En este mundo vivimos rodeados de ruido, los claxons de los vehículos y los gritos de la gente por doquier son solo algunos de los sonidos que nos taladran la cabeza, pero hay uno que no se compara con nada.
Si eres joven no soportas los gritos de tus papás cuando llegas tarde o haces algo que no les gustó, en el ámbito laboral la voz de tu jefe o el compañero latoso retumba 8 horas en tu cabeza, pero todo eso es tolerable en comparación con el llanto de un bebé, según un estudio hecho por la revista The Journal of Social, Evolutionary and Cultural Psychology.
Y es que este ruido tan característico fue sometido a algunas pruebas por Rosemarie Sokol Chang y Nicholas Thompson, quienes experimentaron con algunas cuestiones matemáticas, al mismo tiempo colocaron sonidos diversos y el que más problemas les causó a la hora de responder los problemas, fue cuando un bebé lloraba.
Según los autores del estudio, este ruido se vuelve insoportable en el momento en que lo asimilamos como una señal de alarma, muchos comúnmente entran en shock y no saben cómo reaccionar, por lo que tus cinco sentidos ya no están al cien en una sola actividad.
Tener o no hijos no cambia en nada esto, el ruido es el ruido y por más que digamos “qué bonito, míralo como llora” parece ser que eso es una vil mentira.