Por Roberto Castillo

A lo largo de los próximos 33 años, los habitantes de la Ciudad de México tendremos que pagar a la empresa privada Veolia por la recolección, traslado y el confinamiento de la basura que producimos en la capital, así como por la generación de electricidad que utilizará para su funcionamiento el metro de la ciudad. Si bien aprovechar los desechos que generamos para producir electricidad puede sonar a una buena idea, el contrato con Veolia y el proceso que se ha seguido para llevar a cabo el proyecto de la planta termovalorizadora con una falta de una visión integral para el manejo de la basura de la ciudad, son elementos que deberían preocuparnos.

La planta termovalorizadora será una instalación donde se incinerarán y convertirán en energía eléctrica 4.500 de las 13.000 toneladas de basura que se generan en nuestra ciudad diariamente. Esta planta tendrá por nombre “El Sarape” y estará localizada en los terrenos del Bordo Poniente, el cual hasta hace algunos años fue el vertedero de basura más grande del mundo. Ahora, como han señalado diversos periodistas en el extranjero y en México, los problemas con esta planta comienzan desde los términos del contrato.

En primer lugar, se estipula que el metro de la ciudad, así como los edificios del gobierno capitalino estarán obligados a adquirir exclusivamente energía eléctrica producida por Veolia, cuyo precio a pagar desconocemos. Cifras de la Asamblea Legislativa proyectan que será un total de 109 mil millones de pesos lo que tendremos que pagar a lo largo de 33 años, además de los 12 mil millones por la construcción de esta planta.

Como si esto no fuera suficiente, Veolia es una empresa que en los últimos años ha enfrentado escándalos de corrupción en Europa y más recientemente en Michigan por contaminación de agua potable y no ofrecer información verídica sobre la seguridad de la misma.

Sin embargo, los problemas no terminan aquí; de hecho, pueden ser más graves que los anteriormente mencionados. Si bien la planta termovalorizadora promete generar energía limpia, la realidad es que el proceso de incineración no está completamente libre de la generación de gases contaminantes que posteriormente son liberados a la atmósfera de la ciudad, aunque cumplan con estándares europeos. De acuerdo con David Lameiras, estudiante de la maestría de estudios ambientales en la Universidad de Aalborg, la termovalorización debe ser el último paso de un sistema más complejo de aprovechamiento de desechos:

La valorización de residuos tiene sentido como parte de una economía circular, donde el objetivo es aprovechar lo más posible un material después de su uso inicial, para reducir la extracción de recursos del planeta. En un ciclo de economía circular, cuando algo se vuelve un residuo de la actividad de quien consume, puede volver a ingresar al sistema siendo reparado, re-usando sus componentes o reciclándose. En este sentido la termovalorización es el último paso pues será la última vez que un componente reingrese al sistema”.

David apunta que “aunque en Alemania las plantas de termovalorización son parte importante del manejo de los desechos, ahí los rellenos sanitarios ya no existen y para lograrlo robustecieron sus sistemas de separación de desechos y reciclaje”. Cosa que no ha sucedido en nuestra ciudad, donde los esfuerzos por parte del gobierno central han sido apenas visibles, por no decir inexistentes, para implementar un verdadero sistema de vanguardia en materia de reciclaje y manejo de desechos.

Actualmente en la Ciudad de México una persona que trabaja en la separación de basura no sólo trabaja en condiciones insalubres sino que recibe una mínima paga de entre 2.000 y 4.000 pesos mensuales. Y esto  es sólo en el caso de los trabajadores formales. Los trabajadores informales viven de los residuos y eventuales donaciones como señala Claudia Altamirano.

Por otra parte, a pesar de que desde el 8 de julio de este año se estableció que la separación de los desechos en los hogares deberá hacerse en 4 categorías, la realidad es que el Gobierno de la Ciudad no ha empleado las acciones necesarias para garantizar que este sistema funcione, situación sobre la que escribe aquí Elías Camhaji.

Lo que está ocurriendo con la planta termovalorizadora es un síntoma más de un gobierno que desde el comienzo de su mandato ha querido resolver problemas que aquejan a la población a punta de privatizar servicios públicos, como es el caso del manejo de los desechos de la ciudad, en lugar de encontrar soluciones integrales a ellos. La crisis que enfrenta la ciudad, no sólo en el manejo de basura, sino también en el sistema de agua, transporte, entre otras cosas, no podrá resolverse de forma sencilla otorgando negocios millonarios a empresas privadas. Únicamente podrá hacerse entendiendo que los problemas públicos nos atañen a todas las personas y exigiendo a nuestros gobernantes soluciones de largo plazo.

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Roberto Castillo es miembro de Wikipolítica CDMX, una organización política sin filiaciones partidistas.

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