Quienes alguna vez se hayan mudado, saben lo caótico que resulta transportar todas nuestras pertenencias de un sitio a otro. Siempre se olvida algo, al final no hay forma de trasladar tanto cachivache y nunca faltan los imprevistos.

Si esto pasa con nosotros que somos unos simples mortales, imagínense cómo será la mudanza de un Papa.

Ayer, el mundo fue testigo del último día de pontificado de Joseph Ratzinger, el cual, ya con el título de “Papa Emérito”, pasará dos meses en Castel Ganfolfo, casa de veraneo de los papas. En medio de ese acontecimiento, pocos repararon en cómo sería la mudanza de sus pertenencias.

Por un lado, su mudanza a Castel Gandolfo fue sencilla, ya que Benedicto XVI sólo llevó consigo algunos libros, el reloj Junghans que le dejó su hermana antes de morir, sus zapatos que le obsequiaron en León, dos plumas Mont Blanc, el nacimiento familiar (el que se pone en Navidad) y algunas cosas más. Podría decirse que viajó ligero.

Ahora, la otra mudanza sí resulta algo aparatosa. Fue necesario un camión de grandes dimensiones para trasladar sus cosas desde su antigua residencia hasta el convento Mater Ecclesiae, en los jardines vaticanos, lugar donde Ratzinger vivirá el resto de su vida, cuando este sitio termine de ser remodelado en un par de meses.

Uno pensaría ¿qué puede transportar un hombre de casi 86 años? Pero si recordamos, los papas suelen recibir regalos cada que visitan algún sitio o reciben visitas. Así que imagínense la cantidad de cosas que pueden acumular en sus años de papado.

Como dato anecdótico para la nostalgia, cuando Benedicto XVI llegó por primera vez a Roma fue en Marzo de 1982, pues Juan Pablo II lo había mandado a llamar como colaborador. En ese entonces, llegó a la que sería su nueva casa sólo con un piano y dos mil libros. Cuando fue electo Papa en el 2005, su mudanza fue sencilla ya que su nuevo cuarto se encontraba a unos cuantos metros de distancia.

Ahora, en Castel Gandolfo seguramente ya lo espera su querido piano, pues se sabe que Ratzinger es muy aficionado a la música, sobre todo a la de Bach, Mozart y Bruckner. En esta casa de verano Benedicto XVI ocupará el apartamento papal, que ocupa dos plantas e incluye el dormitorio del Pontífice, así como habitaciones para los secretarios y laicas que le cuidan.

“Aquí tengo todo, el lago, la montaña y veo el mar”, declaró Ratzinger en alguna de sus visitas a esta ‘casa de verano’.

Aquí el que será su hogar por unos meses, antes de su mudanza definitiva:

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