Pasa en ‘Nosotros los Nobles’, pasa en la vida real… Cuando las cosas se ponen complicadas a veces se nos cruza por la mente cómo sería que, un día y sin esperarlo, alguien toque a la puerta de nuestra casa para entregarnos una herencia que nos corresponde y de la cual no teníamos idea. Sobre todo cuando uno no conoció a su papá o mamá biológicos.
Y es que son cosas que vemos en las películas, donde la vida de los protagonistas cambia para siempre gracias a situaciones de ese tipo. Sin embargo, ahora podemos decir que todo esto sí ocurre en la vida real y con más drama del que pensaríamos, y si no vean el caso del albañil que demandó a su papá millonario.
Un albañil descubrió que su papá es millonario y le impuso una demanda por millones de pesos
Se trata de la historia de Marcelo Urbano, un hombre argentino de 58 años que busca la indemnización de su padre biológico, un empresario multimillonario que tiene plata para comprarse lo que se le da la gana, quien de joven embarazó a la mamá de Marcelo cuando ésta tenía 19 años y trabajaba como empleada doméstica en su casa.
La mamá de Marcelo perdió su trabajo y debido a la situación, desde niño Urbano tuvo que dejar la escuela y trabajar para ayudar a su jefecita, quien falleció joven debido a una enfermedad. Antes de irse la mujer le reveló quien era su papá biológico y el hombre, quien es albañil, se dedicó varios años de su vida a buscar al susodicho para conocerlo.
El sujeto no se hizo responsable de él cuando embarazó a la mamá y ahora le va a salir más caro el asunto
La cuestión acá es que el hombre gandalla negó ser su papá y Marcelo Urbano pidió le hicieran las pruebas de ADN correspondientes, las cuales confirmaron el parentezco. Ahora Marcelo busca que su papá le de una compensación por daños y perjuicios durante todo este tiempo, y lo hará a través de una demanda que podría ser de al menos 100 millones de pesos.
El albañil indicó que el dinero que gane en el juicio lo quiere para darle una mejor calidad de vida a sus hijos y nietos, a quienes quiere con el alma. ¡Adoramos los finales felices!