Un enorme iceberg que pesa más de mil millones de toneladas y es del tamaño de cuatro veces la Ciudad de México se desprendió de la Antártida entre el lunes y miércoles de la semana pasada. El nuevo iceberg, nombrado A68, es considerado como uno de los diez más grandes de los que se tenga registro. En un principio, la comunidad científica aseguró que no se tenían elementos para afirmar que su desgajamiento estaba relacionado con el cambio climático. El desprendimiento del inmenso bloque de hielo se trató de un “evento natural”, señalaron algunos expertos. De acuerdo con Kevin Trenberth, investigador del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de los Estados Unidos, quienes concuerdan con esa afirmación sólo están viendo el escenario micro e ignoran los demás factores en la pintura completa. Según Trenberth, los océanos alrededor de la Antártida se están calentando, lo cual facilita que el hielo se diluya.

Por su parte, Eric Rignot, glaciólogo de la NASA y la Universidad de California, declaró a la cadena CNN que el resquebrajamiento del iceberg A68 es un “síntoma inequívoco” del cambio climático y que de ninguna manera se trata de un “ciclo natural”, como afirman otros especialistas. Las posturas de la comunidad científica respecto a este evento están muy encontradas. El problema es tal debido a que no existe demasiada información sobre la Antártida: su ubicación, sus condiciones climatológicas y hasta su composición hacen que el continente helado sea difícil de estudiar. Si la Plataforma de Hielo Larsen C sigue colapsando, dicen los investigadores se sabrá si el cambio climático tuvo algo que ver en el desprendimiento; si no, se confirmará como un fenómeno natural.

Aunque falten por confirmarse que el cambio climático haya sido responsable del rompimiento del iceberg A68, lo cierto es que el paisaje del continente antártico ha cambiado de manera exponencial en las últimas décadas. De acuerdo con un equipo de investigadores de la Universidad de Exeter, la Antártida se está convirtiendo —a raudales— en una superficie verde. Durante los últimos 50 años, afirman los especialistas, la tasa de crecimiento de plantas y la cantidad de musgo ha crecido de manera acelerada. Los científicos advierten que el reverdecer del continente podría traer consigo un aumento en el número de visitantes a la Antártida y también podría hacer más fácil para las especies invasoras colonizarlo.

A esto hay que sumarle que, debido a los cambios de temperatura globales, la parte más vulnerable de la capa de hielo del oeste de la Antártida podría elevar el nivel global del mar hasta 3 metros; la capa más grande podría elevar las mareas hasta 19 metros. Las acciones que tomemos tendrán sus consecuencias en 50, 100 y en 200 años. 

Iceberg de mil millones de toneladas se desprende de la Antártida
Foto: Greenpeace

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