Por Tania Romero

Las ciudades son motor del desarrollo económico, social y cultural. El sitio al que  55%  de personas en el mundo  llamamos hogar es también uno de los principales contribuyentes a la producción de gases de efecto invernadero. El transporte y los edificios son los mayores productores urbanos de CO2, del cual las estimaciones sugieren que las ciudades generan alrededor del 75% de las emisiones globales de dicho gas. 

Bajo este panorama y en un mundo cada vez más urbano, debemos preguntarnos cómo podemos hacer que nuestros consumos sean más eficientes, pues para nadie es noticia que los hábitos de consumo y producción de nuestras ciudades deben cambiar profundamente

El fenómeno del cambio climático impacta en gran medida la vida urbana. Los cambios en la temperatura global provocan eventos como inundaciones, sequías, tormentas entre otras cosas, los cuales han tenido y siguen teniendo consecuencias costosas en cuanto a servicios básicos, infraestructura, vivienda, empleos y salud. Es por ello que hacer que las ciudades formen parte de las soluciones es urgente hoy más que nunca. 

El mundo no enloqueció, lo desquiciamos: Los impactos del cambio climático también se sienten en Jalisco

Desde hace algunos años ya hemos visto iniciativas por parte de los gobiernos estatales, municipales y de la coordinación metropolitana para combatir los efectos del cambio climático y mejorar la calidad de vida de quienes habitamos las ciudades. En el caso de Jalisco, algunos esfuerzos incluyen el creciente número de kilómetros de ciclovía en el Área Metropolitana de Guadalajara, la instalación de botes de basura para reciclaje en espacios públicos en Zapopan, los esfuerzos por mejorar el transporte público con la Línea 3 del Tren Ligero, el proyecto de Peribus y con el éxito de MiBici. Sin embargo, los esfuerzos no pueden seguir siendo aislados ni la responsabilidad debe ser únicamente del sector público, la responsabilidad y la acción debe ser compartida entre sector público, privado y social.

Dejar de usar popotes y bolsas de plástico no es suficiente. Por parte de los gobiernos es necesario que se implementen medidas para concientizar a la ciudadanía, y hacerla corresponsable de la búsqueda de soluciones. Para ello es posible generar talleres y capacitaciones, así como campañas de comunicación sobre la importancia de la implementación y el respeto a las regulaciones para combatir el cambio climático.  

La agenda climática demanda el desarrollo de acciones coordinadas, multiescalar y multisectorial incluyendo no sólo la producción de energías limpias y renovables, sino también el desarrollo de regulaciones e incentivos para limitar las emisiones industriales. El cambio de paradigma que demanda el planeta de manera urgente requiere de corresponsabilidad y  compromiso del sector privado. Muchas ciudades ya están haciendo su parte utilizando energías renovables, desarrollando nuevas formas de producción más limpias e imponiendo restricciones a la emisión de contaminantes para las industrias y el transporte. La reducción de las emisiones también tiene impactos en la calidad del aire que respiran las y los habitantes de las ciudades, mejorando su salud y su calidad de vida. 

Sin embargo, para que estas iniciativas funcionen es preciso desarrollar mecanismos para la evaluación de las acciones. A su vez, para que la evaluación sea eficaz se debe contar con regulaciones que cumplan con los criterios y elementos mínimos de calidad y eficiencia. Éstos incluyen la claridad en los objetivos, simplicidad en el lenguaje, que respondan al contexto, sean aplicables y sobre todo que tengan objetivos medibles. Sólo con un enfoque de medición y monitoreo en todos los procesos de la política pública será posible identificar cuáles acciones han sido eficientes y cuáles pueden ser mejoradas. 

Las metas críticas de las ciudades deben incluir la forma de generar valor mientras que mantienen un desarrollo sostenible, por lo que la generación de indicadores y metas a evaluar para determinar si una ciudad es eficiente deben estar aparejadas con su posibilidad de mejorar la manera en la que genera y aprovecha la energía, la forma en la que su desarrollo impacta al medio ambiente y sus posibilidades de innovar y aplicar nuevas tecnologías para la sostenibilidad. 

A pesar de lo anterior, en la mayoría de las ciudades mexicanas carecemos de capacidad para la utilización de herramientas y la generación de datos y evidencia para mejorar la manera en la que se gobiernan y se desarrollan. Para esto existen ya numerosas iniciativas para robustecer el soporte técnico a las ciudades, ofrecer acceso a profesionales, compartir información entre ciudades y abrir plataformas que permitan a las autoridades locales a mejorar la utilización de los datos, la generación de evidencia y la integración de la participación ciudadana para mejorar los servicios, evaluar el progreso e identificar qué funciona y qué no en el actuar público. La información existe, las plataformas y los medios también, es tiempo de que las personas que habitamos las ciudades pidamos a nuestros gobiernos que utilicen los medios que sean necesarios para ofrecernos el futuro que queremos.

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Tania Romero es tapatía, adicta al café y consultora en legislación urbana, capacidad institucional y planeación para el desarrollo. Milita en Futuro Jalisco.

Twitter: @TaniaRomeroL

Fuentes

 

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