Los gimnasios son como un pequeño microuniverso, que tiene sus propias reglas y características muy peculiares, sobre todo si hablamos de los vestidores de hombres.

Si usted, querido lector, es asiduo visitante al gimnasio (no importa que no sepa utilizar los aparatos y solamente vaya a ver a las muchachas ejercitarse), entonces sabrá que dentro de los vestidores hay quienes tienen comportamientos muy raros y desagradables.

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A continuación enumeraremos ocho de estos molestos comportamientos, los cuales deberían ser evitados por todo aquel caballero que haga uso de unos vestidores.

Cuidado con el spray desodorante

Actualmente están muy de moda los desodorantes en spray, artículo que resulta muy útil pues así no debemos esperar a que seque como ocurre con los desodorantes en barra. Lo malo es que no faltan quienes rocían este spray sin fijarse que además de apuntar a sus propias axilas, a veces también lo hacen al rostro de quienes van pasando.

Aquí lo aconsejable es que respetemos el espacio de los demás y tengamos cuidado cuando usemos estos desodorante, rociándonos únicamente un par de veces y cuidado de no dejar el ambiente nebuloso y apestoso.

Los gases mal dirigidos

Lo mismo que ocurre con el spray, pero ahora con los pedillos de los mamadillos. Si bien andar de pedantes es algo natural, tampoco debemos ser tan desgraciados y andar soltando suspiros negros sin considerar a los demás. Mejor vayan a una esquina abandonada, y discretamente dejen escapar sus angustias.

Realizar comparaciones

Los usuarios heterosexuales de un vestidor para caballeros tienen una extraña fascinación por andar comparando las dimensiones de sus pirrines. Así, aquellos que viven lejos se sienten con la suficiente autoridad de burlarse de los que no fueron tan bien dotados por la naturaleza.

Nomás les recordamos que en esta vida, siempre habrá gente mejor y peor armada que uno…

Dejar pelos en el fregadero

Cuando se afeiten dejen limpio el lavabo, pues es bastante desagradable llegar y ver todo lleno de pelos negros y tiesos. Lo mismo aplica para quienes se quitan los vellos de las axilas o la nariz frente al espejo y dejan todo sucio.

Acaparar el espacio

A menos que pagues un gimnasio de lujo, en promedio los vestidores de los gimnasios no son tan grandes como nos gustaría, y a horas pico (por la mañana o en la noche) estos se llenan. Por eso mismo es un fastidio que haya personas que esparcen sus pertenencias a su alrededor: La maleta por acá, una playera por allá, la toalla tirada… ¡Tampoco es puesto de tianguis!

Cantar, silbar o hacer sonidos molestos

Muchos acostumbran silbar o cantar cuando se están bañando, y está muy bien siempre y cuando lo hagan en su casa pero no en un sitio público. Los demás no tienen por qué soportar tu mísera interpretación de los éxitos del Buki.

Poner música en tu teléfono

Tampoco falta el dude que trae toda la discografía de Arjona en su smartphone y la pone a todo volumen. Para evitar este tipo de cosas fueron inventados los auriculares.

Golden Showers

No es lo que se imaginan… o sí. Y es que con tantos hombres en las regaderas, no son pocos quienes seguramente aprovechan la abundancia de agua para echarse una firma. Al principio parece el crimen perfecto, pero después el olor delata el delito.

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¿Otra ley de etiqueta para el gimnasio qué deseen añadir?

Como bonus, para que las chavas se deleiten les dejamos una foto de los jugadores del Atlante en el vestidor, que fue tomada por ahí de 1993, en la que podrán admirar al Piojo Miguel Herrera cuando era símbolo sexual.

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*** Vía Telegraph

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