Hace 69 un día como hoy, en la localidad de Cambridge en el Reino Unido, se materializaba un ser que emprendió el viaje interestelar hacia las profundidades de las puertas de la percepción. Con el tiempo se convertiría en el Demente Sombrerero, el Diamante Loco y en el baluarte indiscutible de la psicodelia: Syd Barrett.

La ausencia de Roger Keith Barrett en el mundo musical no se ha sentido gracias a que los fans y sus ex compañeros de banda siguen manteniendo vivo su legado. Muchos consideran a Barrett como un músico sobrevalorado, pues evidentemente no era tan buen guitarrista como David Gilmour, sus letras no eran tan introspectivas como las de Roger Waters y su trabajo con Pink Floyd fue relativamente escaso como para hacer un buen comparativo o escuchar cómo se desarrollaba el joven músico.

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Si bien las canciones que compuso con la banda no se han enraizado en el alma de los escuchas como las de Dark Side of the Moon o The Wall (Barrett sólo tuvo un disco con Pink Floyd para explayarse), varias de ellas hoy son clásicos del Rock, alabadas por muchos artistas que hacen innumerables covers a canciones como “Astronomy Domine”, “Arnold Layne”, “See Emily Play” e “Interstellar Overdrive”, e igualmente con algunas de su carrera solista como “Opel” o “Terrapin”.

A estos detractores se les olvida con facilidad que este hombre (genio o maestro son calificativos que la experiencia personal dicta), fue el primero en concebir la música de SU banda como un permanente estado alterado de consciencia, tradujo los efectos de la lisergia a un lenguaje musical. Hendrix también lo hizo pero se enfocó sólo en la guitarra, los Beatles también pero sólo Lennon plasmaba el ácido en sus composiciones, los 13th Floor Elevators se definieron psicodélicos antes que nadie pero transitaban más por el Blues y el Garage, al igual que muchas bandas del “Sonido San Francisco” en Estados Unidos. La psicodelia alcanzó la máxima altura con Barrett y Pink Floyd, quedó de manifiesto en las legendarias y escasas presentaciones de la banda en el club UFO de Londres. El espíritu experimental y explorador que caracterizó a Pink Floyd tras su forzada salida, fue impulsado por el propio Barrett y su mente desquiciada.

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Ciertamente Syd Barrett no vendía virtuosismo sino ideas. Fue el artífice del sonido y concepto que enarboló Pink Floyd a lo largo de su trayectoria aún sin él en la banda. De entrada era Barrett el compositor principal, porque entonces ninguno de los otros tres podía escribir una canción en defensa propia. Syd fue quien aportó la idea de tener elementos visuales proyectados en pantalla o sobre el mismo grupo. Su concepto era que no debían ser sólo una banda de Rock y ya, sino artistas completos, crear un arte para todos los sentidos, ser el arte mismo. Barrett era el motor creativo del grupo, no por nada el grupo se quedó como pollos sin cabeza cuando Syd ya no pudo continuar con ellos. Fue él quien encaminó a la banda por el camino del jam o la improvisación larga a la mitad de los temas. De todo ello aprendieron Waters, Wright, Mason y posteriormente Gilmour.

Barrett no era un guitarrista en la manera en que lo es su reemplazo/apoyo, David Gilmour. Su talento no estaba en la técnica sino en la construcción creativa, la estructura, el concepto. Syd exploraba la distorsión, la retroalimentación, los delays, efectos varios, hizo de la guitarra mucho más que un instrumento de seis cuerdas. También inventó el “glissando”, cuando se pasa un objeto metálico repetidamente por las cuerdas de la guitarra, logrando un efecto fantasmal, mismo que la banda siguió utilizando en tracks como “A Saucerful of Secrets” o “Echoes” posteriormente.

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Gente como David Bowie, Daevid Allen (Gong), Brian Eno, Johnny Depp, Paul McCartney, Mark Bolan, Pete Townshend y muchos más son declarados fans del genio de Barrett. Su propio compañero de banda, Roger Waters, le hizo varios tributos ya conocidos por todos en “Shine On You Crazy Diamond” y “Whish You Were Here”.

Syd fue una de las víctimas del LSD; víctima casual y voluntaria. Sus roomates, el recientemente fallecido Storm Thorgenson (líder del despacho de diseñadores Hipgnosis, quienes diseñaron todas las portadas de los álbumes de Pink Floyd) y Nigel Gordon tuvieron la idea de rociar con LSD los cubos de azúcar (utilizados para el tradicional té británico). Así que el ácido lisérgico entró en el menú diario de Syd Barrett, cosa que lo llevó a experimentar más y más con otros psicodélicos (marihuana, hongos) que estaban muy a la mano durante los años 60.

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Barrett quedó “perdido en el espacio” de su propia mente y sus compañeros de banda no tuvieron más remedio que literalmente abandonarlo, hecho que los perseguiría y llenaría de culpa por muchos años, principalmente a Waters quien se vio sumamente afectado por la locura de Syd.

Con la poca cordura que le quedaba, aún alcanzó a grabar dos buenos álbumes solistas: The Madcap Laughs y Barrett, ambos con la pequeña ayuda de sus amigos de Pink Floyd y algunos de otras bandas como Soft Machine y Humble Pie.

No sabremos si el genio de Syd Barrett habría perdurado si el LSD no hubiera aparecido en su vida o si habría estado condenado a sucumbir tras el peso de la fama. En una entrevista para Rolling Stone en 1971 nos dio una pista: “Todo lo que quise hacer desde niño era tocar la guitarra apropiadamente y saltar por todos lados, pero mucha gente se interpuso en mi camino”.

@ivannieblas

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