Por: Mafer Olvera y Paola Palazón

Antes que nada queremos desearles un excelente año y agradecerles de corazón por leernos. Sabemos que será uno difícil, pero el 2020 nos ha dejado una antesala de sucesos que nos permitirán, al menos, estar un poco más preparados. Lo que vendrá es de imaginarse y cada quien tendrá su información y valoración, aquí lo que nos importa es cómo todo aquello que nos ha pasado y lo que seguirá sucediendo nos ha afectado y nos afectará en lo mental y emocional. Hace unos meses se hablaba de la huella psicológica de la pandemia, hoy, luego de casi un año, ya nos alcanzó.

El miedo es una emoción básica, primaria y universal de los animales y los humanos. Es un mecanismo de respuesta provocado por una sensación de peligro, que puede detonar ansiedad, paranoia, ataques de pánico, fobias, estrés, falta de control, alteraciones del sueño, desasosiego, malestar, entre otras consecuencias.

¿Les suena?

El COVID nos ha afectado a todas y todos en términos emocionales: hayas padecido la enfermedad o no. Desde el temor a contagiarte, contagiar a otros, las consecuencias económicas para tu entorno o para ti, la posibilidad de enfermar de gravedad, perder a alguien o hasta morir. La mente es capaz de llevarnos a lugares inimaginables y resulta el alimento principal para esos trastornos de ansiedad, del sueño y de la conducta en general, mismos que durante la enfermedad se convierten en uno de los enemigos más difíciles de vencer. Bien dicen que este virus ataca directamente a tu lado más vulnerable, por ello cada quien lo vive diferente.

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Foto: Getty Images.

Mientras la cara científica y médica se preocupan por el aspecto físico, el daño orgánico al cuerpo, los tratamientos y vacunas; nos parece imprescindible ocuparnos también del lado intangible y en algunos casos más peligroso que tiene que ver con las alteraciones mentales en lo individual y colectivo. El simple hecho de pensar y leer o ver las noticias sobre COVID es ya una patología para muchos, lo cual resulta entendible ante el caos y el nivel de emergencia por el que atraviesa nuestro país, la Ciudad de México y varios estados. ¿Qué pasa si me enfermo? ¿Cómo me atenderé? ¿Conseguiré una cama si empeoro? ¿Oxígeno? ¿Qué pasa con mis familiares? ¿Qué pasa con mis hijos/as si yo enfermo?

¿Se han hecho alguna de estas preguntas?

Seguramente la respuesta es sí, porque lamentablemente lo que parecía un escenario inimaginable nos ha rebasado y conseguir una cama de hospital o un tanque de oxígeno es hoy un imposible. La cantidad de casos cada vez más cercanos o propios son como un susurro escalofriante al oído: COVID está más cerca de lo que creíamos y muchos todavía no se han dado cuenta –gobiernos incluidos–.

Por eso, quisimos iniciar este espacio preguntando a quienes se han contagiado o no ¿a qué le tienen más miedo? Las respuestas al sondeo que realizamos de entrada nos sorprendieron porque en tan solo dos semanas 427 personas se animaron a responder, lo cual por un lado visibiliza la necesidad de las personas de hablar de manera más seria sobre el tema y por otro, refleja la ausencia total del gobierno para si quiera reconocer y asumir la responsabilidad del Estado en el tema de la salud mental –esto desde antes de la pandemia, pero hoy se encrudece–.

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Foto: Cuartoscuro

Claro, muchos de ustedes pensarán, pero si no hay insumos básicos en hospitales, cómo pedimos atención clínica ante los efectos mentales durante y post enfermedad; pues aquí les decimos que será tan importante elevar los niveles de oxígeno en la sangre y tratar la neumonía, como atender puntualmente la posible ansiedad o depresión que esté alterando absolutamente todas las funciones del cuerpo. Y para quien no lo crea, pregunte a quienes lo han padecido si sufrieron de ataques de ansiedad, pánico o miedo extremo y verán que en muchos casos ése fue el tema principal entre enfermos graves y no graves. Incluso pensemos en lo que este miedo colectivo nos dejará a futuro, en nuestros niños, en nuestras propias relaciones interpersonales, en nuestras propias reacciones: ¿será igual cuando alguien estornude en la calle?

En el sondeo que realizamos, 41% de los que contestaron afirmaron haber estado contagiados y de esa cifra, 4,8% aseguró que sufrió la enfermedad en dos ocasiones. Quisimos preguntar esto porque poco se habla de los recontagios y aunque son la minoría son una posibilidad latente que una vez que se ha vivido los embates virus puede generar una angustia mayor: “no quiero volver a pasar por esto nunca más”. Los mismos resultados de esta encuesta arrojaron como unos de los principales miedos de la gente el volverse a contagiar. 58,9% de las personas que participaron así lo afirmaron.

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Foto ilustrativa: Cuartoscuro

Hicimos una distinción en las preguntas para quienes han sufrido el virus y quienes no, pero lo interesante es la similitud y la inclinación hacía las mismas emociones. Por un lado, para quienes han tenido la enfermedad lo más difícil- en términos emocionales- ha sido lidiar con la ansiedad (61,8%), controlar el miedo (53,9%) y los trastornos del sueño (49,1%). Sus principales miedos y preocupaciones han sido el temor a que la enfermedad avance y tener que requerir hospitalización (62%), el temor a morir (46,6%), la culpa por haber contagiado a otras personas (42%) y la recaída de la que ya hablamos.

¿Con qué secuelas te quedaste luego de haberte recuperado? Tristeza, niebla mental, pérdida de la memoria, insomnio, culpa, depresión. Miedo, miedo, miedo, miedo, miedo. Miedo es la palabra que más se repite.

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Freepik

Por otro lado, aquellos que no se han contagiado también se han llenado de angustias ante esta situación; y en este caso, la preocupación por su entorno y por un avance en la enfermedad parece ser más fuerte que el propio contagio (posiblemente por las condiciones de colapso del sistema de salud, del que ya hablamos).

Entonces tenemos respuestas donde el principal temor va en encontrarse a sí mismos o algún ser querido en una situación de gravedad (62,3%), la muerte propia o de algún ser querido (58,9%), el miedo al contagio de algún familiar o ser querido (53,6%), frente a 31,4% que contestó que su principal temor es el contagio propio. Ante esto reflexionamos: la sensación de inseguridad que se ha generado tras las condiciones del sistema de salud sin duda pueden influir en este estado colectivo de temor.

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Foto: Nanographics

Finalmente y como una manera de reforzar nuestra lucha personal por la creación de políticas públicas y la atención a la salud mental de la ciudadanía en general, cerramos con una pregunta muy sencilla, pero tan vital como poderosa: ¿consideras que además de los cuidados médicos, la ayuda mental y emocional podría reducir el impacto tan duro del COVID entre enfermos o no enfermos? La respuesta fue contundente: 96,5% dijo que sí.

Tan claro, como necesario.

Queremos cerrar esta colaboración, diciendo que nosotras somos parte de este sondeo porque lo hemos vivido en carne propia y queremos insistirles en que no estamos solas ni solos, en que de ésta saldremos adelante si nos apoyamos y entendemos unos a otros y que las secuelas mentales de este virus y de esta pandemia sí son reales y será fundamental perder el miedo a tratarlas y enfrentarlas. En www.sikiestarbien.com todavía está vigente la campaña #HoyVaPorTi, ingresa, pide ayuda y salgamos adelante juntxs.


Mafer Olvera y Paola Palazón Seguel son creadoras de SIKI y Ser Mamá Hoy, plataformas de bienestar emocional y promoción de la salud mental. Mafer es creadora del modelo Hospital de las Emociones, consultora en juventudes y salud mental, y Paola es autora, emprendedora y creadora de proyectos de bienestar emocional y espiritual.

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