Porto Alegre, una ciudad prácticamente desolada, es el hogar de un chico solitario cuyo único escaparate artístico y emocional -que además le provee un poco de dinero- es desnudarse en un sitio web para adornar su cuerpo con pinturas neón. Esto lo hace frente a otros hombres, convirtiéndose en una especie de celebridad underground.
Sin embargo, la vida no le sonríe del todo pues enfrenta el abandono, los prejuicios de la gente y un problema legal que le podría costar una condena severa. Y aunque el panorama luce desalentador, llega alguien para aclarar un poco su horizonte… Esta es la historia de Pedro, el “Garoto Neon”, quien protagoniza la cinta brasileña Tinta Bruta que se estrena en México durante este Mes del Orgullo.
Por acá, tuvimos las oportunidad de platicar con los directores Marcio Reolon y Filipe Matzembacher, además del actor Shico Menegat (quien da vida al personaje principal) sobre este largometraje y todo lo que hay detrás de su mensaje.
El simbolismo detrás de las calles vacías en ‘Tinta Bruta’
Tinta Bruta es una película que sutilmente está llena de simbolismos y mensajes visuales interesantes. Todo se desarrolla en Porto Alegre, una urbe brasileña que luce como cualquier otra, pero en la que se siente un abrumador y desolador ambiente de abandono. La calles se ven casi vacías, los edificios poco habitados y de repente, algún curioso se asoma desde su balcón.
Esta atmósfera no está ahí al azar. Esa sensación de soledad también acompaña en su vida personal a Pedro, un chico abiertamente gay que sufre del distanciamiento de su familia aún cuando está a punto de ser llevado a juicio. La analogía entre ciudad y sujeto es clara y sirve para que empaticemos con él, de acuerdo con lo que comenta Filipe Matzembacher:
“Con respecto a las calles vacías y este atmósfera postapocalíptica que recreamos en la película, queríamos crear una conexión entre Pedro y la ciudad. Él es un personaje que siempre sufre porque las personas lo abandonan y Porto Alegre pasa por lo mismo de alguna manera. Era importante crear esta decadencia hostil de un lugar vacío“.
Ese mismo elemento de las vialidades prácticamente vacías y las ventanas de los edificios deshabitados, esconden otro concepto; un simbolismo más que está relacionado a Pedro y su pasatiempo en internet donde la gente lo admira, pero no donde no establece como tal un contacto humano físico como tal. Así lo desmenuza Marcio Reolon:
“Creo que las calles y la distancia entre las ventanas y su lejanía son una referencia al mundo virtual en el que vive Pedro, donde tampoco hay contacto sobre cómo se relaciona [con otra gente] a través del internet“.
Un viaje autorreflexivo en medio de la turbulencia
Pedro, interpretado por el Shico Menegat, luce como un muchacho introvertido la mayor parte de tiempo y a través de ese semblante, alcanzamos a percibir su pesar. Su trabajo en internet como el “Garoto Neon” es lo único que parece satisfacerlo en cierta medida y es ahí donde paradójicamente conoce a Leo, su calma en medio de la turbulencia.
¿Son un pareja, amantes, amigos o todo al mismo tiempo? Como sea, la aparición de Leo le da a nuestro protagonista un poco de luz y esperanza. Pero sobre todo, este inesperado compañero le proporciona a Pedro un último ingrediente para entenderse a sí mismo; para liberarse de ciertas ataduras que no está acostumbrado a manifestar fuera de su webcam.
“Creo que Pedro afronta un viaje entre la primera escena y la última sobre cómo siente con él mismo. Él encuentra una familia en sus nuevos amigos y se vuelve más afectuoso. Todo es sobre la resistencia y acerca de qué tanto conecta con alguien más. Hablando de Pedro y Leo, es complicado porque no los veo como una relación de un modo romántico; encuentran entre ellos un apoyo y se enamoran más allá del ideal de una relación romántica. Creo que Pedro se encuentra a sí mismo en este viaje y la manera de confiar en el mundo. El baile del final se refiere a eso: resistir, pelear, mantener su propia fuerza“.
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Sobre el momento definitivo entre Pedro y Leo
Y así como la tragedia persigue constantemente a Pedro, él también conoce ‘el lado brillante’ de la mano de Leo y esta complicidad que manejan. Shico Menegat comenta que en Tinta Bruta, los momentos de más esplendor radican en aquellas secuencias donde el par se muestra más vulnerable.
“La relación se construye durante toda la película. La parte en la que Leo cuenta sus experiencias sobre ser queer o después de que ellos se enredan en una pelea, es en esos instante donde vemos que ellos se están apoyando y que están heridos, pero hay mucho amor en ello. Creo que ese es un momento bien especial. También la relación es preciosa en momentos muy pequeños, pero su primer encuentro fuera de cámara es muy poderoso porque pueden hablar y conectar entre ellos, y eso es hermoso. Leo de verdad le muestra un aspecto muy diferente de su vida”.
La fortaleza de Pedro y el contexto social en ‘Tinta Bruta’
Más allá del aspecto dramático propio de la película, Tinta Bruta también retrata la lucha que la comunidad LGBT+ sigue pasando en muchos niveles. Las violencias, los señalamientos despectivos, los prejuicios y la importancia de sentirse libre y cómodo para enfrentar todo eso, son parte sustancial del largometraje. Así lo señala el director Filipe, incluso con un comentario bastante directo sobre cómo se concibió el argumento del proyecto:
“Este personaje viene de la idea de cómo manejar la ira… Era muy importante para nosotros que la película tuviera esta violencia a la que el personaje principal se enfrenta… Durante el proceso, recuerdo que describimos nuestra película en el log-line como “una cinta donde una marica lucha”.
La película en algún punto se nutre un poco del contexto político-social de Brasil. Marcio Reolon detalla que la administración conservadora del presidente Jair Bolsonaro -conocido entre otras cosas por algunos discursos de coyuntura homófoba- fue un aliciente para darle forma a un material que criticara a las fuerzas del poder que hoy gobiernan a aquel país.
Ahí radica la fuerza de Pedro porque él debe luchar, resistir, sobrevivir. Y eso, de alguna manera, representa a un gran sector del pueblo brasileño inconforme con sus gobernantes. Reolon lo explica así:
“Cuando escribimos el guión, Filipe y yo nos sentíamos muy inseguros como la mayoría de la gente de Brasil, porque todo el tiempo, de hecho, sentimos la destrucción de la democracia en su momento con Dilma Rousseff… Y al mismo tiempo, fuimos testigos del crecimiento de las fuerzas conservadoras que ahora están en el poder representadas por Jair Bolsonaro. Atestiguamos todo eso y nos dio dos sensaciones que nos guiaron en el proceso: la ira y la desesperación. Estábamos extremadamente enojados con esa situación y teníamos la disposición de hacer algo para cambiar esa frustración… Y eso lo canalizamos en Pedro. Él es un personaje así. Está extremadamente frustrado y enojado con la manera en que la sociedad trata con él y la gente como él, y ya no tolerará eso. Él peleará… Él está a gusto con quien es sexualmente… Creo que su fuerza viene de no conformarse con lo que la sociedad piensa de él. Él es un peleador y un sobreviviente en ese sentido”.
