Perdonarán la expresión que vamos a utilizar a continuación, pero la presentación de Kadavar y Wolfmother en el José Cuervo Salón lo vale totalmente y prácticamente resume lo que cualquiera que  acudió al show piensa: “¡No mames, qué concierto tan chingón!”.

Kadavar nunca se había presentado en México y Wolfmother lo hizo en 2010 para una sesión privada, así que la espera para ver a estas bandotas en vivo ya había sido mucha y, la verdad, no pudimos haber esperado algo mejor.

Kadavar

Pocas veces en México tenemos la oportunidad de ver a una banda que venga en el justo momento, cuando se encuentran en la cúspide, o en ese instante en el que sabes que la banda está a punto de despegar hasta la estratosfera. Es muy raro que el empresario se arriesgue a apostarle a una banda “nueva”, a menos que sea lo suficientemente popular para garantizar una buena entrada y venta de boletos. Generalmente se trae a las bandas tarde, cansadas, parchadas, viviendo de las glorias pasadas.

Afortunadamente la decisión de añadir a Kadavar, al anunciado concierto que daría Wolfmother en el José Cuervo Salón ha sido una de las mejores y más atinadas que se han tomado en muchos años.

Si bien Wolfmother ya tiene un público cautivo, también es cierto que los alemanes Kadavar, en apenas cuatro años de su formación han logrado consolidar una buena base de seguidores, que además sorprendentemente en México se contaron por centenas en este abarrotado concierto.

En punto de las 8:30 de la noche, con puntualidad inaudita, el trío de gigantes barbados toma el escenario y sin más comienza la descarga de riffs macizos y una poderosa batería ubicada al frente y en medio del escenario. “Liquid Dream” abría la noche con un sonido retro. La batería hipnótica nos lleva con su ritmo a un éxtasis que va creciendo conforme avanzan los riffs.

“¿Cómo la pasan esta noche México?” pregunta el guitarrista Cristoph Lindemann, para de inmediato empezar a rasgar los primeros acordes de Living In Your Head”, un tema en el que el músico se pudo lucir con un excelente solo que iba de menos a más hasta envolvernos a todos en un grito que se fusionó con las notas de su guitarra. Sin pausa alguna y a la cuenta del baterista Christoph Bartlet, el grupo asesta un golpe mortal con “Doomsday Machine” una de sus piezas más conocidas en el mundo virtual y material. La gente saltaba de emoción al escuchar el vertiginoso ritmo que este enorme baterista llevaba, cual si fuera una especie de Ginger Baker reencarnado. Cuando llega “Black Sun” hay algunos problemas de audio, al parecer provocados por uno de los tambores de Bartlet. El sonido es el puro recuerdo retro de los 70, cuando a las bandas pesadas simplemente se les denominaba “Rock”, imagínense que eso era lo que representaba la palabra, volumen alto, distorsión y voces poderosas. Pequeños amplificadores Vox (los mismos que usaban los Beatles), pedales de fuzz y una batería que suena…¡a batería! (no a triggers ni cosas digitales) son los elementos que conforman el quehacer artístico de esta banda.

Con intensa densidad prosiguen con “All Our Thoughts”, una rola lenta pero efectiva, el maestro Lindemann se deja ir en un nuevo éxtasis usando su wah y sacudiendo su enorme greña sin parar. La ligan con otro de sus “hits”, “Come Back Life”, un tema que ha tenido gran difusión en diferentes redes sociales, ayudados por el video que grabaron para el mismo. La voz del guitarrista es completamente infalible, no desafina, lo estamos escuchando tal cual como lo plasmó en la grabación.

El grupo elige dos temas más para cerrar la velada, “Creature of the Demon” y “Forgotten Past”, ambas marcan un contrapunto cadencioso, de cualidades casi funkeras. El bajo del mega gigantesco Simon Bouteloup, ayudado por distorsión y octavadores sostiene perfectamente la explosión sónica que emana de la guitarra y batería.

La actuación de Kadavar se inscribe como una de las mejores del año y quienes fuimos testigos de este show podremos decir que vimos a la banda en un gran momento de su carrera, cuando apenas iban comenzando. @ivannieblas (El Patas)

Wolfmother

Ok, dejemos a un lado el hecho de que Andrew y compañía tocaron por casi 2 horas y que salir al escenario después de Kadavar era un compromiso muy grande. Si algo destacó en el show de anoche de Wolfmother fue el público. He estado presente en el José Cuervo Salón muchas veces y en muchos conciertos que han sido sold-out pero nunca había visto a unos fans tan entregados, desmadrosos y contentos como los que hubo la noche del jueves en el caluroso recinto capitalino.

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Para empezar, se necesita ser una banda de la talla de Wolfmother para empezar un concierto con tres trancazos que muchos esperarían escuchar hasta el final de un concierto: “Dimension”, “New Moon Rising” y “Woman”. Con nada más que sus instrumentos (ni siquiera una manta de fondo); Andrew, Ian y Vin salieron con su look de hippie setentero para demostrarle a sus fans mexicanos que el rock debe ser crudo, sucio, directo y ruidoso.

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Además de la excelencia musical de Wolfmother, el público se encargó de hacer que el show se sintiera como un verdadero concierto de rock: cervezas volando, nubes de humo saliendo de todos lados, gente brincando y convulsionándose hasta en la esquina más lejana del recinto y lo mejor de todo… ¡por fin fuimos a un concierto en el que la gente sí se sabía la letra de prácticamente todas las canciones! No importa si era el gran éxito del primer disco, la rola más destacada del segundo álbum o un tema tomado de la última producción de la banda (New Crown), tooooodo el mundo cantaba cada una de las palabras de todas las canciones y trataba de imitar los agudos gritos del cantante, quien con cada minutos más que pasaba del show se veía más feliz.

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Se podría decir que los empujones con “Apple Tree”, las gargantas desgarrándose con “Mind’s Eye”, los alocados brincos con “White Unicorn”, Andrew abrazando a sus fans en “Feelings” y el headbanging con “How Many Times” fueron de los momentos más destacados del concierto, pero a quién engaño… cuando parecía que el concierto no podría mejorar, Wolfmother decidió que era hora de causar un terremoto al tocar “New Crown”, “Vagabond” y “Love Train”.

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Como era de esperarse, Andrew comentó que fuimos el mejor público que la banda ha tenido en su gira actual. Ya sabemos que ese discursito lo dicen todas las banda a cualquier lugar que van, pero esta vez se pudo sentir que el cantante realmente sentía esto y no fue algo que dijo al aire. Las caras de sorpresa y satisfacción de cada uno de los integrantes de Wolfmother al ver que todos enloquecíamos con cada una de las notas y palabras que sonaban dejaron claro algo: el grupo no se va a volver a tardar 4 años en regresar a México.

P.D.: Por más que en mi cabeza trato de buscar algo malo del concierto, lo único que se me ocurre es que no tocaron “Pyramid” ni “Far Away”, pero tendría que ser un pelmazo para atreverme a tener una queja así después del nivel de show que Wolfmother y Kadavar nos regalaron el jueves en el José Cuervo Salón. @RubenNSons (Rubén Partida)

Setlist:

Fotos:

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Fotos por Diego Figueroa (@halofive)

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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