Lo que necesitas saber:
Los parques sí pueden ayudarnos a enfrentar los efectos de las islas de calor en CDMX, aunque en circunstancias específicas.
En los momentos más cañones de los calorones en la ciudad, ¿han pensado que los parques podrían ser una solución para enfriar la CDMX un poquito? Sí, al menos para mitigar las islas de calor.
A propósito del fenómeno de las islas de calor en CDMX, en Sopitas.com platicamos con Juan Manuel Núñez, coordinador de la licenciatura en Sustentabilidad Ambiental de la IBERO, para saber de qué manera los parques funcionan para mitigar el calor o qué podemos hacer para contrarrestar sus efectos.

Parques para enfriar la CDMX ante las islas de calor
Islas de calor
Las islas de calor son fenómenos locales del clima que se registran en las grandes ciudades debido a la combinación de factores relacionados con la urbanización, como el aumento de la construcción de edificios —y cómo, dónde y con qué se construyen—, la sobrepoblación de los/las habitantes, el asfalto y la densidad de los coches.
“Las ciudades, al ser elementos constructivos artificiales, emplean una diversidad de materiales que, en la mayoría de los casos, tienen propiedades de absorber el calor”.
Juan Manuel Núñez lo ejemplificó con materiales para la construcción como el concreto, vidrio, los cementos, el asfalto de las calles que “cuando reciben los rayos del Sol, absorben el calor para luego transmitirlo” ——a diferencia de la vegetación natural o los cuerpos de agua que si bien absorben calor, generan un efecto de enfriamiento al disipar lentamente el calor mediante la evaporación o al liberar vapor de agua.

Todo esto crea un “microambiente” que se calienta dentro de la misma ciudad y que en el caso de CDMX ha provocado aumentos locales de la temperatura entre 3 y 4 °C, de acuerdo con el Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM.
Este aumento local de temperatura se ha registrado en el Oriente o en zonas donde se ubican las llamadas “nuevas” urbanizaciones de CDMX.
Los efectos de las islas de calor sí que los hemos experimentado. Van desde la dificultad de conciliar el sueño —hasta en Google hay búsquedas de qué es mejor, si abrir o cerrar las ventanas—, la contaminación atmosférica, la reducción de la productividad en la chamba.
O el aumento del consumo de energía por el uso de ventiladores o sistemas de ventilación en casas y edificios.
Los parques de CDMX
Una investigación de la IBERO señaló que los parques urbanos pueden disminuir la intensidad del calor de la ciudad entre 1.5 y 6 °C en los edificios circundantes dentro de un radio de 300 metros.
Sin embargo, ¿qué tendría que pasar para que cumplan con esta misión?
La respuesta no es complicada, pero sí está relacionada con un montón de elementos que nos explicó el coordinador de la licenciatura en Sustentabilidad Ambiental de la IBERO, a partir de una investigación colectiva en esa universidad, en la que también participaron estudiantes de dicha licenciatura.
(La investigación en cuestión es ‘Uso del mapeo de entropía local como enfoque para cuantificar los cambios de temperatura superficial inducidos por parques urbanos en la Ciudad de México’).

Los resultados de esta investigación señalaron que si bien los parques refrescan sus inmediaciones, su alcance refrescante varía de acuerdo a factores como: el tamaño del parque, dónde está ubicado y hasta las características del terreno.
Así que no es sólo cosa de plantar y reforestar árboles. “Lo que encontramos, es que en efecto sí hay un umbral. En realidad sí depende del tamaño pero también depende de la parte de la ciudad donde se encuentra”, reiteró Juan Manuel Núñez.
¿Hay suficientes parques en CDMX?
“Ni siquiera sabríamos exactamente responder cuántos árboles tenemos en CDMX y eso pasa porque si bien tenemos un inventario de áreas verdes, ese inventario está más bien dedicado a áreas verdes que tienen manejo”.
Dicho esto, Juan Manuel Núñez nos explicó que como la canción: depende. “En algunos casos tenemos los suficientes y en otros tenemos muy pocos árboles y eso creo que describe muy bien la situación de la Ciudad de México”.
Y es que para pensar en los árboles para enfriar a CDMX ante los efectos de las islas de calor, el investigador de la IBERO señaló que existe una gran disparidad entre la disponibilidad de zonas arboladas y otras que no tienen estas zonas.

Por ejemplo, el Poniente —Bosque de Chapultepec y Barrancas— y Oriente. “Ahí empieza a jugar un tema que, por alguna razón, las zonas donde faltan más áreas verdes son también las más vulnerables en términos de estos efectos de la isla de calor”.
Tamaño, ubicación y topografía
“En la parte más central, Benito Juárez, centro entre Miguel Hidalgo, una parte de Cuauhtémoc, el tamaño de las áreas verdes sí que tiene que ver con este efecto de enfriamiento.
Tamaños más grandes tienen un mayor efecto de enfriamiento, pero en la parte Oriente, donde el efecto de la isla de calor es mucho más intenso, el tamaño ya no importa”.
Es decir, podríamos tener un parque grandísimo y el efecto de enfriamiento sería muy poco porque estamos frente a un efecto muy intenso de la isla de calor y una pobre distribución de áreas verdes.

Entonces tenemos que el tamaño, la ubicación y distribución sí importan. A eso hay que sumarle la topografía de la zona.
Va de nuevo el Oriente y de una vez el Centro de CDMX: “Están en lo que era el antiguo lago, que en efecto, no tenía vegetación de origen, tiene entonces una muy poca presencia de arbolado y ahí es donde el efecto de la isla de calor se mira con mayor intensidad”.
Y a la lista que contrarresta el efecto de enfriamiento de los árboles se suma los materiales de construcción de edificios y casas.
Aunque, al final, “para saber en qué zonas de una ciudad los parques realmente ayudan a reducir el calor, no basta con ver si hay árboles o no. El mapeo de entropía local permite detectar dónde existe una relación significativa entre el tamaño del parque y la temperatura de los edificios cercanos”.
Todo está en la gestión
Para Juan Manuel Núñez, para que los parques puedan cumplir con la función de enfriar la ciudad, la clave está en la gestión de las autoridades chilangas.
El investigador de la IBERO nos explicó que CDMX tendría que tener un área específica para gestionar los parques como una de las soluciones ante los efectos de las islas de calor.

“Las áreas verdes urbanas tienen que ser muy dinámicas, es decir, el proceso de regenerar árboles, de plantar, de identificar áreas en donde necesitas acceso a áreas verdes, es una cosa que tendría que estar muy en la política del día a día de la gestión.
Un poco lo que pasa es que durante algunos años, a principios de este siglo la gestión estaba a cargo de la ciudad, es decir, la ciudad en su Dirección de áreas verdes y bosques urbanos tenía una visión y una política como más amplia de toda la ciudad, de establecer qué parques eran prioritarios, qué zonas eran necesarias de intervenir.
Con el paso de los años se descentralizó, con el cambio de las alcaldías se dejó a cargo de justo de ellas y entonces hay mucha diferencia en las alcaldías.
Claro, hay alcaldías que a lo mejor lo hacen mejor o que ya de principio tenían un buen stock de áreas verdes y su manejo es más o menos adecuado, hay alcaldías que tienen un déficit muy amplio pero todas tienen el mismo presupuesto, entonces es difícil que esas alcaldías que están muy rezagadas con el mismo presupuesto puedan hacer mucho más de lo que han venido haciendo todo este tiempo”.
¿Qué podemos hacer?
“En general hay muchas acciones previas antes de pensar en esquemas activos de enfriamiento y eso es a lo que no quisiéramos llegar como ciudad.
Es decir que la solución fuera ya que cada quien se rasque como quiera y que cada quien consiga sus climas porque esto va a generar un problema mucho mayor para la ciudad y va a generar una disparidad mucho mayor”.
Juan Manuel Núñez concluyó que hay un montón de acciones pasivas para ayudar al enfriamiento de la ciudad desde la revegetación hasta echarle un ojo a los materiales con los que se construyen casas y edificios, además de sus ubicaciones y de los mismos árboles.
Por ejemplo, impermeabilizar con elementos blancos los techos de las casas para que reflejen el calor y de esta manera no pegue de manera tan intensa.
La planificación de la construcción de los edificios en la zona Oriente. La rehabilitación de los cuerpos de agua de la ciudad y la estrategia de reforestación colectiva en la vía pública.
“Recuperar áreas verdes, pero es importante darle continuidad y monitoreo, lo vimos con el ahuehuete qué tan complicado fue para un solo árbol lograr una supervivencia en una condición climática como es CDMX, pensar en estas campañas de reforestación también significa darle continuidad”.