Ha pasado casi una semana desde el temblor que cimbró y devastó la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Estado de México, entre otros estados, y casi veinte días desde el movimiento que causó daños innumerables y pérdidas humanas en Chiapas y Oaxaca. La solidaridad de los mexicanos se ha manifestado desde el pasado 7 de septiembre y ha persistido —incluso se ha intensificado— con el correr de las horas. Aunque suene a cliché, la tragedia ha sacado la mejor parte de nosotros. O al menos de la gran mayoría. Los intensos y desgastantes trabajos de rescate y remoción de escombros no han parado, el apoyo dentro de los centros de acopio no ha menguado, las palmadas en el hombro, las palabras de aliento, el apoyo entre unos y otros, no han dejado de fluir. Entre nosotros, entre la ciudadanía.
El sismo ha dejado varias postales para recordar. La ayuda desinteresada entre vecinos y completos desconocidos, la solidaridad entre los que perdieron poco y los que perdieron mucho y el auxilio que viene de los lugares más inimaginables y recónditos. Estampas de los héroes del temblor. Por otro lado, el desastre evidencia la inoperancia, el mutismo y el desmarque sigiloso de la clase política. ¿Cuántos diputados o senadores estuvieron en los lugares afectados? ¿Cuántos de ellos ofrecieron apoyo a los damnificados? ¿Cuántos de ellos hicieron algo más que tuitear? En estos días también hemos sido testigos del divorcio entre ciudadanía y gobernantes.
Avelino Méndez, delegado de Xochimilco, fue correteado y agredido físicamente por la falta de apoyo a una de las zonas más devastadas por el temblor de magnitud 7.1. Graco Ramírez fue increpado por voluntarios después de que llegara a un municipio morelense a tomarse la foto. “Ora sí que póngase su botitas y a trabajar“, le ordenó uno de los brigadistas.
Probablemente el caso más emblemático y sonado sea el recibimiento que los ciudadanos le dieron Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación y aspirante presidencial. Vecinos y rescatistas que se encontraban trabajando en Chimalpopoca y Bolívar, en la colonia Obrera, recibieron con insultos, abucheos, reclamos y bañaron con líquidos de dudosa procedencia al titular de la Segob. En una parte de la grabación, se puede observar cómo alguien hasta le mete un zape.
La violencia no se justifica. Estas imágenes sólo sirven para representar gráficamente el hartazgo de los ciudadanos de a pie y su reprobación a los políticos. En este contexto surge una propuesta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que, fiel a su costumbre, en tiempos difíciles busca levantarse como salvador. Este lunes 25 de septiembre, los tricolores presentaron una propuesta para eliminar el financiamiento a los partidos políticos y el proceso electoral del próximo año. Con estas decisiones, aseguró Enrique Ochoa Reza, dirigente nacional del PRI, se ahorrarían hasta 6 mil 800 millones de pesos. Aún hay más.
El proyecto también contempla la reducción de legisladores federales y locales que llegan a sus cargos por la vía plurinominal. Con esta inteligentísima movida se podrían ahorrar hasta 11 mil 600 millones de pesos. César Camacho Quiroz, coordinador tricolor en la Cámara de Diputados, afirmó que buscarán consensos con otros partidos para darle luz verde a este plan. El proyecto suena muy bonito y todo, PEEEEEROOOOO…
1) El PRI, al igual que los demás partidos políticos, se están colgando medallitas que no le corresponden. La ciudadanía fue la que impulsó esta propuesta y metió presión. Esto ahora parece un concurso de quién da más feria. ¡Recuérdenlo! Ese dinero no es de los políticos. Son las contribuciones de los ciudadanos. No están donando ni merga nada.
2) Legisladores priistas, panistas y de otros colores, además de los mismos consejeros del Instituto Nacional Electoral, criticaron la iniciativa cuando fue retomada e impulsada por Morena. Entonces, los políticos pensaban que era una medida proselitista y que se impulsaba para conseguir votos rumbo a las elecciones del próximo año. Sin que esto esté del todo errado, ¿por qué cambiaron su posicionamiento en apenas unas cuantas horas?
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3) Dicen que los mexicanos somos de memoria corta. Pero no tan corta. En enero pasado, el PRI propuso exactamente lo mismo ante la crisis generada por el gasolinazo (que ellos aprobaron). El tricolor trató de revivir una de sus propuestas de 2014 de reducir al menos 100 diputados y 32 senadores plurinominales. Los legisladores de representación proporcional nacieron como un contrapeso contra la mayoría del PRI en el Congreso de la Unión. En 1993 se determinó que un partido que obtuviera 60% o más de la votación no podía contar con más de 300 diputados.
En caso de que estos desaparecieran, se facilitaría el camino para que un partido político lograra una mayoría artificial. Esta decisión implicaría abrir la brecha entre el número de votos obtenidos por un partido político y la representación en curules que finalmente logra en el Congreso.
4) En las propuestas del Frente Ciudadano por México (PAN-PRD-Movimiento Ciudadano), Morena y PRI falta que se especifique de qué manera se van a transparentar los recursos y cómo podrá la ciudadanía estar pendiente sobre su uso.
Hay que mantener el dedo en el renglón. Es necesario que los partidos políticos reduzcan su financiamiento. Es necesario que esos recursos se destinen a los lugares afectados por los recientes desastres naturales (y también por la corrupción y la negligencia). Pero hay que analizar los mecanismos y sus posibles implicaciones.