El pasado 18 de noviembre, durante la tradicional apertura de puertas en la frontera México-Estados Unidos, se celebró un evento que hubiera hecho que el propio Donald Trump derramara las de cocodrilo: una pareja se dio el “sí”, para beneplácito de los mismísimos agentes migratorios del vecino país del norte. Y ya, el evento pudo pasar a la posteridad como un símbolo de que el amor no tiene barreras o algunas de esas jaladas… pero se supo algo que ennegreció la alegre unión matrimonial.

¿El güey estaba casado?, ¿era una boda arreglada?, ¿el susodicho se fue por los cigarros? No, algo mucho “mejor”: jugándole al ver%&/as, el novio fue identificado como un no muy célebre narco que se dio una escapadita para condenarse él solito… o sea casarse. Como era de esperarse, mientras se celebraba la boda, los medios pusieron atención en la pareja, señalando lo gachas que son las leyes migratorias (que sí lo son) que no permiten que los amorosos se amen como se deben: “estoy sin palabras, hacía mucho tiempo que no podía besarla ni abrazarla, es como un sueño, algo que no puedo creer”, dijo el novio, Brian Houston.

Ahhh qué bonito… sin embargo, lo que Houston nunca aclaró fue que el impedimento para que pudiera casarse como se debe no era exclusivamente su condición migratoria o la de su esposa. Según información difundida por la policía federal, el feliz novio había sido detenido en febrero pasado en el cruce de San Ysidro, para después ser acusado por los delitos de posesión de 19 kilotes de heroína, 21 kilos de metanfetaminas y, pa’ rematar, 19.5 kilos de cocaína. Sin embargo, el supuesto narco sólo tuvo que pagar una módica fianza para salir libre y disfrutar de su despedida de soltero. Ya en febrero se las verá con las autoridades estadounidenses.

¿Y cuál es el problema?

La osadía de Houston pone en peligro que las autoridades norteamericanas vuelvan a permitir las contadas veces que se abren las puertas del tramo de la valla fronteriza en San Diego, California: la conocida Puerta de la Esperanza. En estos fugaces eventos, familias separadas por la frontera México-Estados Unidos tienen unos cuantos minutos para reencontrarse, esto luego de pasar un estricto proceso de vigilancia por parte de los agentes migratorios estadounidenses… bueno, ni tan estricto.

“Los agentes están molestos, sienten que fueron utilizados, sienten que fueron engañados”, comentó el vicepresidente del Consejo Nacional de Patrullas Fronterizas Local 1613, tras conocerse el negro CV de Houston. “Resulta que proporcionamos seguridad armada para una boda del cártel”, agregó. Para ridículo de la estricta vigilancia de Estados Unidos, la verificación de antecedentes del novio no fue suficiente para saber que el novio fue declarado culpable por contrabando y sólo está a la espera de sentencia.

Hasta parecería que los agentes se hicieron de la vista gorda intencionalmente… como sea, una próxima apertura de “La Puerta de la Esperanza” está en duda.

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