La historia de lo que pasó cuando encontraron los materiales radioactivos parece sacada de un cuento de Juan Rulfo o del Diosero de Francisco Rojas, ahora verán por qué.

El País sacó un artículo muy cursi sobre lo que pasó con el material radioactivo y, a pesar de que en su discurrir remarca muchos estereotipos, nos pareció interesante el ejercicio que hicieron para narrarnos la odisea de los materiales radioactivos robados la semana pasada.

Al parecer, un grupo de jornaleros se levantaron temprano para comenzar su trabajo de cada día y al llegar al campo en el cual debían laborar, descubrieron un objeto metálico enorme.

Lo primero que pensaron en hacer fue en sacar tamaña estructura y fueron hasta 23 personas las que intentaron mover el objeto, no lo lograron, fue hasta que llegó el ex policía Mauro Flores que, ocurriéndosele lo mejor que atinó a pensar en ese momento, llevó un trailer y con la ayuda de un mecate… bueno, se llevo aquello que tenía la etiqueta: Material radioactivo.

Él mismo lo dijo:

«Se me ocurrió así no’más. Vendido como fierro viejo me dan unos 4 mil pesos. Hay que trabajar mucho para ganar eso»

Y vaya que sabemos lo difícil que es conseguir esa cantidad dinero. Sobre todo a aquellas personas que viven en concentraciones tan pequeñas como lo es la cabecera municipal cercana, Hueypoxtla, un pueblito agrícola (aunque alguna vez fue centro económico de esa región, o por lo menos eso indica el nombre en náhuatl). Pues bueno, resulta que los vecinos de este poblado se encontraron con que estaban ante el caparazón de una unidad médica que contenía cobalto-60, un material radioactivo que puede resultar mortal para los humanos si el contacto se prolonga por 4 minutos. Esa peligrosa maldición estaba cayendo entre la gente de ese pequeño poblado, y nadie tenía conciencia de cómo algo así podría llegar hasta allá (un día antes había sido robado en las cercanías de la ciudad y los ladrones lo habrían botado por ahí).

hueypoxtla

Todo esto estaba pasando en este pequeño poblado, mientras la nación entera estaba asustada por el peligroso atentado de que algún grupo criminal estuviera armando una «bomba sucia». La desaparición de este camión hizo que el gobierno mexicano diera alarma y que pidiera ayuda a los organismos de control nuclear de las Naciones Unidas. Se movilizó la policía y el Ejército, pues la misma CIA había informado que Al Qaeda había encontrado el modo de fabricar las dichosas «bombas sucias» y nada aseguraba quién había sido el autor de este atraco.

material radioactivo hueypoxtla

Según el diario español, lo primero que nuestro gobierno descartó fue la participación de organizaciones criminales, a pesar de que el Narco no ha bajado en nada sus números relacionados con la violencia y que en algunas zonas, como Michoacán, aún no tiene fecha para que toque la marea baja. Pero bueno, al parecer los narcos no tienen interés en armas radioactivas.

Fue en Tepojaco, en una gasolinería, donde robaron el camión, atacaron al camionero de madrugada y lo ataron de pies y manos en un descampado, al parecer, los autores de dicha imprudencia fuero integrantes de alguna de las bandas del Estado de México, uno de los más poblados de nuestro país y con más alta criminalidad.

radioactivo hueypoxtla

Pues entre que si era algo internacional, o una banda nacional, la cosa es que los funcionarios ya no sabían qué era peor, uno de los investigadores federales resume perfectamente la situación:

«En ese momento no sabíamos si era más peligroso tener sueltos a unos ladrones profesionales o a unos pendejos que no tenían ni idea de lo que tenían entre manos»

Al final, encontrar el material no fue tan difícil, sólo tuvieron que seguir el surco que había dejado don Mauro Flores tras de sí, surco que por el peso de lo que lo hizo (un artefacto de 4 toneladas jalado por un trailer) todavía persistió varios días. Don Mauro expresó:

«Yo cómo iba a saber»

o como diría la Tucita:

«Pa’que me dejan sola si ya me conocen»

Como sabemos, don Mauro, antiguo hombre de la ley y ahora conductor de vehículos de carga pesada, es un hombre que podía conseguir los medios para mover semejante cosa, no como los campesinos que trataron de mover el objeto de 4 toneladas, y es por eso que el pobre hombre fue el principal sospechoso del asalto al camión, sólo que no lo encarcelaron luego luego, primero tuvo que ser internado junto con toda su familia en un hospital, pues, porque ya habían estado demasiado tiempo expuestos a la materia radioactiva.

Un policía municipal que trabajó con don Mauro salió en su defensa:

«Es buena onda. No le iba eso de las mordidas. Se salió porque no le llegaba el sueldo»

Después se descubrió que el único mal que había hecho el hombre había sido llevar el artefacto hasta su casa (lugar en donde permanecía y nadie sabía que iría a pasar).

Lo físicos de la comisión nuclear de nuestro país comprobaron que la casa de don Mauro estaba libre de la radiación.

Los ladrones fueron los que le habían quitado el sello al objeto metálico, el material se esparció en el campo (en el cual, naturalmente no creció tomaco) y es muy probable que solamente ellos hayan estado expuestos a él. Ellos huyeron en el camión, mismo que fue encontrado en un pueblo cercano. La policía logró detener a 4 de los hombres y todavía a un quinto por haber comprado el vehículo. Un joven de 16 años se presentó como testigo y los seis personajes (así es, con todo y el jovencito) terminaron pasando más de 12 horas en el hospital con vómitos y deshidratación, afortunadamente se recuperaron, por lo cual podríamos deducir que no estuvieron expuestos al material radioactivo un tiempo muy prolongado.

La fuente de cobalto permanece en medio del campo que quisieron labrar la semana pasada los jornaleros, sólo que ahora tiene un cerco de 500 metros. El lugar lo circundan de cuando en cuando desde policías, hasta marines, militares, miembros de protección civil, helicópteros, tiendas de campaña, etcétera.

Y todo esto porque están esperando a un robot que llegará desde los Estados Unidos para que recoja la carga y la guarde en un lugar seguro. Es obvio que todo esto resulta| extraño y muy vistoso para los moradores de la pequeña localidad.

cerco hueypoxtla

Para tranquilizarlos, el ingeniero Jaime Aguirre de la comisión nuclear, los reunió a todos y les explicó que no corrían peligro alguno. También les habló el alcalde del pueblo. Pero (y seguimos con la narración tipo cine de oro mexicano) Juan Pérez, al que las autoridades conocen como «El revoltoso», líder de los jornaleros, no se quedó del todo convencido de las explicaciones, además, mostró la lista de los 23 campesinos que habían sido expuestos al material y a los cuales no se les había revisado.

Al final el artículo termina con esto:

«Un hombre vestido de San Judas Tadeo, a lo lejos, cortaba tunas. Ajeno completamente a la crisis que se vive en su pueblo. La señora Jovita Pineda transportaba una bolsa de higos. ¿Estará preparada para evacuar la zona en caso de una emergencia radioactiva? “¿Correr? ¿Hacia dónde?”, contestó y siguió su camino»

No sé que esperaba que le contestara doña Jovita al periodista (sí señor, ahorita me voy a mi bunquer), la cosa es que, si se dieron cuenta, primero hablé de Rulfo y del Diosero, y luego hablé de del cine de oro mexicano… Lo único que quería que se remarcara es la ficción de hace casi un siglo que persiste y cómo la narración va cumpliendo los estereotipos de cómo nos hemos inventado la «realidad campestre» mexicana (o en general, esta narración también nos recuerda a los dramas de García Lorca). Al final, con lo del traje de judas, podemos ver el gusto por el exotismo y la otrificación que tiene el autor del artículo.

Fuera de eso, también nos salta a la vista (y una lectora nos lo recalcó) el hecho del robo de material radioactivo ¿dónde está el cuidado en el transporte de este tipo de materiales? Al parecer, o eso dice el artículo, sólo estaba el chofer custodiando el material. Lo peor del caso es que estaba siendo transportado desde un hospital del gobierno, ahí más que en ningún otro lugar deberían existir los protocolos adecuados para el manejo y el transporte seguro de algo así como material radioactivo.

La misma lectora nos hizo tomar conciencia de que este municipio es calificado por la CONEVAL con un grado de marginación bajo proporcional al 18.245 en una escala de 100, que ocupa el lugar 60 a nivel estatal en pobreza y a nivel nacional el 1900. Lo curioso es que un municipio al que no le va tan mal, un ex policía vio al fierro viejo como una gran fuente de ingresos (y nadie notó la etiqueta de material radioactivo). Esto no nos habla nada bien de la situación, así mismo, si así están las condiciones de los habitantes del municipio al que le va bien ¿cómo estarán los otros? Esperamos que tanto Eruviel (el actual gobernador) como Peña Nieto (el anterior) puedan explicarlo.

En fin, al final quedamos decepcionados por todos lados, desde los protocolos del gobierno para evitar este tipo de situaciones (imagínense que siempre sí hubieran hecho una bomba sucia, la población estaría en un gran riesgo), hasta la manera en que se cuentan este tipo de situaciones en los medios, sobre todo, a nivel internacional.

**Vía El País

 

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