Por Diego Castañeda

La reunión de los líderes de las 20 economías más importantes del mundo, el G20, que se lleva a cabo en Hamburgo, Alemania, en estos días es posiblemente la reunión más importante del grupo de los veinte desde la crisis financiera de 2008-2009 y quizá la más importante desde que se creó esta cumbre en 1999. Algunos de los asuntos a tratar en esta reunión serán el fin de la hiperglobalización y los problemas de la economía global, como los fenómenos del cambio tecnológico, la desigualdad, el bajo crecimiento económico y los cuestionamientos al comercio internacional y a la ortodoxia económica, así como la coordinación internacional para combatir la evasión fiscal; los retos a la seguridad internacional por los sucesos en Corea del Norte y su reciente prueba –aparentemente exitosa– de un misil balístico intercontinental (ICBM) y la descomposición del Medio Oriente; la migración en el mundo, especialmente en las regiones en conflictos armados y que experimentan emergencias complejas y crisis de derechos humanos; el cambio climático, uno de los grandes temas del siglo XXI, en el contexto de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de Paris, entre otros muchos temas de las agendas bilaterales de los países miembros.

Esta agenda, por naturaleza compleja, deja ver que la gobernanza global está en entredicho y que muchos de los regímenes internacionales que habían permitido la cooperación internacional en muchos de esos temas durante años están cambiando y enfrentan un grado elevado de incertidumbre. El comercio como vía para la paz y el desarrollo fue una de las piedras angulares del régimen liberal desde la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, ese consenso está roto conforme las demandas de una economía global chocan con las demandas domésticas de los países. De igual forma, en los otros temas podemos encontrar rupturas en los regímenes que sostenían la cooperación. Quizá el más visible es la salida de Estados Unidos del Acuerdo de Paris, un ejemplo del intento de formación de un régimen epistémico (o régimen de conocimiento).

Trump y EPN se ven las caras en el G-20
Foto: Matt Cardy/Getty Images

Entre las discusiones que se han de llevar a cabo entre los líderes de los países miembros, sin lugar a dudas estará el intento de reformar estos regímenes; incluso, algunos hablan de que esta cumbre podría ver una transición de un régimen un tanto hegemónico liderado por Estados Unidos (un régimen realista de acuerdo a la teoría de regímenes internacionales) en muchos de los temas como el comercio internacional, el cambio climático o los asuntos de seguridad a un régimen liberal (basado en los intereses de los distintos actores). En cualquier escenario parece que el G20 será una muestra de que el mundo está en verdadera transición respecto a las distintas posturas que mantuvieron el orden mundial –al menos desde la caída del muro de Berlín en 1989–, más que esperar nuevos consensos, es posible que veamos surgir muchas posiciones en cada uno de los temas, sobre todo en los más rocosos, como la migración o la seguridad.

Desde la perspectiva de la economía política internacional, los resultados o la falta de resultados de la reunión del G20 tendrán impacto en las rutas de desarrollo que muchos países habrán de seguir. Podrá dirigirse hacia un camino de cooperación fiscal, más verde y sustentable, más abierta a los flujos migratorios y más inclusiva en lo general o puede terminar cambiando la trayectoria de los países hacia más colisiones y menos cooperación. Lo anterior es uno de los aspectos más interesantes de la cumbre, sobre todo desde la perspectiva del desarrollo.

¿Por qué esto es relevante para México?

Es posible que se llegue a pensar que estos foros son de poca relevancia para el país, que México tiene demasiado qué hacer con sus problemáticas internas como para darle importancia a los asuntos de la gobernanza internacional. Sin embargo, todos estos temas tienen reflejo en la vida interna de los países. Es imposible aislar la discusión sobre la economía mexicana y sus éxitos o fracasos comerciales de las dinámicas de la economía global, es imposible no encontrar puntos de intersección en las agendas globales de migración o seguridad con las realidades domesticas en esos mismos campos.

Foto: Thorsten Gutschalk/Getty Images

Por ejemplo, hace justo un año en la reunión de ministros de finanzas del G20 se comenzó a implementar el marco regulatorio del proyecto BEPS de la OECD que busca luchar contra la evasión financiera y la erosión de la base gravable de los países, así como limitar los costos fiscales de prácticas como las documentadas por los Papeles de Panamá. Este marco regulatorio ya ha sido adoptado por más de 100 países. Para México es asunto de vital relevancia ya que es un país débil fiscalmente, víctima de la elusión y evasión fiscal y con grandes problemas de desigualdad que requieren esos recursos para ser resueltos. En esta reunión del G20 se presenta el informe BEPS a un año de su implementación.

Otro tema de interés para México es el comercio global. México se encuentra a punto de iniciar la renegociación formal del TLCAN al mismo tiempo que otros tratados comerciales se discuten entre los países del G20 en un contexto donde es necesario hacer visibles a los ganadores y perdedores de la globalización.

De la misma manera en los otros temas México tiene intereses; por ejemplo México es uno país de muchos migrantes, en cualquier discusión global sobre la migración la opinión de México debería ser relevante; de igual forma en el cambio climático donde México tiene intereses económicos importantes al ser un país en desarrollo que se puede beneficiar de una transición energética que le de dinamismo a su economía.

Foto: Friedemann Vogel/Getty Images

Por las razones anteriores es lamentable que la opinión pública y en general la población no le dé seguimiento al desarrollo de estos temas. Es lamentable que el gobierno mexicano no tenga un mayor liderazgo en la arena internacional cuando se discuten temas en los que se tienen intereses tan fuertes, es lamentable que se piense que los problemas de economía política globales no tienen repercusiones directas sobre los problemas de economía política domésticos.

Es necesario que le exijamos más a nuestro gobierno en los foros internacionales, pues éstos también son una oportunidad de hacer presión sobre sus responsabilidades internas.

***

Diego Castañeda es economista por la University of London.

Twitter: @diegocastaneda

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Comentarios

Comenta con tu cuenta de Facebook