Lo que necesitas saber:
Desde 1925 se sabía que CDMX se estaba hundiendo y el proceso sigue con riesgos importantes sobre todo para la zona Oriente.
Chilangos, chilangas, mexiquenses… seguro vieron la información acerca de que, en menos de 10 años, en CDMX habrá zonas inhabitables a causa de su propio hundimiento. Nosotros quisimos saber más al respecto como qué zonas son las más vulnerables o por qué sucede este proceso de subsidencia.
Y para eso platicamos con el geólogo Alejandro Méndez, quien nos explicó que Ciudad de México enfrenta un fenómeno silencioso, sí, pero destructivo o que al menos podría generar mayores estragos que los sismos.

Estragos como el desplazamiento forzado en determinadas zonas, la reducción de la expectativa de vida o del funcionamiento de inmuebles y hasta de la infraestructura del transporte público como el Metro de CDMX.
Hundimiento de CDMX: Un fenómeno silencioso pero destructivo
“Este fenómeno aunque silencioso está generando un problema a gran escala en el Oriente de la ciudad, que a largo plazo podría haber desplazamientos”, nos indicó vía Zoom el geólogo Alejandro Méndez, con quien hemos charlado en ocasiones anteriores sobre la Falla Plateros-Mixcoac —acá pueden leer más al respecto.
En cuanto al hundimiento de CDMX, partimos de la información que publicó EFE vía las entrevistas con dos geólogos de la UNAM, Sergio Rodríguez y la geóloga Wendy Morales, quienes pusieron en la mesa un par de posibles soluciones a esta gran y ya histórica bronca.

Como la descentralización de CDMX, la construcción de centros urbanos mejor planificados —donde la gente pueda encontrar empleos, acceso a hospitales, escuelas— o el traslado de las industrias fuera de la capital de México.
¿Qué está pasando en CDMX?
Al año, CDMX se hunde entre 10 y 30 centímetros. De hecho, alcanza los 40 en algunas zonas de la ciudad como en Iztapalapa.
Y, de acuerdo con las estimaciones de los geólogos de la UNAM entrevistados por EFE, este proceso provocaría el desplazamiento forzado de la población como consecuencia de las inundaciones o la escasez del agua… problemas ligados al hundimiento de la ciudad.

De hecho, Wendy Morales declaró que CDMX está en un punto de “no retorno” y que hay de dos sopas: que la población y los gobiernos se adapten o que haya desplazamientos a otras entidades de nuestro país. Sin embargo, ¿por qué sucede esto?
¿Por qué se hunde CDMX?
Desde 1925 se sabía que CDMX se estaba hundiendo. Ese año, el ingeniero Roberto Gayol le pasó este dato a la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos, así que las autoridades no están ante un problema nuevo.
Aunque las causas, al parecer, siguen sin resolverlas. El hundimiento de CDMX se debe a varios factores como la extracción de agua de los pozos.
“La explotación del sistema de acuíferos que está debajo de la cuenca, aunque sabemos que tenemos el Sistema Cutzamala que aporta alrededor del 30% del agua potable (para la Ciudad de México), el resto tiene que ver con los pozos“, explicó Alejandro Méndez.

Además de la sobreexplotación de los acuíferos, tenemos el peso de las construcciones. El resultado de estos factores es la subsidencia o el hundimiento gradual del terreno llevado al límite de su capacidad.
Alejandro Méndez, por otra parte, nos explicó que la tasa de hundimiento depende de las zonas:
“Hay zonas, por ejemplo, del Centro que andan entre 5 a 10 centímetros al año y ya a niveles extremos cerca del Aeropuerto Benito Juárez (AICM) la tasa ya rebasa los 35 cm al año”.
Las zonas más vulnerables
Siguiendo con la explicación de Méndez, tenemos que las zonas vulnerables al hundimiento en CDMX son:
La Zona Oriente de la GAM —la alcaldía Gustavo A. Madero en lo que es la primera, segunda y tercera sección de Aragón, Río de los Remedios, el tramo exterior de la Línea B del Metro o todo lo que está pegado a lo que sería el aeropuerto de Texcoco. En todas esas zonas se registran subsidencias.

“La mayor zona de hundimiento es Pantitlán, Neza, Agrícola Oriental, buena parte de Zaragoza, los Reyes, Santa Marta, esta es la zona donde hay mucho sedimento que se está comprimiendo con los años”, agregó Alejandro Méndez.
“Se está extrayendo agua de esta zona tanto legal como ilegalmente, entonces, la tasa de subsidios sí es muy grande en toda la zona”, aunque no debemos perder de vista que toda la Ciudad de México se está hundiendo.
El Ángel de la Independencia
Este monumento icónico de CDMX es un ejemplo del proceso de hundimiento de la ciudad.
En 2017, el Instituto de Ingeniería de la UNAM publicó que hasta ese año el registro de subsidencia del Ángel de la Independencia era de 2.5 centímetros al año.
La mayoría de los chilangos sabe que el Ángel de la Independencia se ha mantenido, pese a que el terreno a su alrededor se hunde y que este proceso ha hecho que se construyan escalones adicionales a los originales en la base del monumento.

Méndez mencionó que todo indicaría que “en la zona de Reforma al estar más influenciada por la Sierra de las Cruces, la tasa de subsidencia es más lenta, en comparación con la zona central del altiguo lago de Texcoco donde se encuentra la mayor cantidad de pozos de agua actualmente”.
Un fenómeno silencioso
Para Alejandro Méndez todavía es un poco apresurado indicar con exactitud qué zona será inhabitable, aunque lo cierto es que sí se avecinan problemas porque, además, la tasa de hundimiento de CDMX es una de las más grandes del mundo en términos de zonas urbanas.
“La verdad es que no sabemos en qué momento se va a parar”. Lo que sí es certero, son las estimaciones de los daños.
Les contamos que Méndez consideró a este proceso de hundimiento como un fenómeno silencioso pero que está provocando “estragos mayores” más que incluso los sismos.
Sobre todo por los daños a las infraestructuras tanto inmobiliarias como del Metro de CDMX.
“Si tienen una esperanza de vida de 80 o 60 años, pues la restan 30 o 40 años de vida y este es un problema porque tanto infraestructura de primer nivel como el Metro o el drenaje pierden esperanza de vida justo por la subsidencia”.
Méndez recordó la Línea 9 del Metro —la café que va de Pantitlán a Tacubaya— donde las autoridades tuvieron que armar un plan de rehabilitación y restauración porque ya había un desnivel considerable.
A las respuestas mencionadas al inicio de este texto, sumamos la propuesta de Alejandro Méndez, quien consideró que la clave podría estar en dejar de sobreexplotar el acuífero chilango.
Y si bien Clara Brugada presentó un plan de acupuntura hídrica o la perforación de pozos para la filtración del agua de lluvia, Méndez estimó que los resultados —y su magnitud— se verían muy a largo plazo.

