Sacando el cobre, mano… pero qué se le va a hacer: al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, no le pareció la forma en que se contabilizaron los sufragios con los que se determinó que la nueva dirección general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) no será mexicana.
Ayer, miércoles 28 de septiembre, en Washington, se eligió al nuevo director de la OPS. Y decimos ya “director” porque el ganador en las boletas fue el brasileño Jarbas Barbosa, quien se impuso a las candidaturas propuestas… una de ellas, la de la mexicana Nadine Gasman.
“Consideramos que lo más conveniente para asegurar la transparencia del proceso es que se dé lectura en tiempo real uno por uno los votos. Lo ideal hubiera sido tan pronto salen de la urna en la mesa central en presencia de todos”, expresó López-Gatell al ver que la forma en que se estaban contando los votos daba lugar a sospechas.
“Externamos nuestra inquietud de que los votos están siendo organizados, incluso puestos por debajo de la visibilidad del público en el horizonte de la mesa y, dado que los votos pueden ser cancelados, en caso de que exista una anotación en la boleta, me parece preocupante que esto vulnera la confiabilidad del proceso”, agregó López-Gatell.
“No tenemos prejuicio al respecto, pero sí solicitamos que se rectifique el procedimiento de conteo y que se haga a la vista pública y en tiempo real: voto por voto”.
Aunque muy buena idea y todo, pero el presidente de la Mesa de la OPS, el canadiense Michael Pearson, anotó todo en su máquina de escribir invisible… además de recordarle al funcionario mexicano que las reglas ya habían sido establecidas y eran conocidas por todos desde meses atrás. Así que México tuvo el tiempo suficiente para proponer un nuevo método de conteo de votos. No lo hizo, así que tratar de modificar el proceso – de último momento – como que no.
De acuerdo con Proceso, fuentes de la OPS señalaron que la candidata mexicana, Nadine Gasman, contaba con las credenciales necesarias para alcanzar la dirección general del organismo. Peeeeeero, en algo pudo haber influido un escándalo en el que estuvo involucrado su marido, el médico cubano Joaquín Molina Lesa.
El escándalo no es menor: Molina Lesa es investigado por, presuntamente, permitir retenciones ilegales de sueldos de médicos cubanos que trabajaron en Brasil. Esas retenciones, señala Proceso, fueron a parar a las arcas del gobierno de La Habana sin que la OPS sirviera de intermediario, como se supone que debió suceder.