Jeanette Vizguerra, inmigrante mexicana, decidió no acudir a la cita que tenía programada en la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), por temor a ser aprehendida y deportada. Por cinco años ha tramitado y obtenido su permiso para permanecer en Estados Unidos. Sin embargo, ahora que la suspensión temporal para su deportación venció y no fue renovada –y dado que su caso se complica porque cuenta con proceso de deportación– por recomendación de sus abogados optó por no solicitar una nueva prórroga  y, en lugar de eso, refugiarse en una iglesia.

“He tenido 8 largos años en este proceso de deportación desde el 2009, donde he tenido una lucha constante, donde me han otorgado extensiones de tiempo. En 2013 después de regresar de México, de que mi madre había fallecido, yo decido empezar a buscar recursos, no sólo para mí sino para otras familias que estamos en la misma situación, porque mi caso no está en cortes, está bajo la discreción de ICE”, contó en entrevista para CNN.

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Proveniente de la Ciudad de México, Jeannette Vizguerra llegó a Estados Unidos en 1997. La razón de su partida no fue económica, sino por seguridad. Según cuenta, en tres ocasiones su esposo, trabajador del transporte público,  fue víctima de secuestros exprés. Incluso en una ocasión ella fue testigo de cómo delincuentes le apuntaban en la cabeza a su marido, mientras robaban el dinero a las demás personas. “A un compañero de él sí lo mataron y él un día decidió que no quería trabajar siempre de eso porque era lo que él sabía que hacer”, recuerda.

Madre de tres hijos ciudadanos estadounidenses y de una joven amparada por el programa DACA (el de los denominados “dreamers”), Vizguerra ha vivido por veinte años en Denver, en donde ha dedicado parte de su tiempo a luchar por los derechos de inmigrantes. “El hecho de que ICE le haya negado su stay es repulsivo”, señala su abogado, Hans Meyer.

De acuerdo con Univisión, en 2015 la mexicana ayudó en el acondicionamiento de un dormitorio que sería ocupado por un hombre que corría el peligro de ser deportado. Ahora Vizguerra se encuentra en esa situación, en la iglesia First Unitarian Society, donde han acudido grupos de manifestantes para apoyarla. “Pensé que no iba a tener que necesitar algún día de esto que comencé a construir pensando que iba a ayudar a familias, y ahora lo estoy necesitando yo”.

El caso de Janette Vizguerra es similar al de Guadalupe García de Rayos, quien fue detenida y deportada la semana pasada, tras acudir a las oficinas del ICE en Phoenix, Arizona. Al igual que Vizguerra, García Rayos acudió a para renovar su “stay” (permanencia de remoción).

Ambas llegadas a Estados Unidos de manera ilegal, fueron detenidas por utilizar identificaciones falsas para trabajar. Este detalle las hace “prioridad” para las autoridades migratorias, las cuales cumplen la orden ejecutiva de Donald Trump. “Nadie sabe mi vida, nadie sabe las circunstancias que me rodeaban (…) el sistema sabe que utilizamos documentos falsos para trabajar (…) Eran documentos falsos, pero no robaba la identidad de nadie. Era mi nombre. No afecté a nadie y el cargo quedó en intento de utilizar un documento falso. Algo que yo nunca he escondido (…) llevó 20 años aquí, con un número que el sistema me dio. Veinte años con un número que una agencia del gobierno me otorgó, pagando mis impuestos… a diferencia del señor Trump”, señala Vizguerra.

Guerra ya fue deportada. Pero Vizguerra pretende luchar por su permanencia en Estados Unidos, país que ella y su esposo eligieron “para emigrar, para hacer nuestra casa, nuestro hogar, es el lugar que incluso nuestra hija mayor conoce. Ella no recuerda nada de México. Ella está con la protección del programa de DACA, los otros tres son americanos y aunque oyen hablar de México y quisieran conocer, no es el lugar a donde ellos quisieran vivir, además de que para mí sería difícil pensar que ellos estén allá”.

 

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