Por Tania Arroyo Zambrano y Andrea González Márquez

La Ciudad de México implementó una ley para manejar los residuos sólidos en 2020 con la que básicamente se prohibieron los plásticos. Pero, ¿de qué va? ¿Por qué se hizo? ¿Era necesaria? ¿Qué significa para nosotrxs como ciudadanxs? ¿Qué alternativas tenemos?

El plástico, material sintético derivado del petróleo, surgió para reducir costos y facilitar nuestra vida, y lo logró. El problema es que nos dio comodidad sin responsabilidad, el tipo de cosas que nos encantan, pero que tienen graves consecuencias para el ambiente y para nosotrxs mismxs, aunque no nos demos cuenta. Desde la segunda mitad del siglo XX, hemos sido testigos de la expansión masiva en el uso de este material.

A pequeña o gran escala, hoy el plástico se encuentra de modo casi omnipresente en todos los ecosistemas y los seres que los habitan. Esto ha originado un sinnúmero de problemas, y sólo en las últimas décadas han surgido movimientos para visibilizarlos y exigir leyes que pongan límites a su producción. De modo reciente, en la Ciudad de México hemos concretado algunos avances. Sin embargo, si queremos que las leyes se traduzcan verdaderamente en soluciones, todavía hay mucho por hacer.

Una nueva ley para limitar el uso del plástico desechable en la CDMX

¿Era necesaria esta ley? Sí, y mucho. De acuerdo con un artículo de National Geographic, cada año 8 millones de toneladas de plástico llegan al mar a nivel global, y eso es sólo la punta del iceberg. Va, no vivimos en la costa, qué más nos da. Pues ese plástico que se rompe en fragmentos muy pequeños, llamados microplásticos, ya llegó a nosotrxs a través de los alimentos y bebidas. Una investigación descubrió que quienes toman agua embotellada ingieren alrededor de 130 mil partículas de plástico cada año, frente a las cuatro mil de quienes beben agua del grifo.

Otro estudio estima que comemos lo equivalente a una tarjeta de crédito cada semana. El plástico se encuentra en la sal, los pescados, la cerveza, las bolsas de té, la comida enlatada, el agua, las frutas, los vegetales… Se han encontrado incluso microplásticos en la placenta humana. Lo peor es que aún no sabemos cuál es el efecto que esto tiene en nuestra salud. Así que, mientras descubrimos si nos pasará algo o no, lo mejor es reducir el consumo de plástico innecesario.

La Ley de Residuos Sólidos de la CDMX entró en vigor el 1° de enero de 2020. Con ella, se estableció la prohibición, comercialización y distribución de los plásticos de un solo uso, a excepción de los compostables. En una ciudad donde el plástico de empaques y embalajes representa hasta el 35% de la producción diaria de residuos, de acuerdo con datos de la SEDEMA, esta ley es muy importante y, la verdad, no es tan difícil sumarnos como ciudadanxs.

En todo caso, antes de hablar de lo que podemos hacer para consumir y desechar menos plástico, hay que enfatizar que no debemos satanizarlo. El plástico seguirá siendo esencial para muchas cosas, como los insumos médicos. En este sentido, deberíamos usarlo sólo para cosas importantes y no para tenedores de desechables que fácilmente podemos sustituir con los de la cocina.

Tenemos que subrayar y tener en mente que esta ley no es un permiso para sustituir un plástico por otro a fin de seguir usándolos a diestra y siniestra. Esta medida se tomó porque el problema nos rebasó y debíamos realizar una acción que empezara a generar conciencia. De acuerdo con Laura Reyes, de la SEDEMA, aun con la infraestructura ideal y los mejores materiales para sustituir los desechables, si no dejamos de usar tanto plástico, nada será suficiente. La ciudadanía debe optar por materiales que tengan tres características: que sean durables, reutilizables y lavables para que su vida útil sea muy larga y se puedan reincorporar al reciclaje.

Por otro lado, hay que recalcar que esta nueva ley dice que el único plástico desechable de un solo uso que está permitido es el compostable. No biodegradable. Compostable. Y la única forma de saber si un plástico es compostable es a través de una prueba estandarizada en un laboratorio certificado, pero para hacernos la vida más fácil, la SEDEMA tiene una lista de empresas autorizadas para vender productos ya certificados. En lo que nos ofrece el mercado encontraremos muchas mentiras. De acuerdo con la Dra. Alethia Vázquez, experta en manejo y valoración de desechos plásticos, 80% de los productos que encontramos en el mercado da un mensaje erróneo y confuso, generando una confianza sin sustento.

En fin. Pensemos que todo lo que nos dan sí es compostable. ¿Sabes qué se debe hacer con eso? Pareciera obvio, ponerlo en la composta, pero no es tan fácil. Estos plásticos requieren condiciones específicas de temperatura, humedad y oxígeno para que efectivamente se biodegraden, y estas condiciones no existen en una composta casera, por lo que deben mandarse a compostas industriales. En México, este tipo de plantas no están abiertas al público y no hay garantía de que todos los residuos orgánicos sean compostados. Entonces, aun cuando tengamos el material más perfecto y compostable, no hay a dónde llevarlo.

¿Qué podemos hacer como ciudadanía responsable?

La recomendación siempre será usar los plásticos lo menos posible y sólo en casos casi que extremos. El mayor impacto es eliminar desde la raíz la basura de cualquier tipo. Si hay algo imposible de eliminar, debemos optar por materiales reciclables para llevarlos a un centro de acopio. Y, por favor, no nos vayamos con la finta de que ahora que el plástico es color beige y tiene leyendas de compostable” o biodegradable” ya tenemos permiso para derrochar, para no separar los residuos o para no reciclar.

Ahora sí, ¿qué podemos hacer como ciudadanxs informados, conscientes y responsables? Sustituir los plásticos desechables de un solo uso por artículos que no lo sean. Si bien el que exista un tenedor de plástico desechable es responsabilidad del productor y de quien te lo da, también depende de nosotros que se sigan consumiendo o que desaparezcan. Pensemos qué podemos hacer para evitarlos. Llevar nuestros tuppers, pedir que no nos pongan cubiertos desechables y cargar con nuestros termos suena fácil, ¿no crees?

En México, tenemos la gran fortuna de contar con mercados donde podemos comprar casi todo a granel, incluyendo quesos y lácteos; sólo es cuestión de llevar nuestros recipientes. Además, en la Ciudad de  México cada vez salen más y más proyectos y empresas que buscan generar menos basura. Uno de ellos es sommos, una app donde puedes encontrar casi todo el súper con envases retornables y de producción local. Otra opción es ir a bazares a los que acuden los productores y donde puedes devolver o rellenar tus recipientes.

Si te apasiona el tema, puedes unirte al movimiento internacional Break Free from Plastic. Desde 2016, sus integrantes han impulsado campañas para exigir la reducción masiva en plásticos de un solo uso, con miras a la protección del medio ambiente y a escenarios que garanticen la justicia social. Uno de los grandes aciertos de este movimiento ha sido exponer a las multinacionales que controlan el mercado global de la producción de plástico, y visibilizar su impacto a lo largo de toda la cadena de valor, desde la extracción hasta el desecho. Por ejemplo, poco se habla de que se usa una amplia gama de químicos dañinos para la salud a fin de darle al plástico las características deseadas, y de que su producción está saturada del gas barato del fracking.

Para conseguir más información, puedes descargar el Atlas del plástico. ¿Sabías que si se mantienen las tendencias actuales, para 2050 los plásticos habrán causado alrededor de 56 mil millones de toneladas de emisiones de CO2? Romper con nuestra dependencia de este material es uno de muchos factores que podrían ayudarnos a mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5ºC.

Necesitamos una ley a nivel federal

Las leyes y la consciencia colectiva se han movido gracias a nosotrxs, los consumidores. Todo empezó con el video de una tortuga con un popote en la nariz. Nos indignamos mucho, creamos una bolita de nieve, y empezamos campañas contra los popotes. Ahora tenemos casi una avalancha representada por una ley que prohibió todos los plásticos de un sólo uso en la Ciudad de México. No es perfecta, no estamos en el punto que queremos, no se ha acabado el problema, pero abrimos la conversación, y queremos lograr un cambio.

Para prohibir los plásticos de un solo uso a nivel federal, México aún tiene pendiente reformar la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR). Hoy sólo se ha legislado en este sentido a nivel estatal. Greenpeace México cuenta con un mapa de la situación en cada estado y con una petición para la Cámara de Senadores. Con el mismo objetivo, son importantes también la petición y el trabajo de la Alianza México sin Plástico (AMSP), conformada por más de 6 mil personas y 200 organizaciones, incluyendo la participación de 29 estados. Cambiar nuestros hábitos de consumo y exigir cambios en la legislación son acciones que podemos tomar para evitar daños a nuestra propia salud y a la de los ecosistemas que mantienen la vida en el planeta.

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Tania Arroyo Zambrano es maestra en Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable por la Universidad de Glasgow. En la actualidad es cofundadora y líder de sustentabilidad de la app sommos.

Andrea González Márquez es maestra en Estudios Culturales por la Universidad McGill. Se especializa en divulgación científica y cultural.

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