Lo que necesitas saber:
El drenaje profundo de CDMX no es otra cosa que una red de túneles subterráneos que llevan y separan las aguas negras y pluviales.
En cada tremendo aguacero que cae en la temporada de lluvias y las posteriores inundaciones —provocadas por varios factores— muchos se preguntan qué onda con el drenaje profundo de CDMX.
¿Está rebasado? ¿Ya colapsó? O, ¿cuál es su situación actual y cómo está ayudando? O, ¿se está rezagando para ayudar a CDMX a librar las inundaciones?

En Sopitas.com platicamos con José Alberto Nochebuena, investigador posdoctoral en el Instituto de Geografía de la UNAM, quien nos explicó que el drenaje profundo de CDMX no está colapsado, peeeeeero sí tiene 3 grandes retos o desafíos para cumplir con su misión.
Drenaje profundo de CDMX
“El drenaje profundo es la obra subterránea y si no es que el megaproyecto mexicano más importante de los últimos 50 años, así de sencillo”, nos dijo vía Zoom José Alberto Nochebuena.
El investigador en el Instituto de Geografía de la UNAM destacó que que no existe otra obra de ingeniería más importante ni más sólida, extensa y vital para CDMX que esta red de túneles de drenaje.

De hecho, no se trata de una red cualquiera, pues la profundidad del drenaje profundo está entre los 120 y hasta 250 metros debajo del subsuelo.
Además de que su longitud supera a otra de las grandes redes que cruzan CDMX y Edomex:
Hablamos del Metro de CDMX cuya longitud es de 226.4 kilómetros, mientras que el drenaje profundo es de 270.

“Hoy en día tenemos 270 kilómetros de esa red de túneles que inician en Ciudad de México —en diferentes puntos— y van hacia la cuenca del río Tula, aprovechando que CDMX está a una altitud muy importante, más de 2 mil metros sobre el nivel del mar.
Y eso nos permite gestionar las aguas, sobre todo, de tormenta que, como ya vimos, no dan tregua”, señaló el también doctor en Sociología por la UNAM.
¿Para qué sirve el drenaje profundo?
Ok, para responder esta pregunta es un poco necesario que nos vayamos unos siglos atrás en la historia de la capital de México.
Porque recordemos que CDMX está construida sobre una cuenca cerrada que, en la época mesoamericana, estaba formada por un sistema lacustre de 5 grandes lagos:
Texcoco, Zumpango, Xochimilco, Xaltocan y Chalco. Y que durante las temporadas de lluvias estos lagos se convertían en uno sólo hasta alcanzar los 2 mil kilómetros cuadrados de superficie.

La cosa es que las lluvias también representaron un desafío para la civilización mexica, cuyo ingenio construyó el albarradón de Nezahualcóyotl —una obra de ingeniería hidráulica para regular la entrada y salida de las aguas— y otros diques que ayudaron a evitar las inundaciones en Tenochtitlán.
Después de la caída del imperio mexica, los españoles decidieron construir la capital de la Nueva España en este emblemático sitio —no sin antes barrer con las obras hidráulicas de los mexicas.
La gran bronca es que estas decisiones enfrentaron a la capital de la Nueva España a idear una manera para desalojar el agua de lluvia para evitar las inundaciones. Y, ¿lo lograron? La verdad es que no.
A través de los años se llevaron a cabo proyectos para construir obras de drenaje que ayudaran a CDMX en el control y el desalojo de las aguas residuales y pluviales (de las lluvias), además del hundimiento por la sobreexplotación de los pozos.

Entre los siglos XVII y XVIII se construyó el tajo de Nochistongo. En 1900 Porfirio Díaz inauguró el Gran Canal del Desagüe y en 1962 comenzó a operar el Emisor Poniente.
Hasta que en 1975 —tras un debate con los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echevarría— llegó la obra de ingeniería hidráulica más importante de México para controlar las inundaciones, separando las aguas negras del agua de lluvia.
Y mejorar la calidad sanitaria en distintas zonas de CDMX: el drenaje profundo que en 2025 cumplió sus 50 años de operación.

“Tuvimos la fortuna de desarrollar esta tecnología, no todos los países del Sur global han logrado dominar la construcción de túneles a estas profundidades, es muy complicado, es muy costoso y requiere de una ingeniería geotécnica muy avanzada.
Y por la misma problemática de los hundimientos, en los años 50, nosotros tuvimos que desarrollar sí o sí esas capacidades técnicas”, nos explicó Alberto Nochebuena.
Túneles masivos
Entonces, va un resumen: el drenaje profundo no es otra cosa que un sistema o una red de túneles subterráneos que llevan y separan las aguas negras y pluviales con tuberías que tienen un diámetro de entre 3 y casi 7 metros.
Una cosa gigantesca y cuya profundidad está entre los 150 y 200 metros. El drenaje profundo corre por el subsuelo de CDMX y algunas zonas del Edomex hasta llegar a Hidalgo, donde descarga en el río Tula.
El Túnel Emisor Central —el de 1975— es considerado como la columna de esta red y la construcción del Túnel Emisor Oriente, inaugurado en 2019, ayuda a duplicar su capacidad operativa de desalojo.

“Los túneles son realmente masivos, pueden desalojar o están diseñados para desalojar hasta 250 metros cúbicos sobre segundo. O sea, un mundo de agua”, explicó José Alberto Nochebuena.
Va un ejemplo del mismo investigador del Instituto de Geografía de la UNAM: CDMX consume 30 metros cúbicos sobre segundo de agua y los túneles del drenaje profundo tienen una capacidad “para desalojar agua incluso hasta 8 o 9 veces más de lo que consumimos de agua”.
¿El drenaje profundo de CDMX está colapsado?
“El drenaje profundo no está colapsado. Estaríamos hablando de un escenario de catástrofe si eso fuese y nada más falso”, respondió José Alberto Nochebuena.
Si el drenaje profundo estuviera colapsado, CDMX estaría inundada durante semanas o meses.
“No es la situación que tenemos y estamos muy lejos de ello”, añadió el investigador.

“Sí hay puntos de la ciudad donde se producen encharcamientos muy preocupantes, muy significativos, pero de eso a decir que el sistema de drenaje está colapsado, eso es absolutamente falso.
Podríamos afirmarlo si a lo mejor hoy en día el Túnel Emisor Central o el Túnel Emisor Oriente estuviesen dañados”, señaló.
Y si bien el drenaje profundo es funcional, lo cierto es que su supervisión y mantenimiento es clave.
“Hay túneles que no sabemos cómo están y ya son muy viejos, uno de ellos es el Interceptor Poniente que tiene 60 años y es el abuelito del drenaje profundo, pero no le hemos dado ninguna atención”, añadió Nochebuena.
3 grandes retos
“Hay que darle mantenimiento y hay que ver si hace falta más drenaje profundo”, explicó José Alberto Nochebuena para después enumerar 3 grandes retos de este sistema.
Para el autor del libro ‘Obra Oculta’ (precisamente sobre el drenaje profundo de CDMX) el principal reto es garantizar o llevar esta red a donde se necesita.

El más claro ejemplo es Chalco. “En 2024, Chalco se nos inundó de manera catastrófica, pasaron muchas semanas para que el nivel de las aguas (negras) finalmente bajara”.
¿Por qué se inundó Chalco? La investigación de Nochebuena apunta a que no existe un drenaje profundo por aquella zona.
Inversión y participación de las autoridades
“El segundo reto es en materia de encharcamientos y es el debate que hay que dar:
Poner en la mesa de discusión si lo que hace falta es incrementar la capacidad gubernamental para invertir en las obras de drenaje y así actuar antes de las temporadas de lluvias y no de manera reactiva”, apuntó.
Y el tercer reto está relacionado con la participación metropolitana para controlar y evitar las inundaciones.
O sea, la participación del Estado de México. O, ¿qué tanto están invirtiendo las autoridades en la mitigación en los portales de salida del drenaje profundo?
Por ejemplo, en Tula donde descarga el drenaje y ya hay una bronca importante de inundaciones y desbordamiento de ríos .
“Hace falta una institución tipo lo que teníamos: el fideicomiso metropolitano para obras de saneamiento, habría que considerarlo”, puntualizó José Alberto Nochebuena, quien ha dedicado gran parte de su trabajo a la investigación del proceso de construcción del drenaje profundo.
Y que justo le ha permitido advertir que en la toma de decisiones tiene que estar el personal más apto, como sucedió en décadas pasadas. ¿Ustedes qué dicen?

