El fin de año puede representar tomarse unos días de descanso en casa o viajando, también hay quienes aprovechan para reunirse con amigos, amigas, la familia y celebrar Navidad. Sin embargo, mujeres y hombres periodistas desplazados o en exilio —motivado por las amenazas en su trabajo— no podrán experimentar una temporada decembrina “tradicional” pues su vida corre peligro. 

“Es duro dejar tu pasión… pero hoy en día ya no hay condiciones para ejercer el periodismo… ya no soy dueño de mi pluma, ya no puedo escribir absolutamente nada”, dijo el periodista Rosalino Balmaceda, originario de Teloloapan, Guerrero; quien en un acto simbólico quemó su chaleco de prensa frente a la cámara para anunciar su retiro de los medios de comunicación y reconoció que el ejercicio periodístico está abandonado por los tres niveles de gobierno. 

“No hay condiciones”, “mi México sufre mucho”, “los llevo en mi corazón”: fueron algunas de las frases con las que el comunicador, quien ya había sido secuestrado en dos ocasiones, compartió desde las redes sociales su renuncia. Fue el segundo periodista de ese municipio que abandona el oficio en la misma semana.

Y es que con motivo del 2 de noviembre, Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de Los Crímenes Contra los Periodistas; el Observatorio de Periodistas Asesinados de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO; expresó que en México se han incrementado los delitos de esta naturaleza, habiendo identificado 18 en lo que va de 2022, mientras que hubo 9 en 2021, 10 en 2020, 12 en 2019 y 13 en 2018.

“Si bien los asesinatos son la forma más extrema de censura de los medios, los periodistas también están sujetos a innumerables amenazas, que van desde el secuestro, la tortura y otros ataques físicos hasta el acoso en la esfera digital… (creando) un clima de miedo en los profesionales de los medios de comunicación, lo cual impide la libre circulación de información, opinión e ideas entre los ciudadanos”, expresó Naciones Unidas, ONU.

Para la ONU, además del riego mortal que implica informar en nuestro país, también existe corrupción e impunidad para esclarecer este tipo de crímenes, a sabiendas de este escenario, hay mujeres y hombres periodistas —que derivado de su ejercicio periodístico— prefieren escapar a otra ciudad o país para proteger su vida y la de sus seres queridos.

A mí sí me parece muy importante hacer saber a los compañeros que hay manera de no perder la vida en el ejercicio periodístico”, respondió el periodista desplazado Julio César Caballero vía whatsapp cuando se le contactó para conversar con Sopitas.com para este reportaje. 

La agrupación Periodistas Desplazados México aseguró que, aunque actualmente atienden a 85 periodistas refugiados, desde 2016 a la fecha han identificado a poco más de 300 colegas desalojados de sus ciudades en territorio mexicano. 

Atender este fenómeno con perspectiva de género también ha sido tarea de agrupaciones como Comunicación e Información de la Mujer A. C., CIMAC; quien afirmó que “21 periodistas mujeres se encuentran en situación de desplazamiento forzado interno, sin ninguna garantía para su retorno seguro ni políticas públicas para retomar sus proyectos periodísticos” a través del Informe Dejar todo: Diagnóstico sobre mujeres periodistas en situación de desplazamiento forzado interno en México y de las obligaciones del Estado en materia de atención, prevención y protección

“Es complejo estimar cuántas mujeres periodistas son desplazadas internas, debido a las circunstancias de secrecía y clandestinidad en las que se ven obligadas a huir, en aras de salvaguardar la vida”, destaca el reporte antes citado.

Pese al subregistro, tan sólo en 2020 CIMAC había contabilizado “251 casos de violencia contra mujeres periodistas, que incluyeron 19 feminicidios, 9 periodistas desaparecidas y 10 en condición de desplazamiento forzado”, es decir, “cada 34 horas una comunicadora sufre un tipo de violencia por levantar su voz y ser una defensora del derecho a informar”. 

Si matan a un criminal, surgen 3; si matan a un periodista…

“Si matan a un criminal, donde él cae surgen 3, pero donde cae un periodista ya no pasa nada… es una tristeza”, así es como Julio César Caballero, periodista desplazado del estado de Guerrero define al estado de las cosas en México, quien desde su exilio hace un llamado a las y los periodistas en situación de riesgo para “que busquen ayuda y que no se esperen”.

Hay que tener los huevos para irle a preguntar al que te va matar, ¿por qué te van a matar? 

El periodista, con 4 años en situación de exilio, narró que una vez lo mandó llamar un grupo delictivo para cuestionarlo sobre su labor mediática, terminaron por extorsionarlo —y ante la negativa de acceder al injusto pacto— destruyeron las instalaciones del medio de comunicación que dirigía.

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Manifestación de Periodistas en Monterrey // Foto: Cuartoscuro

“Hacían listas de la muerte y las publicaban en redes sociales, cuando apareció mi nombre mandé por mis papeles”. Escapó. 

Originario de Chilapa de Álvarez el lugar más inseguro de México, según lo afirma el comunicador, narra que existen dos tipos de personas en este poblado: los criminales y sus amigos. Y aunque las amenazas comenzaron cuando radicaba en Chilpancingo, la capital de estado guerrerense, cuando decidió volver a su pueblo para vivir con tranquilidad encontró un escenario mayormente peligroso. 

“Yo quería que mis hijos tuvieran la infancia que tuve en la naturaleza. Los jóvenes antes jugaban en la calle, ahora están encerrados… hoy si estas jugando futbol, pueden llegar y matan al entrenador por cualquier cosa”, explica.

Caballero comentó que el crimen organizado pone a los funcionarios de gobierno y que cada vez son más sanguinarias las bandas delictivas. “¿Cómo vamos a quedar?”, le preguntaron al también dueño del canal de televisión local cuando le pidieron la cuota por el derecho de piso.

“Yo sabía que no podía realizar un periodismo de nota roja, me dediqué a hacer periodismo social… pero viendo la injusticia comencé a filtrar a otros medios… era imposible denunciar: ¡están coludidos todos!”. 

¿A dónde me voy?

Llegó a la ciudad de acogida de aquel entonces sin refugio, aunque pudo salir adelante con ayuda de amigos. Hoy, despojado de su casa y su negocio, sigue temiendo por las represalias. “Te sientes huérfano de todo”, refiere. Perdió salud y su familia quedó afectada también: “estamos todos desperdigados”.

Aunque Julio César reconoció que en 18 años nunca tomó vacaciones —pues su pasión por el oficio nunca lo agotó—, recordó que la época decembrina la pasaba en compañía de sus colegas del medio de comunicación que lideraba donde organizaban la tradicional posada en el estudio, o bien, de cuando a sus hijos les daba regalos, mismos que los planeaba con un mes de anticipación para asegurar la grata sorpresa.

Esta navidad por ejemplo no tengo dinero y de lo que me vayan a dar de mi despensa voy a agarrar unos pesitos para los regalos.

Cifra negra que va en aumento

Jesús Medina lleva 5 años como periodista desplazado, no puede volver porque la vida de él y su familia está en riesgo. Perdieron todo, pero están a salvo. 

Hablar con medios siento que me ayuda y me protege. 

Y es que todo comenzó en el poblado de Tetela del Volcán, en el estado de Morelos; dónde el coordinaba la radio comunitaria, misma que fungía como vocería de los movimientos sociales de la región. Al tiempo, Medina se convirtió no sólo en testigo, sino en portavoz de innumerables violencias en contra de las comunidades de la región: despojo de la tierra, del agua; engañados por el cacique o el político en turno que terminaba siendo el mismo muchas veces. 

Los perpetradores de estas comunidades eran las constructoras y los escoltas que éstas contrataban para amedrentar, pero también los grupos criminales y los servidores públicos de los tres niveles.

Por ejemplo, en 2017 el gobierno les entrego fertilizante a los agricultores de la zona como parte de un programa social, pero al cabo de someter a pruebas de la fórmula de dicho producto del campo resultó que no contenía lo que aseguraba el etiquetado. 

—Era fertilizante pirata.

Entonces las presiones comenzaron. Jesús recordó que Tetela del Volcán y sus alrededores se vio afectado por el sismo del 2017, por esta razón había mucho movimiento en el pueblo, entraban y salían camionetas de ayuda. Era difícil identificar a todas las personas que se encontraban, así como lo fuera en una dinámica cotidiana de un pequeño poblado. 

La gente cercana le advertía: “te están venadeando Medina”, para referirse a quienes lo vigilaban. 

La suerte cambió del que también fuera brigadista para atender a los damnificados del sismo: tal vez fue el hecho de cuando capturó en video el montaje de la policía federal con supuesta ayuda para las personas o tal vez fue cuando documentó el robo de despensas por parte del gobierno estatal, la cuestión es que por esos días un desconocido —acompañado de otro sujeto y ambos desde una camioneta— lo abordó para decirle: “no te metas con el gobierno”.  No eran del pueblo y sabía que su vida corría peligro.

Fue el último día que estuvo en Tetela del Volcán.

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Aprovechando el inusual movimiento de gente y vehículos que atendían a las personas afectadas por el temblor fue como logró esconder a su hija, pero él debía huir. Lo sentía. 

Lo persiguieron todo el día, querían embestirlo. Aunque logró esquivar a sus agresores, su motocicleta se descompuso y no tuvo más remedio que esconderse entre matorrales de un campo en las afueras de la ciudad hasta que llegara la noche para llegar hasta casa de su papá ser visto. Mientras estuvo escondido hubo un helicóptero dando rondines. 

Afortunadamente su repentina desaparición se volvió tendencia en redes sociales y ese fue el factor por el cual intervino el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación, aunque fuera tres días después debido al trámite burocrático, eso explica por qué tuvo que dormir en la terminal de autobuses o en casa de colegas durante esas noches.

Jesús afirma que tuvo suerte pues su familia y él están vivos, pero lamenta que existan colegas periodistas donde su situación pueda ser mayormente crítica pues el Mecanismo no llega a reconocer su situación por una falta de profesionalización de los analistas de riesgo, por lo tanto, existe una cifra negra de los casos y la sospecha de que va en aumento el número de víctimas es muy alta.

—Hay compañeros, compañeras, que no tienen dónde dormir.

Desde la organización no gubernamental Periodistas Desplazados México, Jesús Medina y otros colegas también en situación de exilio; se han dado a la tarea de asistir a sus iguales y a sus familias con medicamentos, lentes, acogida, terapia psicológica atención a viudas, entre otras cosas; de ahí el llamado a la sociedad civil para que ayude con donativos para sostener a esta agrupación que dejará de existir cuando ya no haya más delitos en contra de la libertad de expresión.

Después del desplazamiento forzado de los Medina, las festividades de diciembre no volvieron a ser las mismas: ni el festival de la piñata que organizaba la radio comunitaria el día último del año, ni las convivencias masivas.

De hecho, su primera Navidad en el éxodo la recuerda como muy triste y Jesús tuvo que vender su automóvil para comprar un pino: “fue de los más secos para que saliera más económico y alcanzara para los regalos”.  También, por aquellos días adoptaron a un gato el cuál “sirvió antidepresivo para todos”. Desde entonces se reúnen en esta temporada con otras familias de periodistas que igualmente han sido desplazadas.

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Periodista independiente que busca incidir desde el oficio, aunque sea con poco, para un mejor país, un mejor planeta. Lo merecemos como especie. Ha colaborado para diversos medios de comunicación...

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