Por Daniel Montes de Oca | @montesdeoca11
Juan Carlos Osorio y la congruencia son enemigos. Al técnico de la Selección Mexicana lo pueden suspender seis partidos pero nadie le impedirá continuar con improvisaciones que a todas luces merman el funcionamiento del equipo.
Más allá del resultado ante la modesta selección de El Salvador y de la necedad declarada del colombiano, sigue siendo incomprensible que sea una tendencia que varios futbolistas jueguen en posiciones que no dominan.
Pasó en Rusia en la Copa Confederaciones y en el debut en Copa Oro se mantuvo el concepto: Elías Hernández y Jesús Gallardo jugando a perfil cambiado en el primer tiempo; Rodolfo Pizarro como media punta cuando su mejor versión es pegado a la banda; Edson Álvarez como lateral derecho, pese a que rinde mejor como contención o central… De tres para arriba los inventos de Osorio.
México trabajó la victoria ante El Salvador con un segundo tiempo en el que imperó la lógica, Elías jugó por la derecha, ingresó Orbelín Pineda (aunque por izquierda cuando luce más por el centro) y el equipo tuvo mayor desequilibrio y atrevimiento.
Jesús Dueñas, otro que debió estar en Confederaciones, fue el más lúcido, el que mejor entendió el partido y marcó los compases del mismo en los buenos y malos momentos. Además, con el ingreso de Molina en el complemento estuvo más cómodo e incluso se dio el lujo de pisar el área rival.
El debut en una Copa Oro de muy pobre nivel lo pasó con buena nota el Tricolor, del que se debe esperar un desempeño sostenido y en ascenso.
Es una realidad que un entrenador es responsable en buena parte del rendimiento de su equipo, pues él decide las posiciones en las que usa a los futbolistas y si optimiza o no sus virtudes… Osorio, en aras de ‘innovar’, suele alejar de su mejor versión a algunos jugadores. Caso concreto el de Rodolfo Pizarro, quien tuvo una actuación discreta pese a que su talento es incuestionable.
Las improvisaciones pueden pesar poco y nada ante rivales tan pobres como los que enfrentará México en la Copa Oro; sin embargo, a Osorio hay que pedirle que de a poco se reconcilie con la congruencia.
