Lo que necesitas saber:
Te dejamos 5 claves sobre el nuevo álbum de Mon Laferte, Femme Fatale, que es una oda de la cantante a géneros como el swing y el jazz.
El nuevo álbum de Mon Laferte, Femme Fatale, se presenta como un giro en la carrera de la artista chileno-mexicana. Es su obra más sofisticada, poética y ambiciosa hasta la fecha: una mezcla de pop, bolero, jazz y mucho drama cinematográfico, donde la intérprete se entrega por completo sin buscar la aprobación del mainstream.
Con una propuesta sombría, introspectiva y con una producción brutal, Laferte reafirma su identidad como una de las creadoras más inquietas de América Latina, tras su paso en la obra Cabaret, que influyó bastante en este disco.
‘Femme Fatale’: El título y su símbolo femenino
El nombre Femme Fatale es una declaración estética y emocional de Mon para todo el disco. Retoma la figura clásica de la “mujer fatal”: poderosa, seductora y autónoma. Mon le añade toques de una melancolía inmensa, cantándole al desamor y a la esperanza de tener un nuevo amor.
Pero aquí no se trata del cliché del cine noir, sino de una mujer que enfrenta sus sombras, se observa con crudeza y se libera del peso de agradar. Laferte canaliza esa energía para hablar de deseo, vulnerabilidad y poder, en una especie de autorretrato emocional en una mezcla de jazz, swing y bolero.
Una gran exploración hacia el jazz y sus variantes
Si bien Mon Laferte ha explorado varios géneros en su carrera, en este álbum, el toque jazzístico aparece con mayor fuerza: metales, arreglos sobrios, y cuerdas que dan atmósferas de club nocturno. En este disco tenemos bolero, jazz, algo de swing e inclusive guitarras de bossa nova. La experimentación está presente, con una canción hablada con jazz libre en “1:30”, y el uso de autotune al final de “Veracruz”.
“Otra Noche de Llorar” lo anticipó, con un fraseo elegante y una interpretación que recuerda a las divas del cabaret clásico. Es un trabajo mucho más maduro, en el que ya logra ver de lejos los días en los que cayó redondita en promesas, y desde un lugar más contemplativo, narra historias muy personales, como en “Veracruz” y “El Gran Señor”.
Colaboraciones y una producción impecable
El disco incluye colaboraciones potentes que no suenan forzadas, sino perfectamente integradas al universo Laferte. En el cover a “La Tirana”, junto a Nathy Peluso, ambas canalizan la furia y sensualidad de La Lupe, en un homenaje que equilibra lo teatral con lo visceral.
También destaca “Esto Es Amor” con Conociendo Rusia, una balada donde los mundos de ambos artistas se funden con naturalidad. Junto a TIAGO IORC en “Hasta Que Nos Despierte La Soledad”, Mon canaliza la ternura en una rola a dos voces que funciona rebien e incluso nos deja con ganas de escucharle más canciones en este formato.
Hacia el final del disco, tenemos la asombrosa “My One And Only Love” , en la que se unen nada más y nada menos que Natalia Lafourcade y Silvana Estrada, dos de las voces más icónicas actualmente en la canción hispana. Es una canción de cuna, una balada suave en la que a manera de trío, estas 3 genias nos cautivan.
La producción, a cargo de Mon, Manu Jalil (Francisca Valenzuela, Odisseo) y la mezcla de Nacho Sotelo (Carla Morrison, Daniel, Me Estás Matando) son una clase maestra, en la que con casi una veintena de músicos crean un nuevo clásico en español.
Temática de introspección, pérdida y deseo de autenticidad
Laferte ha dicho que este disco es tan honesto que le costó soltarlo. Y se nota. Canciones como “Veracruz” (dedicada a la persona que inspiró “Tu falta de querer”) o “Femme Fatale” (tema central) son confesiones a corazón abierto, donde se enfrentan el deseo, la culpa y la redención.
No hay intención de complacer: solo de ser. Es la Mon más humana y, paradójicamente, más poderosa que hemos escuchado. Si antes era la denuncia por denunciar, ahora Mon nos cuenta lo que sigue después: la reinvención y volver a creer en el amor.
Rolas esenciales de un disco sin slips
En verdad estamos frente a un disco sin canciones que saltarse, se trata de 14 rolitas disfrutables y asombrosas. Aún así, puedes comenzar con “La Tirana”, con su teatralidad incendiaria, es uno de los grandes momentos del año: un himno a la independencia y la rabia elegante.
“Otra Noche de Llorar” brilla como joya melancólica, con aroma a jazz clásico. Nos encantó “Veracruz”, una rola con mucha influencia de Agustín Lara, es la más íntima pero también innova, con un autotune divertido al final. Y “Femme Fatale”, la canción que da nombre al disco, condensa toda su fuerza interpretativa: sensual, dolida, libre. Pero en verdad, no se lo pierdan de principio a fin.
Esta Femme Fatale no busca hits inmediatos, es un disco anacrónico, en el que Mon se regresa al brillo del swing del primer cuarto del siglo pasado. Es un álbum que tiene la intención de escucharse completo, con luces bajas o un ambiente de club retro, para dejar que Mon Laferte, entre trompetas y heridas, nos recuerde que el amor y la fatalidad son casi la misma cosa.

