Las historias de terror que rodean a la CDMX son simplemente extraordinarias. Pequeños pedazos de historia que nos han hecho tenerle respeto a las calles cerradas, a los alaridos de una madre en pena y a todos a los caminos sinuosos, solitarios y con neblina, como ese tramo en el kilómetro 31 de la carretera.  

Y es que aunque muchas de estas leyendas parezcan imposibles, es decir el diablo no vive en el callejón del diablo, cada uno de estos relatos nos dan identidad y nos hacen comprender el súbito origen de una de las ciudades más grandes del mundo. 

La leyenda del Kilómetro 31
Imagen: Unsplash

Estas narraciones, son también la posibilidad de viajar. De darle un nuevo significado a los lugares cotidianos a través de lo que dicen los que viven ahí, los que han crecido cerca, los que creen que la magia, y en este caso la magia macabra, puede ser posible. 

A propósito de esto, entre la gran multitud de leyendas de nuestra ciudad, hay una que perdurado en el tiempo. Una que relata una serie de acontecimientos misteriosos que han ocurrido en una carretera sin coches.

La leyenda del Kilómetro 31
Imagen: Wikipedia

¿Qué pasó en el Kilómetro 31?

Cuando uno se dirige al suroeste de la Ciudad de México, encontrará una carretera que tiene la misión de unir la Ciudad de México con Toluca. Se trata de un tramo solitario caracterizado por la naturaleza tupida que lo rodea. 

Se ubica específicamente en el Desierto de los leones, uno de los lugares más místicos de la urbe, no sólo por la presencia de este camino desolado, sino porque en la antigüedad era la casa de uno de los monasterios más grandes que se han edificado en la periferia de la capital. 

La leyenda del Kilómetro 31
Imagen: Unsplash

Si esta carretera, plagada de bruma, es desafiante durante el día, por la noche es terriblemente oscura, tan oscura que no se ve el bosque, tan oscura que se puede oler la soledad del camino y aunque no muchos viajeros la transitan, los valientes que han pasado por ahí han dicho que este tramo tiene un aspecto paranormal. 

Algunos han sido testigos de presencias fantasmagóricas que súbitamente se cruzan el camino y hacen que los conductores o tengan que frenar, sí bien les va, o sufran aparatosos accidentes que incluso han llegado a ser mortíferos. 

De acurdo a la gente del lugar, estas apariciones se deben a que durante la construcción de este camino muchos de los trabajadores desaparecieron misteriosamente y luego fueron encontraron muertos.

Nadie sabe cómo y por qué se perpetró este incidente, pero hay quienes sugieren que los espíritus de estos pobres hombres deambulan todavía entre el camino y el bosque. 

La leyenda del monasterio 

Otra historia popular del kilómetro 31 está ligada a la construcción de un convento, en medio de la nada, que fue habitado por la Orden de los Carmelitos Descalzas en el siglo XVII. Durante casi un siglo vivieron ahí un grupo de hombres que pasaban sus días en silencio absoluto, de rezo en rezo y de castigo en castigo. 

La leyenda del Kilómetro 31
Imagen: Unsplash

No obstante, a principios del siglo XIX el sitio fue abandonado. De acuerdo a algunos historiadores los religiosos se fueron por las complejidades del aislamiento y porque la población del monasterio aumentó demasiado.

Pronto el edificio se convirtió en un fantasma más del paisaje. 

A pesar de la lejanía en el tiempo de esta historia, algunas personas dicen que han visto deambular en el lugar a algunos hombres con traje y con capucha. Monjes perdidos que siguen en busca de su alma; que todas las noches reviven con gritos los extremos castigos que les hacían sus superiores.

La leyenda del niño 

Finalmente, la historia más aterradora de los sucesos ocurridos en el kilómetro 31 es la de un niño llamado José que fue asesinado brutalmente por su madre. No hay muchas certezas acerca de por qué ocurrió este incidente, solo se sabe que una madrugada ahogó a su bebé a sangre fría. 

El cuerpo del pequeño José se hundió en las profundidades del agua turbia, no obstante su alma no trascendió. 

La leyenda del Kilómetro 31
Imagen: Unsplash

Se quedó atrapada en un plano entre los vivos y los muertos y ahora flota entre la niebla. Hay quienes aseguran que todavía se escuchan sus últimas súplicas. 

¿Será cierto?

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