Ya sabemos que la calidad del aire en México no es la óptima y que —salvo una que otra escapada de la ciudad— nuestros pulmones respiran diariamente cientos de contaminantes; pero ponerlo en perspectiva ayuda a saber qué clase de vida llevamos en nuestro país.

De acuerdo a un reciente estudio de Greenpeace y la Red por los Derechos de la Infancia en México cada año mueren mil 680 niñas, niños y adolescentes menores de cinco años por consecuencias de la contaminación del aire. Sí, lo que respiramos día a día literalmente es mortal.

Además, no por arruinarles la hora de la comida, pero la situación va cada vez peor: de 1990 para acá, el número de muertes que se le pueden atribuir a la contaminación ha aumentado en casi el 60%. 

Ahora sí, al estudio. 

El estudio se llama “No apto para pulmones pequeños. Diagnóstico de calidad del aire y el derecho de niñas, niños y adolescentes al aire limpio” y es un análisis completísimo de la calidad del aire en México, de la falta de legislación —o aplicación— y, sobre todo, de los problemas que esto le acarrea a una de las poblaciones más vulnerables en nuestro país.

De acuerdo al estudio, no solo los niños son más vulnerables por que su organismo está en desarrollo, además respiran el doble de rápido y —como todavía no llegan al godinato— pasan una buena parte de su vida en el exterior. Nada más en 2016 —el último año del registro— los menores de 4 años que murieron representaron 53% del total de fallecimientos por asma. En ese mismo año, hubo casi dos mil muertes por infecciones respiratorias. 

¿Y qué podemos hacer?

El estudio hace algunas sugerencias; claro, después de hablar de la falta de actualización de las normas mexicanas. Así que ahí está la primera solución necesaria:

De acuerdo a las organizaciones, las leyes mexicanas no alcanzan los estándares de la Organización Mundial de la Salud y con eso, hasta los días que “no hay contignencia”, igual la salud de los mexicanos está en un altísimo riesgo.

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Foto: Getty Images // No, no es un día nublado en la capital

Además, según el estudio, las autoridades todavía nos siguen quedando a deber con sus técnicas de monitoreo de la calidad del aire y la facilidad para hacer estudios de cómo se ve reflejado en la salud. Y ni se diga la falta de sistemas integrales de transporte y la poca promoción de alternativas de movilidad que no sean el automóvil particular.

Como siempre, si quieren leer el reporte completo lo pueden encontrar AQUÍ. Si andan cortos de tiempo o con flojera, pueden checar un resumen ACÁ.

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