¿Cómo olvidar la sensación de sorpresa e incredulidad cuando me enteré que Superman, el héroe más poderoso y famoso de todos los tiempos había muerto?
A menudo se dice que las nuevas generaciones carecen de identidad, que ya todo está dicho, y que quienes vivimos nuestra niéz y juventud desde los años noventa hasta la fecha, contamos con muy pocos símbolos que nos identifiquen. Probablemente esta sensación se deba a que actualmente todo se traduce en fugacidad, sin embargo, por supuesto que contamos con personajes y momentos que nos han dejado una huella muy profunda. Sucesos que generacionalmente nos han dejan marcados, tales como la evolución del internet, el cine de Tarantino, la muerte de Juan Pablo II, Los Simpsons, el atentado terrorista contra las Torres Gemelas… o la Muerte de Superman.
Para quienes vivimos nuestra niñez-adolescencia en la década de los noventas, ese suceso en el mundo de los cómics marcó un parteaguas.
Corría el año de 1993, en ese entonces no me consideraba fan de los cómics pero -más por la televisión que por las historietas- tenía una vaga idea sobre los héroes más populares, como Batman, Superman, el Hombre Araña, etc. Como la mayoría de los niños, percibía a estos personajes como seres inmaculados e invencibles.
Por lo anterior, caí impactado la noche en la que un comercial de televisión me dejó sin aliento: La pantalla a obscuros, de fondo la música de una marcha fúnebre y con letras blancas se anuncia que Superman, el héroe más famoso del mundo había muerto. Después aparece el famosísimo de escudo de la “S” ensangrentado. Quedé anonadado. Aquel era el anuncio con el que editorial Vid anunciaba la publicación en México de ese número tan especial.
De inmediato quise saber más al respecto, una noticia así era inconcebible. Tenía que haber un error en esa impresionante campaña publicitaria, que por lo menos, a todos les metía la curiosidad de leer el ahora celebre cómic.
Incluso en el noticiero nocturno de Canal 2 se hizo un pequeño comentario sobre la llegada a México de ese número especial. Días después, después de una espera que se me hizo eterna, en un puesto de revistas me topé con la edición especial en español de Editorial Vid. Los 15 pesos que costaban los obtuve después de rogarle a un tío, a mi mamá y a mi abuela que se cooperaran para comprármelo.
Al tenerla en mis manos la sola portada me estremeció:
Devoré la historia en un día. Conforme pasaba las hojas me fui envolviendo en una aventura que poco tenía que ver con lo que esperaba. Según yo, si algún día mataban a Superman sería usando Kryptonita, y en este cómic el caos era provocado por un monstruo que salió del interior de la tierra, y así, sin mayores explicaciones de su origen, comenzó a sembrar muerte y destrucción a su paso. Cuanto ser vivo y poblado que se cruzaba en su camino quedaba devastado.
A esta extraña criatura se le dio el nombre de Doomsday y desde entonces ha sido uno de los villanos más letales temidos en el universo de los superhéroes.
Cuando ni siquiera la Liga de la Justicia pudo detenerlo, Superman acudió a su encuentro, comenzando así una épica lucha a lo largo de varios estados de la Unión Americana. Golpes intensos, un Superman herido y maltrecho como nunca se había visto, un rival imponente, Metropolis en ruinas y la angustia de ver al héroe que suponíamos indestructible morder el polvo, hizo que cada dibujo se quedara intensamente grabado en nuestros recuerdos.
Recuerdo la sensación al leer las últimas páginas de esta historia y querer meterme dentro de la trama. Al llegar al final estaba en shock: Después de haber detenido a Doomsday en un estremecedor y definitivo golpe, y agonizar en los brazos de una Lois Lane desecha por el dolor. Los dramáticos dibujos finales, con un Superman muerto y derrotado, sumieron mi ánimo en una profunda depresión e impotencia.
Dicen que Superman es uno de los héroes más planos y carentes de evolución, aún así, a mi corta edad eso me importó poco y fue imposible no sentir nostalgia y cierto pesar por la muerte de este héroe. Para un niño Superman encarna la lealtad, las ganas de hacer las cosas bien y a la justicia. Supongo que mucha gente alrededor del mundo tenía o tiene ese mismo concepto sobre este héroe, y por eso, la esta muerte de una u otra forma nos terminó pegando a todos.
Ignoro qué sensación me hubiera dejado la lectura de La Muerte de Superman si hubiera sido más grande, o si mi primer encuentro con ella se hubiera presentado ahora que soy adulto, pero en aquella década de los noventa el choque emocional fue muy fuerte.
Si se trató de un truco por activar las ventas o si la historia no era del todo buena, es lo de menos, lo que permanece en mi mente, y supongo que en la de muchos otros de mis contemporáneos, es el ver la caída de un mito y presenciar lo que jamás imaginamos. La derrota, al menos a mi recién inaugurada generación, aún le resultaba ajena. Todavía no había ocurrido la caída de las Torres Gemelas, la carrera de Michael Jackson aún no se venía abajo y en México vivíamos en una especia de realidad alterna en la que se decía, pronto formaríamos parte del primer mundo.
Un año después todo cambiaría: Asesinarían a Colosio, apareció el EZLN, llegó una terrible devaluación y México fue eliminado cruelmente del Mundial de Futbol de Estados Unidos ’94. De 1993 a 1994 todo pasó, incluso se murió Superman (aunque después supe que en realidad, esta historieta fue publicada originalmente de octubre a noviembre de 1992).
En cierta forma, en México también nos enfrentamos a nuestro propio Doomsday.
Meses después aparecieron otras historias que fueron captando más la atención de aquellos que nos preguntábamos si en realidad la leyenda de Superman se había terminado. Ávidamente compré y leí El Mundo sin Superman y posteriormente ¿El regreso de Superman?, los cuales, al igual que la Muerte de Superman, en México fueron presentados en unos tomos especiales que recopilaban varios de los números que en Estados Unidos originalmente habían salido a la venta por separado .
Poco a poco comprobé no ser el único intrigado con la aparición de cuatro nuevos supermanes en la saga El Reino de los Supermanes, donde cada uno de estos personajes decía ser el verdadero Hombre de Acero y haber vuelto de la muerte. Muchos de mis amigos también estaban atrapados con esta serie de cómics que siguieron innovando y captando la atención de todos.
Mi fascinación llegó tan lejos, que incluso me creía Superboy y como él, todo el día traía una chamarra de cuero y repetía como loco su frase emblemática:
– ¿Te cuento un secreto? Soy un clon de Superman.
Varios números después apareció el verdadero Superman y puso las cosas en orden. La explicación sobre su regreso de la muerte me pareció coherente y bien pensada. No fue ninguna tomada de pelo (bueno, mercadologicamente quizá sí, pero narrativamente no), Superman realmente había muerto y por varias circunstancias únicas, e irrepetibles, volvió a la vida.
Un par de años después Superman tendría su revancha contra Doomsday en la edición especial Superman/Doomsday Cazador/Presa. En este nuevo y último round conocimos el origen de Doomsday y el por qué de su condición indestructible. Superman, con más inteligencia que fuerza se deshace de él y se puso punto final a esta serie de historias que nunca pasarán al olvido.
En tiempos recientes salió una película animada sobre La Muerte de Superman. Verla es decepcionante, pues casi NO tiene nada que ver con el argumento original, además de que le falta el dramatismo y la carga épica del cómic…
Por eso mi recomendación a quienes quieren acercarse a esta historia es que se olviden de esa versión caricaturizada, y mejor lean el cómic para que conozcan esos capítulos inolvidables que se convirtieron en todo un clásico de nuestros tiempos.
Hace unos días volví a hojear mi viejo ejemplar de La Muerte de Superman, y sí, de nuevo me temblaron las manos.
¿A ustedes qué recuerdos les tres esta historieta?
Por @gabrielrevelo