Julian Assange, fundador de Wikileaks, tiene ya seis meses como refugiado en la embajada de Ecuador en Londres, en donde se resguarda para evitar ser juzgado en Suecia. El australiano teme que, una vez en dicho país, el gobierno estadounidense pueda solicitar su extradicción. Desde el balcón de la embajada de Ecuador, Assange pronunció un discurso en donde recordó que “La democracia es la suma de la resistencia”. Aquí les presentamos una retrospectiva del fenómeno Wikileaks.

“Las nuevas tecnologías de información no determinan lo que pasa en la sociedad, pero cambian tan profundamente las reglas del juego que debemos aprender de nuevo, colectivamente, cuál es nuestra nueva realidad, o sufriremos, individualmente, el control de los pocos (países o personas) que conozcan los códigos de acceso a las fuentes de saber y poder.”

-Manuel Castells

Documentos en la red

Todo empezó en el año 2006: un sitio mal construido llamado Wikileaks comenzó a hacerse famoso por denunciar el desecho ilegal de material tóxico en África, liberar documentos de los protocolos en Guantánamo y publicar mails privados de Sara Palin. Esto último acaso puso algunos reflectores sobre la página que un día aparecería en las portadas de todos los diarios del planeta

En el 2010, Wikileaks publicó 391,832 documentos secretos sobre la Guerra en Irak y 77,000 documentos clasificados del Pentágono sobre el conflicto afgano. También hizo públicos 250,000 cables diplomáticos (el tráfico diario entre el Departamento de Estado de Estados Unidos y más de 270 sedes diplomáticas estadounidenses en todo el mundo). Estos documentos fueron estratégicamente entregados por Wikileaks a varios periódicos como The New York Times, El País, The Guardian, Der Spiegel y Le Monde. Así comenzó uno de los eventos que nos harían replantearnos el periodismo y la libertad de expresión.

Muchas cosas decían esos cables liberados (los correteos sexuales de Berlusconi, la duda de Hilary Clinton sobre la salud mental de Cristina Fernández de Kirchner o que Peña Nieto había pagado a los medios de comunicación “por debajo de la mesa” coberturas informativas favorables). No fueron los hechos relatados en los cables sino la forma en que fueron conseguidos y la forma en que fueron difundidos lo que hizo que Estados Unidos levantara la voz inmediatamente y calificara a Assange de “peligro para la seguridad nacional”, con esa frase empezó la persecución del portal.

En diciembre de 2010, cuando Assange ya era el hacker más reconocido del planeta fue arrestado en Gran Bretaña, no por liberar documentos secretos, mucho menos por poner en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos, se le acusó de violación y acoso a dos mujeres suecas. Todo el mundo pensó en Al Capone, el que fue a la cárcel no por tráfico de alcohol sino por evasión de impuestos. Assange pagó una multa de 315 mil dólares y fue puesto bajo arresto domiciliario. El australiano dijo entonces ante las cámaras que Estados Unidos había empezado una persecución política en su contra.

Ante su inminente extradición, Assange buscó asilo en la Embajada de Ecuador en Londres. La presidencia de Ecuador anunció que le ofrecerían asilo político en el país y que no serían aterrorizados por el gobierno de Gran Bretaña. Ecuador entonces ofrecía asilo político ondeando la bandera de la libertad de expresión, lo que resultó irónico a algunos porque precisamente el gobierno de Ecuador se ha especializado en la persecución sistemática de sus reporteros contestatarios.

El problema con la oferta fue que Gran Bretaña dejó claro que no se le ofrecería ninguna garantía de trasladarse libremente a Ecuador pues era su obligación extraditar a Assange para que enfrentara a la justicia sueca. Julian Assange acusó al gobierno estadounidense de organizar una cacería de brujas en su contra. Estados Unidos aseguró repetidamente que las declaraciones de Assange eran “patadas de ahogado” y que planeaba desviar la atención de su juicio en Suecia.

Éstas declaraciones inaugurarían un diálogo que ha permanecido igual a lo largo de estos años: Assange denuncia una persecución de las potencias occidentales y Estados Unidos nunca había puesto tanto empeño en encarcelar a un “acosador”.

El soldado raso

“Si tuvieras poder sobre redes clasificadas… y vieras cosas increíbles, cosas horribles… cosas que pertenecen al dominio público y no a un servidor alojado en un cuarto oscuro en Washington… tú qué harías”. Bradley Manning”

Las instituciones estadounidenses habían sufrido una vergüenza mundial y lo peor es que, efectivamente, no había mecanismo legal alguno para poner tras las rejas a Assange, sin embargo, la Casa Blanca no iba a dejar que el escándalo de los cables pasara sin que alguien fuera castigado. Así es como entra en la historia el soldado raso Bradley Manning.

En agosto del 2010, Wikileaks difundió una grabación realizada desde un helicóptero estadounidense en Bagdad. En la imagen, desde la perspectiva de la aeronave, aparecen civiles que no presentan un comportamiento sospechoso ni parecen percatarse siquiera de la presencia de los soldados. Los militares que conducen la nave piden permiso para atacar y disparan contra el grupo de 11 personas entre las que se encontraba el periodista de Reuters Namir Noor-Eldeen, de 22 años, y su conductor, Saeed Chmagh, de 40.

Este video fue sólo una de las muchas pruebas que demostraban que la milicia estadounidense tenía un comportamiento completamente alejado de cualquier protocolo internacional: los marines norteamericanos aplastaban y se burlaban constantemente de los derechos humanos más básicos. Estados Unidos tuvo que dar una larga explicación sobre este video y se dispuso a buscar al culpable de entregarlo a Wikileaks.

YouTube video

Bradley Manning fue arrestado en Irak luego de que el hacker Adrian Lamo le dijera a la milicia estadounidense que él hablaba constantemente con Manning por chat y que, en una de esas conversaciones, el soldado raso había confesado que tenía en su poder cientos de miles de documentos clasificados del gobierno estadounidense y que se los entregaría a Julian Assange. Se presumía que entre esos documentos se encontraba el video de la milicia.

Bradley Manning comenzó entonces una penosa serie de juicios; por un lado el gobierno estadounidense le acusaba de alta traición y de ayudar a Al-Qaeda con la información filtrada, mientras que Wikileaks, organización que al principio no  afirmaba que Manning fuera su colaborador, terminó por reconocerlo y elevarlo a rango de héroe por haber liberado esos documentos.

Manning y Lamo, su delator, se presentaron ante la corte para confrontar versiones, Lamo dijo que había delatado a Manning porque sabía que la difusión de dichos documentos ponía en riesgo la seguridad nacional y que no quería ser acusado de ser cómplice. Lamo ha repetido en varias ocasiones que no ha recibido dinero del gobierno estadounidense por sus acusaciones a Manning.

Resultó que aquél en el que Manning confiaba tanto lo había delatado e incluso dijo, frente a él, en la audiencia, que el soldado raso no estaba listo para ir a la guerra, que era inestable y que siempre le preocupó que se dañara a él mismo o a otros.

Dato curioso:

Desde el inicio del proceso, los acusadores de Manning, el gobierno norteamericano, han presentado los documentos mismos de Wikileaks como evidencia pero siempre han alegado tener pruebas contundentes de la alta traición de Manning, pero al ser información clasificada no puede difundirse en ningún medio, así que la juez tendría que volar a Washington para ver el documento, cosa que no parece probable que ocurra.

Los redactores del País comentaron la penosa situación de la parte acusadora:

“Tal ha sido el secretismo y tan férreo el control del Pentágono sobre todo lo relacionado con el consejo de guerra al soldado, que sus propios fiscales no recibieron correos electrónicos cruciales en el proceso judicial porque contenían el término “Wikileaks”.

Término que ha sido vedado de todas las instancias oficiales estadounidenses y sus comunicaciones. La propia burocracia militar estadounidense ha entorpecido el juicio al soldado. 

Por alguna razón, el gobierno estadounidense se ha enfocado en el consejo de guerra contra Manning y no en perseguir a Assange, tal vez con la esperanza de que el primero inculpe al segundo.

Manning y su defensa ahora han cambiado de estrategia, planean que el soldado se declare culpable sólo de algunos cargos para evitar así la pena máxima y la cadena perpetua. Según el plan, el acusado se declarará culpable de enviar los cables a Wikileaks pero no de alta traición ni de asistir al enemigo, pues el gobierno estadounidense ha afirmado que la liberación de esos documentos filtrados han causado la muerte de soldados y han vulnerado la seguridad de muchos.

Wikileaks: el problema de la libertad de expresión y la supuesta nueva era del periodismo.

Verdades de lavadero.

Hay un acierto indudable del fenómeno Wikileaks: poner sobre la mesa asuntos que era urgente discutir: Umberto Ecco dijo, por ejemplo, que si Wikileaks es un escándalo es debido a la hipocresía del gobierno, la información liberada habla más de la forma en que Estados Unidos sigue una agenda de manipulación y control que de las estrategias militares que vulneren la vida de soldados.

Para Ecco no hay tal cosa como una revelación inaudita de información, todo ya estaba ahí, en las páginas de los periódicos:

“Las “extraordinarias” revelaciones americanas sobre los hábitos sexuales de Berlusconi no hacen más que informar de lo que desde hace meses se puede leer en cualquier periódico (salvo aquellos cuyo propietario es Berlusconi), y el perfil siniestramente caricaturesco de Gadafi era desde hace tiempo un tema corriente entre los artistas de cabaret.”

La pregunta entonces es por qué Estados Unidos sataniza y quiere castigar tan contundentemente la liberación de cables con información de dominio público.

Ocurre que han sido hackers, personas comunes las que han vulnerado el sistema de seguridad estadounidense tan ficcionalizado como uno de los más protegidos e inaccesibles. Digamos que, información importante o no, Estados Unidos aparece vulnerable frente a la opinión pública (fenómeno cada vez más recurrente) y eso es lo que parecen querer castigar los acusadores. Además de que, aquellos secretos tan “vitales” para la unión americana, revelados en los cables diplomáticos, resultaron ser, la mayoría, simples chismes que las prensas mundiales conocían bien. El poder del secreto radica en lo ominoso de lo desconocido pero los secretos de Estados Unidos resultaron ser verdades a voces, su servicio secreto y diplomático perdió aquella aura de lo misterioso que aman tanto los aficionados a las conspiraciones.

La noticia que fue

Wikileaks es material para el periodismo no periodismo puro. Si bien, la publicación de los datos fue importante, lo es más utilizarlos, los periodistas y analistas políticos tienen ahí una labor importantísima, recabar los datos y examinarlos, analizar lo que Wikileaks nos dice de nuestras democracias y sus relaciones.

Con el paso del tiempo, la prensa comenzó a enfocarse en los escándalos sexuales de Assange, y los cables polémicos se habían terminado. Wikileaks fue una noticia mensual, los medios a los que se les confiaron los cables supuestamente porque trabajarían en ellos como nadie, han dejado atrás esa labor y la información queda enterrada porque los medios han sucumbido a la vorágine de la inmediatez que culmina en una “eternización de lo actual”; la noticia envejece en el momento en que termina de escribirse en las oficinas de redacción y deben ser enterradas inmediatamente por un nuevo suceso, de tal manera que se notifica pero no se informa; el análisis de la información queda hecho a un lado en pro de un mero despliegue de “información siempre vigente”.

Es cierto que Wikileaks no es causa sino síntoma del cambio que están sufriendo el periodismo, la representatividad de las democracias en occidente y la concepción de libertad de expresión. Porque ocurre que Wikileaks sí puso en peligro a muchas personas (disidentes chinos por ejemplo), miembros de la resistencia dentro de muchos países o informantes pero resulta tramposo culpar a Assange de la persecución de disidentes cuando el problema inmediato radica en los Estados que permiten esa persecución. Assange y Manning no deben cobijarse bajo una ley de libertad de expresión, sino bajo la defensa de un derecho a la información. La transparencia no tendría que ser arrebatada.

Wikileaks no vulneró a Estados Unidos, pero apoyó el proceso de vulneración de la idea que teníamos del país más poderoso del mundo. La información se liberó y tuvo consecuencias; el hecho de que los documentos estén ahí, a los ojos de todos, invita necesariamente a participar del debate.

¿Por qué interesarse tanto en el debate de la información? Lyotard insinúa una respuesta en “La condición Posmoderna” cuando nos dice que “de la misma forma en que los Estados se han disputado el territorio, los materiales o la mano de obra, en el futuro éstos librarán guerras por las informaciones (los saberes), el conocimiento.

Hoy, 20 de diciembre, se han cumplido seis meses desde que Assange se refugió en el embajada de Ecuador en Londres, donde ofreció un anuncio a la prensa internacional. Éste es el video íntegro.

El australiano agradeció primero a los reporteros y periódicos que han “publicado la verdad”. Assange dijo que, para poder continuar su trabajo, debía permanecer en la embajada. Anunció además que Wikileaks tendrá mucho trabajo en el próximo año pues ya tiene en su poder más de un millón de documentos que afectarán a todas las naciones del planeta.

Assange, culminó diciendo:

“La democracia es libertad de expresión. La democracia es la suma de la resistencia.  Si no se expresan, si dejan de hablar, si renuncian a su independencia y a su sentido de lo que es bueno y malo, no serán capaces de defender a los que aman.”

Por: Luis Miguel Albarrán @Perturbator

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