Bahidorá se encuentra indudablemente en el mejor momento de su historia. Este “ritual anual”, como lo llama su director Iñigo Villamil, ha estado en una metamorfosis de ocho años para poder brindar una de las experiencias más personales y transformativas en circuito de los festivales en México. El Carnaval, como también se le conoce, es un espacio de conexión en el que viejos y nuevos amigos se juntan año tras año para vivir tres días de incansable fiesta en los que la práctica de valores es el motor principal de acción.

Siendo los valores el eje guía de la comunidad que ha creado Distrito Global en Bahidorá, era casi natural que una de sus máximas prioridades por mejorar haya sido la sustentabilidad. Comenzando con la frustrada idea de que fuera un festival amigable con el medio ambiente, fue un proceso persistente y obstinado lo que los llevó a poderse presentar en esta octava edición como el primer y único festival ecológicamente sustentable del país.

En esta entrevista con Iñigo Villamil, tuvimos la oportunidad de platicar sobre lo que es la experiencia de ir al Carnaval de Bahidorá y su relevancia en la escena de los festivales. Así como del increíble proceso por el que han pasado para poder lograr ser un festival sin emisiones de carbono, la intención de permear valores en la sociedad y ser un ejemplo para otros festivales, y sobre el futuro de su proyecto.


-¿A qué le atribuyes que año con año Bahidorá se vuelve más grande e importante en la escena de los festivales mexicanos?

“Mira, creo que es un festival muy original en su formato y en la relación que tenemos con la comunidad que va. Tenemos una relación muy próxima. No somos, osea, no es una organización tan distante. Yo no lo considero un evento de consumo. Como un evento al que vas y consumes música y te vas. Me da más la sensación de que es un evento participativo. Un evento en el que vas y hay una comunión con todos los asistentes en el que se viven momentos mágicos resultados de una intención”.

“No es un festival con la intención de hacer dinero. No nació con ninguna otra intención más que la de reunir a las personas que tenemos cerca y crear estos momentos especiales de conexión y realización. Entonces creo que en ese sentido es un festival muy original. Además es un evento al que vas a pasar tres días, no es cualquier cosa. Vas y te estacionas y convives con la experiencia tres días”.

“Te sumerges en la experiencia y esto tiene cualidades transformativas. Yo he ido a otros festivales del estilo, que tienen la misma intención y te transforman. Te vuelven creo que una mejor persona. Una que conecta con más personas, que conecta con todos los que van y eso le abre el corazón a la gente. Y todo eso combinado con el estilo de música que ponemos, que es música excepcional, no te la encuentras en cualquier festival más Las Estacas y todo eso se combina para tocarte de alguna forma”.

-Bahidorá es un festival que abarca muchísimos ejes: Música, Arte, Sustentabilidad, Sentido de Comunidad y Diversidad por mencionar algunos. ¿En qué momento consideras que la combinación de todos estos ejes que se presentan en Bahidorá se fusionan de una manera exitosa?

“Pues… Creo que es un tema muy de corazonada (risas). Nosotros hacemos nuestro trabajo, hemos ido creando una organización que le dedica atención a todas estas partes. Yo y el equipo hemos sido muy diligentes en crear manuales operativos, en escribir nuestros valores, en crear nuestros reglamentos internos, en crear el reglamento para la audiencia, el tratar de comunicar el por qué estamos aquí”.

“El punto de referencia es cómo te sientes ahí en el festival. Y ya sumergido en el evento, a mí me pasan muchas cosas por la cabeza y por el corazón. Y me inspira voltear a ver gente sonriente y gente feliz. Es ahí donde nos felicitamos los unos a los otros y vemos que la combinación de todos estos ejes están haciendo su efecto. Es una especie de parámetro”.

-¿Cómo fue el proceso de ser un festival invasivo y contaminante para el medio ambiente, a ser el primer y único festival en México que es sustentable?

“El primer año que hicimos Bahidorá, y creo que de alguna manera lo decimos en el documental ‘Bahidorá Sustentable’, sí venía de una intención correcta y queríamos hacer un festival que promoviera el valor de la sustentabilidad. Solo que en ese momento no sabíamos cómo. Cuando aconteció el festival nos dimos cuenta que teníamos esta parte completamente fuera de control. Pero la intención estaba ahí. Entonces identificamos para pronto el tipo de cosas que no podíamos volver a permitir, y nos aliamos con ‘Impacto 0’. Buscamos un aliado porque es algo que requiere no solo de mucho esfuerzo sino esfuerzo de profesionales”.

“Entonces creamos esta alianza. Ellos también eran nuevos en esto, porque a ver, este tema es nuevo no solo en México sino en el mundo. Los festivales sustentables apenas están intentando de entender y definir sus estrategias. También en Europa y en Estados Unidos. Por lo que los integramos al equipo y les dimos completa libertad de aproximarse a todas las personas del equipo y poco a poco ellos fueron formulando el programa hasta incorporar el estándar internacional de eventos sustentables, que es un ISO. Este ISO ya lo aplican y lo han ido aplicando los últimos cuatro años buscando incidir en absolutamente todos los aspectos. Pero a la fecha hay algunos que son muy complicados e incluso imposible”.

“Te pongo un ejemplo: nosotros compensamos toda la huella de carbono emitida en el festival. Incluyendo los vuelos de artistas y demás. Pero nos gustaría reducir nuestra huella en el sitio usando biodisel. Plantas eléctricas que usen biodisel. Lo que sucede es que el biodisel es muy escaso en México. No podemos conseguir suficiente para alimentar el festival. Todavía no hay un mercado, es demasiado caro. Ese es un ejemplo de algo que es imposible para nosotros lograr. Pero hemos avanzado muchísimo, y cada año el festival es más ejemplar en ese sentido y nos enorgullece mucho poder ser punta de lanza y dar un ejemplo que con suerte pueda permear a otros festivales”.

-¿Otros festivales se han acercado a ustedes para replicar sus prácticas de sustentabilidad?

“Sin duda. Aunque no directamente, se han acercado a ‘Impacto 0’. Ellos son independientes pero a través de Bahidorá han aprendido y han mejorado su práctica. Pero sin duda. Y no solo festivales sino también patrocinadores. Corona tiene y ha tenido varios eventos y ellos mismos a partir de que nosotros les exigimos, porque no les dimos opción, que los vasos del festival fueran compostables, ellos incorporaron estos vasos a todos sus festivales”.

“Entonces este tipo de prácticas sí van permeando y tenemos la esperanza de que se vuelvan un estándar en la industria por completo y que se vuelva una obligación. Incluso hay esfuerzos por parte de nuestros colegas de volverlo una ley. Que eventos por arriba de cierto número de personas tengan la obligación legal de cumplir requisitos de ciertos estándares de sustentabilidad”.

-Esta octava edición llegará como el punto más alto de madurez del festival. Se siente un festival sólido en cada aspecto que lo engloba. ¿Se sienten cómodos en donde están o tienen en mente nuevos proyectos para crecer, para cambiar, para transformarse?

“Pues, realmente no sabemos qué nos depara en un futuro, pero la intención es consolidar este festival en Las Estacas y consolidar nuevos festivales. También manejamos Akamba cerca de Guadalajara, que trae mucho la misma intención: ponemos arte, tiene su programa de sustentabilidad, y la intención detrás es muy similar. Nos encantaría poder explorar algún otro territorio para poder seguir haciendo esto y poder llevar esta experiencia a lugares donde no existe”.

“En sentido de Bahidorá, el espacio nos limita en sentido de tamaño. No tenemos la intención de crecer más, pero sí de seguir mejorando la experiencia y que se vuelva lo que creo que ya es algo para muchos de nosotros: un ritual anual que no nos perdemos por nada. En donde nos encontramos con viejos amigos y es nuestra celebración”.

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