Por Tania Romero

Durante el mes de septiembre, además de la independencia, se conmemora también el día mundial del turismo. En la época de la tarifa económica y el equipaje opcional, nos enfrentamos a una crisis turística nunca antes vista. Para México, las restricciones a los viajes y la sana distancia significaron costos altísimos para las localidades que viven casi enteramente del turismo. De acuerdo con cifras del INEGI[1], el sector turístico que en nuestro país representaba el 8.7 % del Producto Interno Bruto, tan sólo entre los meses de enero y marzo de 2020 sufrió un impacto cinco veces más brutal que el conjunto de la economía mexicana.

Esta situación pone en riesgo no sólo los ingresos de la población, particularmente la que depende de la economía informal; también, amenaza la conservación de la vida silvestre y el patrimonio. Pues la caída de los ingresos significa recortes a los programas de conservación y preservación.  Los cierres también impactaron a los sitios de patrimonio como museos y los centros históricos; igualmente, detuvieron otras expresiones de patrimonio cultural.

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Foto: Visit Mexico

Mientras tanto, el gobierno de la 4T en su paquete económico 2021 “respondió” a la crisis apostando al Ramo 21 correspondiente al sector turístico otorgándole 38 mil 613 millones de pesos con la finalidad de reactivar la economía golpeada por la crisis sanitaria. Esta cifra, que pudiera parecer alentadora, en realidad no lo es tanto, pues más de 36 mil millones de pesos serán para el proyecto del Tren Maya.

Mientras que el presupuesto destinado a medio ambiente se queda prácticamente igual que en el año 2020.

Para el caso del Estado de Jalisco, la situación no es más alentadora que para el resto del país. Al contrario, los recursos federales asignados al gobierno del estado han visto un franco detrimento del 4.6% en el paquete económico 2021, en gran medida ocasionados por un gobierno estatal que pareciera estar apostando a un pleito mediático con la federación, basado en aspiraciones electorales; en vez de, por el contrario, conciliar y empujar las agendas que deberían ser prioritarias para nuestro estado. Como ya es costumbre, entonces, los platos rotos los pagan los municipios, quienes tendrán la enorme tarea de responder a la población de una forma u otra. Y como no están en posibilidad de adquirir deuda, les tocará ponerse creativos en los esfuerzos de recuperación económica.

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Foto: Visit Mexico

El llamado de la Organización Mundial del Turismo este año es a visualizar el turismo como una oportunidad para repensarlo como una forma de contribuir a la recuperación y al alcance de los objetivos de desarrollo sostenible. De tal manera, en esta edición del Día Mundial del Turismo se eligió el lema de “Turismo y desarrollo rural”; así pues, se apostó a la capacidad del sector de generar oportunidades más allá de las que existen en las grandes ciudades; por tanto, contribuir también a la conservación del patrimonio natural y cultural.

Las comunidades rurales están llenas de atractivos que pueden ofrecer alternativas turísticas seguras y sostenibles en el contexto de la pandemia; además, así sería posible ofrecer trabajo y oportunidades económicas a poblaciones vulnerables, como las mujeres y los jóvenes, quienes suelen emplearse principalmente en el sector informal.

El turismo sostenible puede ser también una alternativa para mantener viva a la ruralidad en un contexto de crecimiento de la población urbana y de la marginación de las zonas rurales.

Expertos y empresarios y secretarías de estado ya han identificado que la propuesta de reactivación turística estará basada en viajes cortos por carretera; por ello, se ha firmado un Pacto Centro Occidente por el turismo entre los estados de Jalisco, Aguascalientes y Guanajuato. El pacto consiste en el diseño de rutas de viaje de menos de 4 horas en auto para llegar a diversos atractivos turísticos.

Pero más allá del desarrollo de las rutas, las alternativas turísticas deberían incorporar mecanismos para garantizar la participación de las comunidades vulnerables en la derrama de los beneficios; la asignación de recursos que mitiguen los impactos del aumento del flujo de personas en las rutas turísticas; la oferta de servicios públicos de calidad para las y los habitantes originarios de las comunidades a visitar; asimismo, la preservación de los ecosistemas de modo que estos destinos puedan seguir siendo una alternativa atractiva a través del tiempo y se conserve el patrimonio natural en nuestro estado.

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Foto: Sectur

Para lograr lo anterior es indispensable que a las autoridades municipales “no se les duerma el gallo” e instrumenten mecanismos para la captación de recursos que lo habiliten. Jalisco es mucho más que Puerto Vallarta; la nueva normalidad en el turismo debe integrar a comunidades vulnerables que tienen una inmensa oferta paisajística, gastronómica, religiosa, y para el ecoturismo; comunidades que suelen tener menos capacidades para afrontar los impactos de la crisis y atender a las necesidades de sus poblaciones. El turismo, si se repiensa e integra, puede ofrecer una solución a esos retos y ser una respuesta sostenible al rezago, la marginación y la depredación de sus ecosistemas.

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Tania Romero es tapatía, estudiante de maestría, consultora y ex servidora pública. Le interesan el derecho urbano, la calidad legislativa y las políticas públicas con perspectiva de género. Milita en Futuro Jalisco.

Twitter: @TaniaRomeroL

 Fuentes

[1] Última actualización, 18 de diciembre 2019

 

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