Como ya se habrán enterado, Rusia anexó oficialmente a la “República de Crimea” a su territorio. Crimea se encontraba bajo la jurisdicción de Ucrania. Si estás muy confundido con todo el asunto, aquí te explicamos con bolitas, palitos y mapas qué pasa con la anexión de Crimea a Rusia y por qué es importante.

Primero que nada ¿dónde está Crimea?

Esta es Crimea, una región que, a mediados de los 50 le fue entregada a la República Soviética de Ucrania, que, tras la desintegración de la Unión Soviética, se convirtió en la Ucrania independiente que conocemos actualmente.

La posición estratégica de Crimea en el Mar Negro

Sí, el terreno en disputa es Crimea, pero, ¿por qué Ucrania y Rusia se pelean por un pedazo tan pequeño de tierra?

Pues bien, la posición de la península de Crimea es esencial a la hora de pensar la geopolítica de Europa y Medio Oriente. Crimea es literalmente la frontera entre dos bloques económicos y políticos gigantescos: Europa-EE.UU y Rusia-China. Ambos bloques buscan ganar influencia en Medio Oriente (por el petróleo, naturalmente). Miren dónde se ubica Crimea, en el centro del Mar Negro, una puerta a regiones como Turquía, Bulgaria, Siria… es decir, un puente rápido entre Europa, Rusia y Medio Oriente. Un puente que cualquiera de ellos quiere controlar. Además, un puente por el que se pueden transportar no sólo productos sino también armamento y soldados, es decir, es una posición estratégica militar y económica.

Rusia contará con nuevos puertos marítimos y aéreos, herramientas claves para su relación con Medio Oriente.

¿Pero por qué quiere Rusia anexar una región que le pertenece a Ucrania?

Pues hay dos gigantes del petróleo en aquellas regiones, Rusia y Medio Oriente. La cosa es que Europa depende casi por completo de los suministros de hidrocarburos de Rusia y a Putin, presidente de Rusia, no le conviene para nada que Europa comience a hacer tratos con Medio Oriente porque, claro, tal vez podría dejar de comprarle a Rusia. A Estados Unidos no le gusta para nada que Rusia se convierta en un monopolio energético y hace lo posible para que su influencia en Europa disminuya.

Desarrollo económico de Ucrania. En amarillo claro, las regiones con más bajo desarrollo y menor salario; en amarillo oscuro y rojo, las regiones más desarrolladas.

Y ¿qué tiene que ver Crimea en esta pelea por el petróleo?

Resulta que Ucrania es un punto de paso obligado para la exportación de gas y petróleo ruso. Con la anexión, Rusia puede transportar gratis su petróleo por Ucrania para llevarlo hacia Europa. Por eso Rusia no se puede permitir perder influencia en esa región: no puede permitir que Ucrania voltee a ver a Europa con ojos de alianza. La Unión Europa y Estados Unidos, por su parte, buscan ganar influencia en Ucrania porque, de hacerlo, Rusia ya no gozaría del paso preferencial de sus hidrocarburos hacía Europa; Rusia tendría que pagar altos costos por ese transporte, pero no podría subir los precios de su petróleo porque pues bueno, Europa entonces compraría a Medio Oriente o a América Latina. Así, el conflicto resumido es que Europa y Estados Unidos quieren afectar la hegemonía petrolera de Rusia a toda costa, pues entre más crezca, más poder e influencia tendrá y una Rusia más poderosa afecta los intereses de Europa y Estados Unidos.

Este mapa ilustra la dependencia que distintos países europeos tienen por los energéticos rusos. Alemania tiene una dependencia del 40%.

¿Y por qué Rusia cree que puede anexarse a Crimea?

Ucrania se encuentra dividido a nivel étnico, nacional y económico. Una parte de Ucrania depende económicamente de Europa y la otra (en donde está Crimea) depende de Rusia. Al mismo tiempo, la mayoría de los habitantes orientales de Ucrania hablan ruso, y el 60% de los habitantes de Crimea son de ascendencia rusa.

Así es que la anexión no fue tan forzada, toda vez que los mismos habitantes de Crimea reclamaron su derecho a mantener sus relaciones históricas con Rusia, mientras la gente de Kiev, la capital de Ucrania, prefirió mantenerse en la influencia europea.

División lingüística de Ucrania. Al Este, domina la lengua rusa, al Oeste, la ucraniana.

El conflicto en Crimea llegó luego de que el nuevo gobierno de Ucrania se enfilara completamente hacia Europa. Rusia tuvo miedo de perder Crimea y recurrió a argumentos nacionalistas para anexionar este estratégico territorio. “En nuestros corazones, los rusos siempre hemos considerado a Crimea como parte de nosotros”, afirmó Putin en un histórico y maniqueo discurso dictado este mismo martes.

Por su parte Occidente recurrió a argumentos político-diplomáticos, afirmando que la anexión representaba un ataque directo contra la autonomía e independencia ucraniana.

La actualidad ante la Historia

Siendo estrictos, Crimea no forma parte de Ucrania a modo de entidad federativa ni territorio nacional. La región cuenta con una constitución propia, un parlamento independiente y una administración de la justicia autónoma. Su pertenencia a Ucrania es solo ejecutiva y, a partir del conflicto político en Kiev, ni siquiera eso. Con todo, es posible afirmar que, aun siendo un territorio tanto nacional como económicamente ruso, Crimea pertenece a Ucrania en virtud de un contrato social que le obliga a responder a un país que, en aspectos ejecutivos y de política exterior, responde recíprocamente por ella.

Distribución de los votos en las últimas elecciones presidenciales: en el Este, se prefirió al candidato que daría la preferencia a Rusia en las relaciones económicas; al Oeste, el candidato que establecería relaciones con la Unión Europea.

La cosa es que la historia de la región ha vuelto más polémico el tema de si es justo que Crimea se una a Rusia. Crimea forma parte de Ucrania por causa de una anexión estratégica administrativa impulsada por la Unión Soviética a mediados del siglo pasado, que cedía la región, rusa desde 1774, a una república que era parte de su propio bloque, es decir, la Unión Soviética le cedió ese territorio a la República Soviética de Ucrania.

Antes, durante la segunda guerra mundial, los tártaros, que dominaban la región, fueron expulsados por Stalin dado su apoyo al nazismo. Por lo tanto, o bien la región es nacional e históricamente rusa, o bien tártara, pero no ucraniana. Con todo, como bien hemos dicho, todos estos argumentos son secundarios ante el escenario económico en que se juegan los acuerdos.

Distribución étnica de Crimea a través del tiempo. En verde, la población tártara, en rojo, la rusa, en amarillo, la ucraniana.

El referendum

El único método para hacer cambios territoriales en Crimea, previsto en su constitución y reafirmado por su parlamento, es el referéndum o consulta ciudadana. Putin impulsó la aplicación del referéndum, aprobado por los representantes crimeos. Los resultados: 96.7% de los participantes votaron a favor de la anexión a Rusia. Esta votaciones fueron cuestionadas por Occidente, argumentando que la presencia militar rusa en la región intimidó a los votantes, al tiempo que aseguró la aplicación de mecanismos turbios y corruptos.

Esta posición tanto de la Unión Europea, como de Estados Unidos, es políticamente natural. Ninguno de los dos está dispuesto a perder su credibilidad ante sus propios ciudadanos. Se trata de una posición mucho más importante para su política interior que para Crimea. En efecto, los resultados del referendum no sorprenden: en encuestas previas al conflicto, aplicadas hace dos años, el 70% de los ciudadanos rusos afirmaron que Crimea era parte de Rusia, al tiempo que una mayoría similar de crimeos afirmaron ser rusos. Muchos comerciantes ucrananianos crimeos, que nacionalmente no tienen identidad rusa, también han apoyado la anexión, pues esto eliminaría fronteras comerciales con sus clientes y socios actuales. Esto despeja las dudas: el referendum, organizado bajo cualquier esquema, hubiera dado la razón a Rusia.

De este modo se completa el panorama: la anexión de Crimea a Rusia significa 1) el aseguramiento de una zona comercial estratégica y 2) un paso en el control político-militar de Medio Oriente.

¿Y cómo ha reaccionado Occidente ante la anexión?

Por supuesto, la Unión Europea, Estados Unidos, y sus aliados no se han quedado de brazos cruzados y no dejaron de predecir este posible escenario. En efecto, la tensión en Ucrania llevó a las potencias de nuestro hemisferio a buscar alternativas comerciales con países de alto potencial energético, impulsando reformas políticas donde fuera necesario, incluyendo a México.

Apoyo y censura internacional a la anexión: en azul oscuro, países que critican la anexión; en azul claro, países que defienden que Crimea siga siendo parte de Ucrania; en amarillo, países que han expresado su deseo de una solución pacífica, sin inclinación; en morado, países que apoyan la medidas rusas.

Por otro lado, y como era de esperarse, Venezuela, Siria, Corea del Norte y Cuba han brindado su apoyo a Rusia.

El castigo económico de Occidente aún no ha tenido grandes efectos en Rusia, aunque no debe ser subestimado. En recursos no energéticos, Rusia depende en más de 14% (alimentos, administración bancaria, etc.) de Occidente. Así mismo, es la Unión Europea la que lleva las riendas de los movimientos financieros y sus bancos se encuentran en todo el territorio ruso. Un cese en su actividad implicaría el estancamiento administrativo en Rusia, lo que, con seguridad, traería consigo un entorpecimiento de la actividad de Moscú en todos los niveles, lo que sería suficiente para garantizar una ventaja económica de Occidente durante un largo periodo de tiempo.

Hasta el momento, los castigos occidentales a Rusia han sido tan solo de corte diplomático. La expulsión de servidores y ejecutivos ha estado a la orden del día. El gobierno occidental de Ucrania ha dicho que pedirá visa a los rusos, secundando a otros en la decisión. Así mismo, Rusia ha sido suspendida del G8, ahora llamado G7. Los miembros de esta comunidad comercial han acordado reunirse la próxima semana para decidir sus acciones.

¿Se trata de una segunda Guerra Fría?

Ni Europa, Estados Unidos o Rusia están en condiciones de perder sus mutuas relaciones económicas. Una Guerra Fría implicaría caos en Medio Oriente, y un reajuste político y económico de magnitudes tan radicales que resultaría absurdo e improductivo para ambos bloques.

Por el contrario, es casi seguro que Estados Unidos buscará castigar a Rusia acelerando su hegemonía petrolera en América Latina, región en la que Rusia tampoco duda en invertir.

Militarmente, la anexión no ha tenido importantes consecuencias. Por el contrario, los uniformados ucranianos en Crimea han comenzado a emigrar tanto a Rusia como al Noroeste, o bien, han jurado fidelidad a Moscú por motivos más bien prácticos. Así mismo, el titular de las fuerzas armadas de Ucrania ha confirmado un desarme próximo, aunque no ha dejado de condenar las acciones de Putin.

La presencia militar rusa en las calles ha sido vista con buena cara por la mayoría de los ciudadanos. La invasión ha sido calificada por múltiples medios como notablemente pacífica (a diferencia del conflicto reciente en Kiev), exceptuando el incidente del martes en el que dos personas murieron en lo que Occidente ha calificado como una provocación.

Con todo, el hecho de que esta anexión haya ocurrido de manera pacífica, no excluye que ocurriera al margen de la legalidad internacional. Tendremos que esperar a ver los límites a los que Occidente está dispuesto a llegar a para hacer pagar a Rusia sin perderla como socia comercial, relación a la que, mal que bien, no puede renunciar.

Vía: La Jornada, El Universal, CNN, El País, RT, EL Mundo, Infobae, BBC, Principia Marsupia

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