Y aquí está la segunda parte de una bonita minisección que decidimos llamar “Joyas de la CDMX”: Irse de pinta a la feria, visitar con tu familia el zoológico y ver a los pandas, pasear con tu “querer” en una lancha por los lagos, o entrar a uno de los museos para hacer una tarea de la secundaria, son algunas de las experiencias que han vivido capitalinos (y mexiquenses) en el Bosque de Chapultepec de la CDMX, uno que, con el paso de los años, ha sufrido muchos cambios.

Sí, como queríamos enseñarles las nuevas atracciones del bosque que se inauguraron hace poco, nos lanzamos al famoso “Pulmón de la Ciudad de México” para tomar fotos; y como le dimos una vuelta a las tres secciones (a la cuarta la verdad no porque los pies solo nos alcanzaron para tres), se nos ocurrió contarles también un poco sobre la historia de este lugar y cómo no es la primera vez que sufre modificaciones.

Nezahualcóyotl, el primero en chulear el bosque

Cuando entras por la puerta de los leones, después de un tramo por donde antes pasaban carruajes y ahora dan espectáculo payasitos y bailarines, te vas a topar con el Monumento a los Niños Héroes, y si en lugar de tomar el pasaje de los chicharrones te vas a la izquierda, en algún punto te encontrarás una de las albercas prehispánicas, la cual nos recuerda que antes de los presidentes y virreyes, estuvieron los mexicas.

De hecho, no hace mucho, acá les contábamos de un descubrimiento con el que se comprobó que Chapultepec es uno de los asentamientos humanos más antiguos de la ciudad. Sí, según el Museo Nacional de Historia, hace más de tres mil años estuvo ocupado por teotihuacanos, toltecas, tepenecas, chalcas, xochimilcas y mexicas.

En 1325, luego de que se fundó México-Tenochtitlán, éstos últimos consideraron al bosque como un lugar sagrado y un sitio estratégico por sus manantiales. Y mil años después, en 1428, Nezahualcóyotl, el mero mero de Texcoco, le dió una manita de gato ordenando la construcción de un palacio, de jardines y hasta de un zoológico.

Y no fue todo, pues también en la cima del Cerro del Chapulín se construyó un instrumento de medición astronómica y un teocalli, mientras que en la parte de abajo se edificó un acueducto y albercas para guardar el agua.

Fue así que el tlatoani se convirtió en el primero en aplicar algunos cambios al Bosque de Chapultepec.

Ya en la conquista, de 1519 a 1521, Hernán Cortés supo de la importancia del acueducto y lo bloqueó, lo que lo ayudó a derrotar a los mexicas. Después, durante la repartición del pastel, quiso apropiarse del bosque, pero no se le hizo.

El Castillo que nunca terminaba de construirse

Si dejas la alberca y subes el cerro, encontrarás el Monumento a los Héroes del Escuadrón 201, el Audiorama, el ahuehuete “El Sargento” (más “vivo” que el de Reforma) y luego el camino que lleva al Castillo de Chapultepec, el cual comenzó a construirse en la Nueva España.

Después de que en 1530, el emperador Carlos V decretara que el bosque sería propiedad de la Ciudad de México, se convirtió en el lugar de descanso de los virreyes. De hecho, fue justo uno de ellos, Luis de Velasco, quien construyó un palacio debajo del cerro, pero en el siglo XVIII cayó cuando explotó una fábrica de pólvora.

Fue en 1784 que se empezó a construir una nueva casa por orden del virrey Matías de Gálvez; pero fue su hijo, Bernardo de Gálvez, quien la terminó y se convertiría en el Castillo.

Años más tarde, en 1806, se vendió al Ayuntamiento de la Ciudad de México y fue desmantelado; y con la Independencia, se deterioró y un temblor lo dañó en 1819, uno de esos que siguen sorprendiéndonos en septiembre.

En 1833, el Castillo se convirtió en sede del Colegio Militar y el 12 y 13 de septiembre de 1847, durante la invasión de los gringos, lo atacaron y mataron a los famosos “niños héroes”. Después, en 1858, fue residencia presidencial por primera vez con Miguel Miramón; y en 1864, tras la llegada de Maximiliano de Habsburgo, el arquitecto Ramón Rodríguez Arangoity lo remodeló.

Con el gobierno de Porfirio Díaz, el edificio se transformó en su casa de verano, volviéndose “un escaparate del progreso artístico y tecnológico de México”.

Luego vivieron en el Castillo, durante la Revolución, Madero, Carranza y Obregón, quien hizo nuevas modificaciones. Y así, el 22 de diciembre de 1938, Lázaro Cárdenas decretó que se convertiría en el Museo Nacional de Historia, inaugurándose el 27 de septiembre de 1944.

Y los cambios en el Bosque de Chapultepec siguen y siguen…

Si van en domingo, no pagarán 90 pesos por entrar al Castillo (a menos de que sean turistas extranjeros); entonces podrán pasar por las salas que guardan objetos históricos, murales, carruajes y decenas de personas que salen y entran, y van principalmente a la parte alta, desde donde toman fotos de la Ciudad de México y, obviamente, del Bosque de Chapultepec, al que aplicó un montón de cambios, según Héctor de Mauleón en su libro “La ciudad oculta”, José Yves Limantour; aunque esto no lo logró sin la ayuda de Miguel Ángel de Quevedo.

Con estos trabajos, el “nuevo” bosque que se inauguró en 1910, se ensanchó, le pusieron rejas, sembraron 50 mil árboles y se trazaron nuevas calzadas; trajeron estatuas de Europa, se crearon lagos artificiales, se tendieron puentes colgantes y se abrieron un montón de quioscos para vender tortas, aguas frescas y dulces (ahora dorilocos, chicharrones y sangrías preparadas… y para nada es queja).

Pero como ocurrió antes, y aún sucede ahora, las modificaciones al Bosque de Chapultepec continuaron, como lo cuenta también su página oficial.

Solo por mencionar algunas:

  • 1917 – Venustiano Carranza amplía el bosque hacia las Lomas con un jardín de Antonio Rivas Mercado
  • 1924 – Inauguración del Zoológico Alfonso L. Herrera de Chapultepec
  • 1935 – Lázaro Cárdenas se muda a la nueva residencia presidencial de Los Pinos, antes el Rancho de la Hormiga
  • 1959 – Le entregan la Casa del Lago a la UNAM para convertirse en un centro cultural
  • 1960 – Inauguración de la Galería de Historia, El Caracol
  • 1964 – Adolfo López Mateos y el regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu, abren la Segunda Sección con dos lagos artificiales, La Feria, el Museo de Historia Natural y fuentes. Además inauguran el Museo Nacional de Antropología y el Museo de Arte Moderno
  • 1974 – Con Luis Echeverría se crea la Tercera Sección
  • 1981 – Inauguración del Museo Tamayo
  • 1993 – Nace el Papalote Museo del Niño
  • 2006 – Abre sus puertas el Jardín Botánico
  • 2010 a 2012 – Rescate de la Segunda Sección con Marcelo Ebrard
  • 2012 – La polémica Estela de Luz entre los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto
  • 2018 – Los Pinos se convierten en Complejo Cultural con la entrada de AMLO
  • 2019 – Se anuncia la apertura de la Cuarta Sección
  • 2022 – Claudia Sheinbaum inaugura las primeras atracciones del proyecto “Bosque de Chapultepec. Naturaleza y Cultura”

El Pulmón de la CDMX

Después de esto, ¿notan una constante? Desde tiempos prehispánicos, pasando por la Nueva España, la Independencia, el Porfiriato, la Revolución, el siglo XX y hasta la actualidad, pareciera que los gobernantes de la Ciudad de México y del país quisieran dejar una huella en el bosque, como para demostrar que su administración existió y dejó algo para el futuro…

Y en parte está bien, porque sin estos cambios, el Bosque de Chapultepec seguiría siendo solamente para algunos, para los tlatoanis, los virreyes, emperadores, dictadores y presidentes, para las clases altas que se paseaban y cazaban animales en medio de los árboles.

Los castillos y residencias presidenciales ya no son impenetrables y sirven como museos (aunque cobren noventa pesos y el sueldo mínimo diario es de 207); ya no solo hay una sección y existen más espacios de recreación (aunque aún no estén todas conectadas y quieran borrar algunos lugares); el zoológico es gratuito y hay un Museo del Ajolote (aunque algunos animales sigan pasando hambre); y el Bosque de Chapultepec sigue siendo uno de los más grandes del mundo y “el Pulmón de la Ciudad de México” (aunque no debería ser el único).

En fin… Al parecer los cambios seguirán dándose en esta joya de la CDMX, en este enorme parque que todos amamos y en el cual todos tenemos una historia, una anécdota que contar.

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Me llamo Erick Ponce y trabajo en Sopitas.com desde el 2020. De hecho, entré justo un mes antes de que se decretara la pandemia de COVID-19; pero bueno, este no es el lugar para deprimirlos. Antes colaboré... More by Erick Ponce

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