendo de la casa o por supuesto, abriendo el refrigerador.
Los científicos, además, descubrieron que nuestro cerebro crea barreras o compartimientos con el ambiente.
Así que cualquier decisión que tomamos en la cama —”déjame me robo un pedazo de queso”, decía mi mente—, se puede perder en lo que nos levantamos del colchón, atravesamos la puerta del cuarto, caminamos a la cocina, abrimos el refrigerador y sorpresa: “¿a qué cuernos venía?”.
“Recordar las decisiones en otros cuartos es difícil porque las compartimentamos en nuestro cerebro”, explicaban los especialistas en Psicología de la Universidad de Notre Dame. Aunque claro, nuevos experimentos también han abierto la luz a nuestras prioridades.
Tu mente tiene una misión, pero se le olvida
El psicólogo Tom Stafford investigó sobre el efecto Puerta y descubrió que no solo hace que se nos olviden las cosas. También nos abre una ventana para conocer la manera en la que acomodamos nuestras prioridades, nuestras misiones al momento o simplemente, nuestras ocurrencias.
Es súper interesante y lo pone con un ejemplo que seguro recordarán para siempre:
Un día, una señora entrevista a tres constructores. “¿Qué están haciendo?”, les pregunta. El primero le responde emocionado: “estoy poniendo un ladrillo sobre otro, perfectamente alineados”. El segundo, más tranquilo, le responde que está construyendo una pared. El tercero, viendo unos planos, le dice: “construyo una catedral”.
—Ejemplo del psicólogo Tom Stafford.
Nuestro cerebro funciona perfectamente como los tres constructores balanceándose y a veces, simplemente se nos cruzan los cables.
En condiciones normales, por ejemplo, puedes ir manejando y no piensas en dónde estás poniendo el volante. En lugar de eso puedes ponerle atención a tu destino o ir platicando con los pasajeros. Sin embargo, si llegas a una dirección desconocida… ¡hasta tienes que apagar el radio para fijarte en los números!
Así es que, volviendo al efecto Puerta, la explicación más sensata es que a veces se nos olvidan las cosas cuando confundimos las misiones, los objetivos y las tareas específicas para conseguir lo que queríamos.
Stafford vuelve al ejemplo del refrigerador en una explicación increíble que hizo para la BBC.
La tarea específica (“comerte algo del refrigerador”) se pierde entre los objetivos (“ir a la cocina”) y se enreda, además, con la misión original (“tengo hambre”).
El psicólogo explica que en la mayoría de ocasiones sí logramos poner los ladrillos en orden para construir la catedral. Sin embargo, algunas otras veces, se nos traba el sistema operativo y quedamos como babosos viendo cómo se prende la luz del refri sin saber ni qué hacemos ahí parados.