Si le preguntas al INEGI, el porcentaje de reincidencia delictiva en la Ciudad de México está cerca del 44%. También, podrías encontrar que actualmente —bueno, en el estudio del 2017— uno de cada cuatro reos en los penales mexicanos tenía antecedentes.

Tal vez leíste el caso de El Tilico, un joven de 27 años que lleva 323 detenciones en su expediente. O viste en Twitter las fotos de uno que agarraron asaltando dos veces en la misma semana. Al final del día esas son las historias que llaman la atención, pero en la vida diaria hay muchas más vidas y familias que buscan salir adelante.

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Me recibe el amor de mi familia. // Alejandro M.

¿Alguna vez te has preguntado qué pasa con aquellos que cumplieron su condena y simplemente quieren regresar a su vida normal en sociedad?

¿Dónde conseguir trabajo? ¿Cómo terminar la prepa? ¿Se vale pensar en ayuda psicológica? Es más, ¿cómo volver con tu familia si al salir del reclusorio no tienes ni para el camión?

Por eso, platicamos con el Instituto de Reinserción Social de la Ciudad de México para que nos contaran un poco más sobre su trabajo con las personas recién liberadas de alguno de los centros penitenciarios de la capital. Aprovechando, nos enteramos de cómo, con proyectos artísticos, talleres, terapias y hasta ayuda en los trámites oficiales, miles de personas han recuperado su libertad.

El año pasado 3 mil 753 personas —poco más del 50% de todas las personas liberadas— acudieron voluntariamente al salir de la cárcel para buscar alguno de sus programas.

“Normalmente salen (de algún centro penitenciario) a las 2 o 3 de la mañana porque a esa hora los sacan los jueces y muchas veces no tienen ni como llegar a ningún lado. Han perdido sus contactos familiares, no tienen ropa, ni artículos de primera necesidad, no tienen ni qué comer a esa hora”, cuenta Paola Zavala Saeb, Directora del Instituto de Reinserción Social de la CDMX.

El programa de acercamiento inicial incluye una tarjeta de transporte, ropa y artículos de primera necesidad e higiene. “Una manera de evitar que caigan en situación de calle a unos minutos de haber recuperado su libertad”, explica Zavala Saeb.

¿Y luego? A trabajar en orientación jurídica. Primero, las personas tienen que recuperar sus papeles importantes y una credencial de elector. Después de todo, la credencial del INE es necesaria para acceder a los programas sociales, cuentas bancarias, solicitudes de empleo o rentar alguna vivienda.

Después viene la salud. Con el Instituto, las personas liberadas tienen acceso —no ahí mismo— a tratamientos médicos que van desde servicios dentales hasta clínicas de la vista o cancerología y ginecología. Acá también hay atención psicológica: terapias de autoestima, motivación, comunicación y hasta manejo de emociones.

Escolarmente, en colaboración con el Instituto, las personas liberadas tienen oportunidades para terminar la prepa en línea o inscribirse en algún CECATI. Dependiendo su edad, también tienen facilidades para poder inscribirse en el INEA.

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Tener libertad es disfrutar de la naturaleza. // Foto: Fortino G.

Y al final: el trabajo

Aunque Paola Zavala aclara que “la reinserción social es mucho más compleja que el trabajo, pues tiene que ver con violencia social, violencia familiar, discriminación o pobreza”, una de las últimas etapas de trabajo en el Instituto es la vinculación laboral.

En este ciclo, las personas liberadas reciben un curso de habilidades para la vida, como comunicación, control de emociones y preparación de proyectos.

Después, entran a trabajar con empleadores potenciales. Sin embargo, en este punto la cosa se pone interesante: el Instituto está a cargo de pagar los primeros tres meses de sueldo mientras las personas liberadas reciben capacitación. Finalizado ese tiempo y si cumplieron las reglas de responsabilidad, asistencia y capacidad, serán contratados formalmente.

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Contacto a Dios. Tratar de estar con él. // Foto: María S.

También, las personas recientemente liberadas tienen otra opción: recibir microcréditos para arrancar su propio negocio. Utilizando el sistema de créditos grupales, una persona liberada y su familia pueden acceder a un pequeño financiamiento para sus futuros proyectos.

Regresando a la sociedad

“Muchos de ellos vienen de contextos de exclusión, cometen un delito y están más excluidos que nunca y cuando salen de prisión vuelven a estar excluidos. Para nosotros, es muy importante incluir a estar personas que ya cumplieron su deuda con la sociedad y a fin de cuentas todos nos conviene que estas personas no vuelvan a delinquir”, cuenta Paola Zavala Saeb.

*Foto destacada: Fotografía de Victor B, tomada en el taller de fotografía del Instituto de Reinserción Social. 

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