Tras el rastro de Aura

Supongo que no soy el único que al leer una obra literaria siente el impulso de ir a buscar el sitio en el que ocurren los hechos que en ella se narran. El siguiente texto relata la búsqueda que emprendí para dar con la casa de Aura…

No tengo muy claro cuál fue el motivo que me llevó a leer Aura obra cumbre de Carlos Fuentes y una de las novelas más representativas de la literatura mexicana del siglo XX.  ¿Curiosidad? ¿La fama del autor? ¿El velo de misticismo que rodea esta obra? ¿Una casualidad?, lo desconozco.

Lo que si viene a mi mente, son todas las sensaciones que experimenté cuando me aventuré en las pocas más de 60 páginas que conforman esta novela inolvidable.

Aquella mujer de ojos verdes

Publicada en 1961, Aura es un relato magistral que forma parte del movimiento literario latinoamericano conocido como realismo mágico, que esta protagonizada por Felipe Montero, un joven historiador que un día se topa en un periódico con una oferta laboral en la que ofrecen un sueldo por demás atractivo. Interesado acude hasta una vieja casona ubicada en el número 815 de Donceles, que es la dirección que se señala en el anuncio y ahí se entera que el trabajo consiste en organizar y acabar de escribir las memorias de un general.

En aquella vivienda obscura y lúgubre vive la viuda del general y su sobrina Aura, una joven con unos penetrantes ojos verdes y un bello cabello negro impecable. Prensado por la belleza de Aura, Felipe acepta el trabajo y se aloja en aquella vivienda de Donceles, donde poco a poco la extraña relación entre la anciana y su sobrina, la obscuridad que reina en esa casa y las cosas que en ella ocurren, poco a poco van trastocando los límites entre la realidad y lo sobrenatural.

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La necesidad de buscarte 

La novela está escrita en segunda persona, lo que en su momento representó toda una revolución narrativa y hace que el lector se involucre de forma más intima con el relato, otorgándole la categoría de protagonista. Este último punto resultó definitivo para hacer que un servidor se obsesionara con la historia de Aura. Al vivir en la Ciudad de México encuentro fascinantes las obras literarias que se desarrollan en ella, gracias a esa familiaridad y sentido de pertenencia. Quizá lo mismo le ocurra a los parisinos, madrileños o londinenses.

Por años, al caminar por las calles del centro me sentí tentado a ir en busca de aquella dirección en la que Felipe Montero vivió un romance con toques fantasmagóricos. Idea que terminaba desechando por temor a que la realidad no fuera tan lustrosa como la que se dibuja en las letras de Fuentes. Hasta donde se sabe los hechos relatados en Aura son ficticios y el número 815 no existe, aún así la inquietud de ir en busca de esa legendaria vivienda siempre estuvo en mi lista de pendientes.

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No fueron pocas las veces que he pasado por Donceles, pero nunca lo había hecho con la intención expresa de buscar la casa de Aura, hasta que hace unos días decidí sacarme la espinita, tomar el metro e ir en busca de un destino largamente anhelado. Apenas puse un pie en la calle de Donceles me invadió una sensación de nostalgia.

“Te sorprenderá imaginar que alguien vive en la calle de Donceles. Siempre has creído que en viejo centro de la ciudad no vive nadie. Caminas con lentitud, tratando de distinguir el número 815 en este conglomerado de viejos palacios coloniales convertidos en talleres de reparación, relojerías, tiendas de zapatos y expendios de aguas frescas”.

Entre libros y recuerdos

Si entramos a Donceles desde Eje Central Lázaro Cardenas una de las primeras cosas con las que nos encontramos es con La Casona de Aura, una librería de viejo ubicada en el número 12 de esta calle que hace alusión a la novela de Fuentes, y donde por cerca de media hora me perdí entre cientos de libros donde seguramente hay escondidas varías joyas literarias.

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A partir de ahí la los libros y la sensación de abandono van de la mano. Pase el Teatro Fru Fru y me topé con más librerías de viejo que seguro son el paraíso para los coleccionista. El olor de los ejemplares añejados de esos locales ayuda a transportarnos décadas atrás.

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¿Donceles 815?

Seguí caminando y con un poco de decepción noté que cuadras adelante la calle de Donceles cambia su nombre a Justo Sierra y la numeración se pierde, por lo que en efecto el número 815 no existe. Aún así el propio Fuentes en la novela nos da una clave sobre la probable ubicación de la casa, al señalar que los números de aquella calle habían sido cambiados:

“Las nomenclaturas han sido revisadas, superpuestas, confundidas. El 13 junto al 200, el antiguo azulejo numerado -47- encima de la nueva advertencia pintada con tiza: ahora 924”

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Y es cierto, aunque en su mayoría los números de Donceles actualmente siguen un patrón coherente, hay varias edificaciones en las que aún se conservan sus anteriores números. En una de las primeras páginas de Aura se menciona:

“Levantaras la mirada a los segundos pisos: allí nada cambia. Las sinfonolas no perturban, las luces de mercurio no iluminan, las baratijas expuestas no adornan ese segundo rostro de los edificios. Unidad del tezontle, los nichos con sus santos truncos coronados de palomas, la piedra labrada de barroco mexicano, los balcones de celosía, las troneras y los canales de lamina, las gárgolas de arenisca.

Las ventanas ensombrecidas por largas cortinas verdosas: esa ventana de la cual se retira alguien en cuanto tu la miras, miras la portada de vides caprichosas, bajas la mirada al zaguán despintado y descubres 815, antes 69”.

¿Y si en realidad ese 69 esconde el verdadero paradero de la casa de Aura? Ansioso me puse a buscar ese número esperando dar con alguna puerta vieja con la manija de un perro o algo que me asociara, aunque sea de forma lejana, con la novela de Fuentes. Entonces di con el número 69 y me topé con un par de locales comerciales que nada tenían que ver con el mítico hogar de Aura.

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En silencio comencé a reprocharme por ir tras un imposible. Dicen que nunca debes ir en busca del escritor de una novela que te haya cautivado pues corres el riesgo de decepcionarte, algo similar puede pasar si te encuentras con el escenario donde transcurre un acontecimiento literario. Estaba por marcharme cuando me di cuenta de lo ciego que fui, y es que en mi obsesión por dar con una casona antigua en particular, no me percaté de que todo Donceles está lleno de edificaciones enigmáticas como la que buscaba.

Aura, la presencia invisible

Empecé a mirar con atención aquellas construcciones centenarias, sus viejas ventanas con vidrios rotos, pesadas puertas de madera y la permanente sensación de descuido. Para mi sorpresa un par de esas puertas se abrían con sólo empujarlas.

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No sé de dónde saqué la decisión para adentrarme en ellas y encontrarme con pasillos casi en la penumbra, cargadas de un aire espeso y un ambiente frío -a pesar de que en el exterior la temperatura era cercana a los 30 grados-. Escaleras, más puertas, ventanas y un silencio sepulcral. Alguna oficina vieja, cuartos que parecen deshabitados de no ser porque alguna planta o adorno anuncia lo contrario, objetos viejos que parecen olvidados y cubiertos de polvo y algún gato que a lo lejos atraviesa corriendo un patio.

Y sobre todo aquello reinaba la percepción de sentirme observado, incomodo, como si al mismo tiempo experimentara la misma dualidad entre fascinación y miedo que invadía a Felipe Montero cuando estaba con Aura y su tía.

Salí de una de esas edificaciones sintiendo que volvía de un viaje lejano, como si lo experimentado segundos antes hubiera ocurrido en un sueño. De mi mochila saqué mi viejo ejemplar de Aura y sonreí, ahora me sentía aún más apegado a esta novela.

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* * * * *

Mientras regresaba a casa supe que en la calle de Donceles todo el tiempo se transpira el espíritu de esta novela, que el mundo literario y de ficción de alguna forma moldearon el ambiente de esas cuadras entrañables haciéndolas parte del mito. Librerías de viejo, casas casi abandonadas y ancianas asomadas en ventanas opacas por el polvo acumulado de años, todo eso y más coexiste en este sitio.

Fui tras el rastro de Aura, y logre encontrarla. Sigue ahí, refugiada en lo más profundo de una de las calles más viejas de la Ciudad de México…

Por @gabrielrevelo

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