Dicen que los grandes cambios inician con la voluntad de una sola persona. En este caso, la bondad de un hombre que le donó un riñón a un desconocido contribuyó a salvar 30 vidas, por medio de la cadena de transplantes renales más grande de la historia.

Todo comenzó gracias a Rick Ruzzamenti, un hombre sano de 44 años, quien tuvo la idea de comenzar la cadena de donaciones cuando una trabajadora de su centro de yoga le comentó que ella le había donado un riñón a uno de sus amigos que estaba enfermo.

La idea se le quedó fija en la mente a Ruzzamenti, quien fue sometido a pruebas psicológicas y médicas para que finalmente, en agosto del año pasado pudiera donar un riñón. El órgano extirpado a Ruzzamenti fue trasladado a Livingston, Nueva Jersey, donde se le dio a un hombre de 66 años de edad, cuya sobrina habría querido donárselo, pero su tipo de sangre no era compatible con la de su tío. Ella a su vez decidió donar uno de sus riñones a una mujer en Madison, Wisconsin.

Así dio inicio una cadena en la que tan sólo en unos meses, 30 donantes dieron uno de sus riñones a 30 desconocidos, quienes hubieran muerto de no haber recibido el órgano.

Uno de mis familiares o amigos recibe un riñón, en agradecimiento, busco algún desconocido que también necesite uno y sea compatible conmigo. Se lo dono. Entonces ellos harán lo mismo… esta fue la simple pero efectiva formula que desencadenó Ruzzamenti.

A lo largo de 17 hospitales en 11 estados de Estados Unidos, esta sorprendente cadena de transplantes de riñón estableció un récord que inició con Rick Ruzzamenti y finalizó con Donald Terry, de 47 años, en diciembre del año pasado.

Entre el inicio y el final de la cadena, hay historias increíbles, como la de un hombre de Michigan que por el bien de su pequeña hija le dio un riñón a su ex novia; o la de una mujer canadiense que le donó su riñón a uno de sus primos lejanos de Nueva York, después de haberlo conocido accidentalmente en Italia.

Aquí la cadena de sesenta personas:

Basta que una sola persona se preocupe desinteresadamente por alguien más, para que a su alrededor comiencen a cambiar las cosas. La lección aplica para muchos ámbitos de la vida. Ojalá todos aprendiéramos la lección.

 

via New York Times

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