¿El ser humano como arma de extinción masiva? La COP15 tratará de llegar a un acuerdo para proteger lo que queda de biodiversidad en el mundo.

Las palabras son de Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU). “El ser humano es un arma de extinción masiva”. Y poco a poco llegamos a un punto de no retorno, en el que la biodiversidad del planeta desaparecerá en la medida que no se lleven a cabo esfuerzo de preservación y restauración de la naturaleza. Esta semana comenzó la Conferencia de Diversidad Biológica de la ONU—conocida como COP15—en Montreal, Canadá, y se pretende lograr un verdadero acuerdo mundial para atender los problemas de biodiversidad que enfrentamos como especie.

Esta COP es similar a la que se lleva a cabo cada año sobre cambio climático y que ya va en su edición 27. Sin embargo, en vez de poner al centro de las discusiones los esfuerzos que se puedan realizar entre gobiernos e iniciativa privada para no llegar a una temperatura superior a 1.5ºC en relación con los niveles preindustriales del planeta, lo que se busca es concertar una mejor relación de los humanos con la naturaleza y las formas en que se puede proteger ecosistemas para que la extinción de especies no continúe a la velocidad actual.

Actualmente, en el mundo hay más de 238,000 áreas protegidas; no obstante lo impresionante que es la cifra, esto cubre apenas 15% de la tierra y 7.3% del mar en el planeta. Y, de hecho, parte del acuerdo al que se quiere llegar en la COP15 involucraría que para 2030 se proteja más del 30% de las superficies y los océanos, con un enfoque específico en la restauración de ecosistemas dañados y atención a especies en peligro de extinción.

Extinción o salvación: ¿cuánto va a costar?

El cambio climático ya es innegable. Poco a poco hay claridad sobre los problemas que conlleva. Y, sobre todo, los esfuerzos colectivos que deben llevarse a cabo para tratar de que sus efectos no sean tan devastadores. Sobre todo, se ha logrado que los discursos de atención a esa crisis ambiental sean fácilmente identificables y en buena medida se debe a lo que logró el Acuerdo de París en su momento. Pero algo muy distinto sucede con los problemas de biodiversidad y extinción en el planeta.

Rara vez se termina de entender cuál es el rol del tapiz de especies en distintos ecosistemas. Y, sobre todo, el impacto de la humanidad sobre ellos. “Un arma de extinción masiva”, que destruye los balances delicadísimos de los que dependen animales, plantas y microorganismos para sobrevivir. La situación es tan complicada hoy en día que queda muy poco tiempo para poder hacer algo antes de llegar a un punto irreversible.

De acuerdo a estimaciones de Naciones Unidas, son necesarios 384,000 millones de dólares anuales en inversión en protección de tierra y mares antes de 2025 para que se puedan alcanzar los objetivos que se pretenden por la COP15 de cara a 2030. Es decir, llegar a una preservación y restauración de ecosistemas en al menos 30% del planeta. Sin ese cuidado a la biodiversidad, de poco servirán los esfuerzos actuales por mitigar el cambio climático. 

Un pacto de paz obligatorio

La apuesta de la COP15 es por crear un pacto de paz, ni más ni menos que entre Humanidad y Naturaleza. El principal problema que se vislumbra para los próximos días de negociaciones es la obtención de recursos para la protección de la biodiversidad y disminución de extinción de especies de plantas y animales en el futuro inmediato. Al final del día, las cantidades de inversión son enormes y no todos los países se pueden dar el lujo de destinar dinero de manera sostenida para estos problemas.

De igual modo, será interesante ver cómo es que gobiernos, sociedad civil e iniciativa privada deciden incorporar a comunidades indígenas y localidades rurales en el cuidado y atención a la biodiversidad de sus países. Incluso, cuando existen áreas naturales que todavía no son “descubiertas” y que pueden contar con recursos valiosos—minerales, por ejemplo—para la producción industrial de una nación.

El castigo de la humanidad a ecosistemas y biodiversidad en su conjunto no es nada más una cuestión abstracta de responsabilidad con la naturaleza. Por el contrario, este tipo de negligencia colectiva con el medio ambiente puede tener un impacto incluso en nuestra forma de obtener alimentos. Al final del día, la extinción masiva de especies sólo lleva a una conclusión última que puede ser más real que fatalista: la extinción de los seres humanos antes de que nos demos cuenta.

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