Nos parece sorprendente que en pleno siglo XXI, varias personas todavía tengan la capacidad de sumergirse en el pánico generado por la mitificación de ciertos animales. Decimos esto porque hace unos días, la difusión del video y la foto de un insecto hicieron mucho ruido en las redes sociales. Según la opinión de la gente, se trataba de un verdadero ser emergido del infierno.

El escándalo comenzó cuando un sujeto llamado Gandik, que vive en Semarang, Indonesia, compartió la imagen y el clip protagonizados por esta extraña criatura cuya cola grisácea tenía forma de “X”.

Ok, sí luce bastante diabólico…

Algunas personas comentaron que era fake y otras no dejaron de rezar ante el advenimiento del diablo, pero a ninguna se le ocurrió que este peculiar insecto sólo tenía una cosa en mente: aparearse.

No, este NO es un animal del diablo

Como cualquier forma de vida con un aspecto inusual, esta polilla, mejor conocida como Creatonotos gangis, ha sido juzgada erróneamente por la mente supersticiosa de los humanos. De hecho, es una criatura muy común en algunas zonas al sureste de Asia y Australia; el apéndice al que todo el mundo teme es en realidad una coremata, un órgano que los machos de la especie llevan en el extremo del abdomen y que obviamente, puede expuesto durante los rituales de apareamiento.

Cuando estos insectos buscan pareja, exponen su órgano peludo y liberan unas cuantas feromonas. Por grotesco que parezca para la gente, este acto de cortejo es completamente irresistible para las hembras de su especie y como consecuencia, ellas se entregan para hacer el dulce amor.

Cabe mencionar que el tamaño de la coremata en estos animalejos, depende totalmente de la cantidad de alimento que hayan consumido durante su etapa como oruga. El espécimen que grabó Gandik poseía un órgano bastante grande, por lo que podemos asumir que le entraba súper bien a la comida.

Finalmente, sólo podemos cerrar esta breve nota informativa diciéndoles que no deben temer a esta polilla. No podemos hacer que las amen y quieran correr a adoptarlas como sus mascotas, pero al menos ahora saben que no son un esbirro de Lucifer ni nada por el estilo. Ellas sólo buscan lo mismo que todos nosotros.

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