“Genios vemos, rituales bizarros no sabemos” Eso podríamos decir de varios de los creadores más brillantes de la humanidad que sin embargo, tenían o tienen ciertas manías muy peculiares.

Curiosamente, muchos de los genios más famosos solían practicar extraños rituales para realizar su labor. ¿Superstición, estaban locos, o simple extravagancia? El escritor Mason Currey relata varias excentricidades de 161 personajes famosos en su libro Daily Rituals: How Artists Work.

Para cotorrear te traemos algunas de estas extravagancias, a ver qué tan extrañas te parecen:

1.Haruki Murakami, el gran madrugador
Este escritor comienza a trabajar a las 4 de la mañana y permanece así hasta por cinco o seis horas. Por la tarde lee, escucha música y hace tareas pequeñas. También sale a correr todos los días (lleva haciéndolo 25 años). A las 21:00 horas se va a la cama, saliéndose así de la creencia de que los escritores son trasnochadores.

2. Los músicos y sus rarezas
Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven se levantaban temprano. Mozart salía corriendo de un compromiso a otro, daba clases de música, comía con distintas personas y en general nunca estaba quieto; en cambio, Beethoven sólo tenía una rutina fija: contar y seleccionar los 60 granos de café para prepararse una taza y luego comenzar a trabajar hasta tarde.

 3. Antes del medio día
El escritor alemán Thomas Mann se levantaba todos los días a las 8 de la mañana y media hora más tarde tomaba el desayuno con su mujer. A las 9 en punto se encerraba en su despacho y trabajaba hasta el mediodía, tiempo en el que los niños tenían estrictamente prohibido hacer ruido. Su lema: “lo que no se hace antes del medio día debe esperar hasta el día siguiente”.

Voy a guardar esa frase para decírsela a mi jefe.

4. El trasnochador que evitaba la fatiga
El filósofo y escritor francés Marcel Proust dormía durante todo el día y escribía de noche. Sólo salía de su vivienda en París si necesitaba suministros. Cuando escribía lo hacía estando acostado en su cama con la cabeza apoyada en dos almohadas. Eso sí, cuando despertaba por la tarde lo primero que hacía era encender un poco de opio para aliviar su asma (dizque).

 5. Hasta media noche
En sus años de juventud, el escritor Franz Kafka no comenzaba a escribir sino hasta la medianoche, esto debido a que vivió junto a su familia y sólo a esa hora encontraba tranquilidad y tiempo para hacerlo. Es de los pocos genios mencionados en el libro de Currey que durante el día tenía otro trabajo para financiar su vida como escritor.

6. Una vida de vicios
El filósofo Jean-Paul Sartre llevó una vida poco saludable: trabajaba mucho, dormía poco, en el día se la pasaba consumiendo vino, cigarrillos, droga, comía en exceso e iba a muchas fiestas. En la década de 1950 su estilo de vida comenzó a pasarle factura pues estaba al borde de un ataque de nervios. Para alivianarse del estrés, comenzó a consumir aspirinas y anfetaminas.

 7. ¡50 tazas de café al día!
El novelista Honoré de Balzac trabajaba sin descanso para refinar su literatura. Se levantaba a media noche a trabajar y lo hacía hasta las 8 de la mañana. En la tarde tenía otra sesión de escritura después de dormir sólo una siesta de 90 minutos. Para soportar estas jornadas de trabajo se servía varias tazas de café, incluso hay quienes dicen que llegaba a tomar hasta 50 diarias.

8. Disciplina militar
Gracias al tiempo que pasó con el ejército, el escritor F. Scott Fitzgerald estaba acostumbrado a los horarios estrictos. Más tarde vio que seguir una rutina diaria de forma regular es inmensamente difícil. Idealmente se levantaba a las 11 de la mañana y se sentaba en su escritorio desde las 5 pm, donde escribía hasta la madrugada. Sin embargo, su rutina varias veces era rota y constantemente se le veía en los cafés parisinos con su esposa Zelda.

 

9. Adicción a medicamentos
Para combatir la fatiga que la aquejaba, la novelista Ayn Rand fue prescrita con Benzedrina (anfetamina) por su médico. La escritora terminó volviéndose adicta a esta sustancia y la usaba para trabajar frenéticamente día y noche, lo que le provocaba cambios de humor y paranoia.

Rand fue dependiente a esta droga hasta el día de su muerte.

10. Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer
La esposa de Sigmund Freud hacía todo por facilitarle la vida a su marido y ahorrarle el mayor tiempo posible, incluso hasta le ponía dentífrico a su cepillo de dientes y escogía la ropa que se pondría.

Como dato adicional, Freud fumaba unos 20 cigarros al día.

 11. Hasta que se duerman los chilpayates
La escritora Sylvia Plath tenía que esperar hasta que sus hijos estuvieran fuera de la casa o se durmieran para poder trabajar tranquila en sus poemas. Esto afectó su rutina, provocando que por las noches sólo pudieran dormir con sedantes.

12. La dama de los caracoles
La rutina para escribir de la novelista estadounidense Patricia Highsmith era un tanto extraña: lo hacía rodeada de cigarrillos, ceniceros, fósforos, una taza de café, una dona y un azucarero. En un buen día escribía cerca de 2.000 palabras. Por cierto, también criaba caracoles, pues decía que en su compañía se sentía mucho más cómoda que con la gente.

13. Trabajo en verano
El escritor estadounidense Mark Twain trabajaba mejor durante los meses de verano, tiempo que pasaba con su familia en una pequeña granja en el estado de Nueva York. Ahí montó una pequeña oficina en la que se dedicaba a escribir después de un buen desayuno; mientras trabajaba fumaba constantemente y si sus hijos o esposa necesitaban algo, lo único que debían de hacer para llamar su atención era soplar en un cuerno que producía sonido.

14. Una vida llena de mujeres
El escritor belga Georges Simenon confesó haber dormido con más de 10 mujeres a lo largo de toda su vida, lo cual explicaría el letrero de “No molestar” que tenía afuera de su oficina.

¿Alguna otra manía o comportamiento extraño que conozcas de algún genio?

*** Vía Spiegel

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