Lo que necesitas saber:

José Agustín, escritor mexicano, crítico y apasionado de la música murió este pasado 16 de enero de 2024.

Hace pocos días nos enteramos de su muerte, el pasado 16 de enero de 2024, y muchos de sus lectores lamentaron la noticia, compartieron sus libros favoritos del autor (al que no le gustaba que lo incluyeran en la llamada Literatura de la Onda), y comenzaron a escuchar la música que también le encantaba al autor de “La tumba”… Pero, ¿alguna vez se han preguntado cómo fue la infancia de José Agustín?, ¿cómo fue su primer acercamiento al rock y cuáles fueron los primeros libros que le gustaron? Aquí queremos contarles sobre los inicios de quien a una muy corta edad sorprendió a varios por su manera fresca de escribir y ver la vida.

¿Guadalajara o Guerrero? No; la infancia de José Agustín en la Ciudad de México

De acuerdo con su libro “El rock de la cárcel”, nació el 19 de agosto de 1944 en Guadalajara, Jalisco, pero lo registraron oficialmente en Acapulco, Guerrero. Y aunque los primeros minutos y años de su vida se dividieron en estos dos estados de la república, José Agustín creció y pasó gran parte de su infancia y adolescencia en la Ciudad de México, a mediados de los años cincuenta y después en la caótica década de los sesenta.

La infancia de José Agustín.
Foto: El Blog de José Agustín // La infancia de José Agustín.

Según cuenta en “Vieja ciudad de hierro: 100 biografías geográficas de la cultura mexicana”, primero vivió en la Condesa, casi en los límites con el Bosque de Chapultepec. Para él esos años en México eran muy diferentes; lo que en ese entonces era una zona para recorrer a pie, luego se convirtió en un lugar atosigado de humo y coches.

Luego se mudó a la Roma Sur, mientras se construía el Viaducto Miguel Alemán. Entonces comenzó a tomar clases en la primaria lasallista “Simón Bolívar”, la cual nunca le gustó y hasta consideró “nefasta”, pero a la que tuvo que ir porque también ahí estaban sus hermanos Augusto y Alejandro.

Construcción del Viaducto Miguel Alemán.
Foto: Colección Archivo Casasola vía Fototeca Nacional // Construcción del Viaducto Miguel Alemán.

Años después, en 1955, se mudó junto a su familia a la Narvarte, justo en la calle Palenque número 15, en donde vivió hasta los 16 años: “Vivíamos en la mera frontera, del otro lado me quedaba la colonia Buenos Aires a donde con gran frecuencia me daba mis vueltas. Había muchos lotes baldíos y un chavo la podía pasar padre andando en vírula por el lugar”.

Este lugar influiría tanto en José Agustín que le serviría para inspirarse y escribir su novela “De perfil”.

Entre cómics y revistas y sus primeras creaciones

Como cuenta en “Historias de lecturas y lectores: Los caminos de los que sí leen”, sus inicios literarios fueron dibujando historietas con tramas policiacas cuanto tenía entre seis y siete años de edad. Pero conforme fueron pasando los años, en sus cómics “los dibujos se fueron haciendo poco a poco más pequeños y los globitos del texto cada vez más grandes”, hasta que las palabras ocuparon todas las hojas y los trazos quedaron a un lado.

Y es que como cualquier niño en ese tiempo, empezó a leer cómics como los famosos cuentos vaqueros, “La Familia Burrón”, las tiras cómicas de Walt Disney y otras que José Agustín consideró importantes en su infancia y para que iniciara su carrera literaria.

Y a comienzos de su adolescencia, empezó a leer revistas como Playboy, aunque la que más lo marcó fue Mad, pues le divertía mucho su sátira social, las parodias que se hacían en ella y todas las maneras de humor que incluía, ya que impulsaron a que su escritura fuera así, trasgresora.

Revista Mad de 1954.
Foto: Hulton Archive/Getty Images // Revista Mad de 1954.

Por aquellos años igual se interesó por la historia y la geografía, sus dos materias favoritas de la escuela, principalmente gracias a su papá, quien le regalaba atlas cuando regresaba de sus viajes como aviador en Estados Unidos.

Cuando iba en cuarto año de primaria comenzó a escribir un diario en el que relataba sus días, describía cosas tan simples como el clima, pero también contaba sobre su mayor pasión en aquel momento: el dibujo, con el cual llegó a ganar un concurso y por lo que su familia llegó a pensar que se volvería pintor.

Fanatismo al rock

Luego de los cómics llegaron los discos de vinilo y esa gran pasión por el rock que llevaría para toda la vida. Sí, por ahí de finales de 1955, José Agustín empezó a escuchar el Hot10 o Hit Parade en Radio Mil, y se volvió fanático de varios músicos como Elvis Presley, Fats Domino, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry, Little Richard, Gene Vincent y los Blue Caps, los Coasters, los Dell Vikings, Buddy Holly y Brenda Lee.

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Elvis Presley/Foto: Getty Images

Después su fanatismo a la música rock llegó a su punto más alto, buscaba y tomaba datos de las canciones y artistas que le gustaban, estaba al tanto de los rankings y siempre escuchaba nuevas melodías, esto también gracias a su papá, quien impulsaba su gusto por la música.

Mi papá me traía al Billboard, de donde tomaba información triviesca acerca del HOT10. P. ej.: Lugar en la semana en turno, en las tres semanas anteriores, nombre exacto de la canción, compositores, intérpretes, marca del disco, número de serie, semanas en lista, índice de progresión en el ascenso o descenso, ventas que pasaban el millón de copias, etcétera”, cuenta en su libro “El rock de la cárcel”.

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Foto: Getty Images

Cuentos, teatro y los libros que les “robaba” a sus hermanos

El primer cuento que escribió fue uno que se llamaba “Las aventuras de Zeus Pinto”, un texto de 15 páginas en donde narraba las aventuras de un hombre luchando contra animales y descubriendo diferentes crímenes: “A veces me entra la nostalgia y me gustaría echarle un ojo. Me acuerdo que era una barrabasada. Ocurría en África, con un detective que resolvía misterios, crímenes y, a veces mataba leones a cachetadas”, comentó alguna vez a la revista Gatopardo.

En aquel entonces también descubrió el teatro gracias a una de sus hermanas que tomaba clases, y como en una ocasión uno de los maestros de ella necesitaba hombres para un nuevo grupo, José Agustín, sus hermanos y un amigo decidieron sumarse.

No tuvo mucha participación, pero lo más importante es que llamó mucho su atención, empezó a entrar a varias funciones y luego hasta se animó a montar una obra de Chejov en su escuela.

Foto: Getty Images // Anton Chejov.

Por lo mismo comenzó a escribir, sobre todo obras de tres actos, “melodramas puros, pero, eso sí, bien estructurados”, contó alguna vez.

Igual empezó a leer mucho, principalmente los libros que tomaba de sus hermanos, como “Jean-Christophe”, de Romain Rolland; “Rojo y negro”, de Stendhal; “Crimen y Castigo”, de Fiódor Dostoievski; y cuentos de Edgar Allan Poe, de Nikolái Gogol y de Guy de Maupassant. Además de escritores de teatro como Eugéne Ionesco, Tennessee Williams, Arthur Miller, William Saroyan, J. B. Priestley, y a Emilio Carballido.

Aunque igual a sus hermanos les gustaba leer a Federico García Lorca, Pablo Neruda, Vicente Huidobro y novelas de escritores existencialistas que se popularizaron a mediados de los años cincuenta, como “El muro”, de Jean-Paul Sartre, que lo introduciría “muy fuerte en muchos intereses que serían básicos” en su vida.

Foto: James Andanson/Sygma via Getty Images // Jean-Paul Sartre

“Por todo esto, yo empecé a leer también todas las cosas que ellos leían y que comentaban entre sí. Dejaban los libros por cualquier lado. No es que me dijeron que leyese este o aquel, sino que los dejaban por ahí y predicaban con el ejemplo. Yo los tomaba y me ponía a leerlos. Mis lecturas fueron, por cierto, muy desordenadas, pero absolutamente apasionantes”, contó a Juan Domingo Argüelles.

Y a pesar de que se identificó con Arthur Rimbaud, disfrutó a Edgar Allan Poe, le interesaron los estudios de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung, y se enganchó con los escritores de la Literatura Beat como con Allen Ginsberg y Jack Kerouac, los libros favoritos de José Agustín durante su infancia fueron “La Ilíada”, “La Odisea”, “La Eneida”, “Tierna es la noche”, de Francis Scott Fitzgerald, “La cantante calva”, de Eugéne Ionesco y “Lolita”, de Vladimir Nabokov.

Sobre esta última novela, José Agustín contó: “Casi me la sabía de memoria, pues entre los doce y veinte años debo haberla leído, aquí sí religiosamente, una vez por año”.

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Foto: Rogelio Cuellar.

Ahora cuántos de nosotros no tenemos entre nuestros libros favoritos alguna de sus obras y cuántos más no nos sabemos de memoria pasajes de sus novelas como aquel que dice: “Detrás de la gran piedra y del pasto, está el mundo en que habito. Siempre vengo a esta parte del jardín por algo que no puedo explicar claramente, aunque lo comprendo…”.

Hasta luego, José Agustín.

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Me llamo Erick Ponce y trabajo en Sopitas.com desde el 2020. De hecho, entré justo un mes antes de que se decretara la pandemia de COVID-19; pero bueno, este no es el lugar para deprimirlos. Antes colaboré...

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