Si existe una industria que ha crecido en los últimos años es la del tatuaje.
De hecho, en Estados Unidos se calcula que cerca de 40% de las personas nacidas después de 1980 tiene uno. Y este no es un fenómeno exclusivo de la Unión Americana.
En México, hemos visto en la proliferación de diversas clínicas y boutiques destinadas a “rayarnos”… vaya, incluso contamos con el Museo del Tatuaje. Y en España, por ejemplo, se ha fundado la Escuela Oficial de Maestros Tatuadores y Piercers.
Pero esta moda no es nada nueva. Según los historiadores, la evidencia más antigua que se tiene de los tatuajes pertenece a un grupo de pescadores ubicados en las costas del actual Perú en el año 2000 a.C.
Sin embargo, la creación de la palabra tatuaje se atribuye al término samoano “tátau” que significa marcar, y cuenta la leyenda que este término se popularizó después de que algunos marineros franceses se encontraran con los samoanos en el Pacífico. Al ver a los oceánicos, los galos quedaron fascinados por sus marcas corporales y de alguna forma decidieron convertir el “tátau” en “tatuage”.
Y si bien durante algún tiempo los tatuajes sirvieron para marcar a las personas como parte de alguna tribu o familia, hoy en día podemos afirmar que cada tatuaje representa algo diferente para cada persona.
Hay tatuajes del nombre o las iniciales de un ser querido, de alguna fecha para recordar, con una frase de vida, algún símbolo o, por supuesto, algún dibujo de aquella persona o institución a la que admiramos enloquecidamente. También los hay sobre un grupo de música, un equipo de futbol o, por qué no, del clásico demonio de Tasmania de los Looney Lunes.
Sin embargo, la proliferación de los tatuajes se está convirtiendo también en un interesante tema legal pues aunque la tinta esté en tu cuerpo, ese tatuaje podría pertenecerle a alguien más.
Al menos eso es lo que se está discutiendo en varias cortes de Estados Unidos, después de que varios artistas del tatuaje comenzaran a presentar demandas para reclamar los derechos de autor y las marcas registradas de sus obras.
Uno de los primeros antecedentes se dio en 2011, cuando Warner Bros. se encontraba en plena filmación de ‘The Hangover 2’, en cuya trama un personaje termina haciéndose un tatuaje en la cara, idéntico al de Mike Tyson (quien había tenido una participación especial en la primera parte). Sin embargo, la persona que tatuó al boxeador demandó al estudio, que prefirió pagar una indemnización que involucrarse en un tema legal que pondría en riesgo el estreno de la película.
Ahora, los representantes de varios jugadores de la NBA –entre los que se encuentran Lebron James y Kobe Bryant–, amenazaron con demandar a los creadores del popular videojuego NBA 2K16, pues consideran que usar sus tatuajes en el videojuego viola sus derechos de propiedad intelectual.
Lo mismo ocurre con un ciudadano de Nueva York que ha decidido reclamar los derechos sobre los tatuajes de un dibujo con la frase “Yo (taza de café) Nueva York”.
Y estos no son los únicos casos que comienzan a acumularse en los tribunales de los Estados Unidos, donde la discusión se centrará en lo que los abogados llaman un ‘área gris’.
Por un lado, los demandantes exigen indemnizaciones económicas por el uso de sus obras, bajo la regulación legal que protege cualquier creación artística. Del otro lado, los defensores alegan que la decisión de poseer un tatuaje es personal, por lo que cada quien debería ser libre de dibujar en su cuerpo lo que quisiera.
Lo que es un hecho es que la discusión apenas comienza y, en una de esas, alguna corte podría dictaminar legalmente que ese tatuaje que has hecho en tu cuerpo… ya no es tu tatuaje.