El pasado lunes 18 de octubre, se celebró el Día de la Escritora, una fecha de reciente creación para reconocer la labor de las mujeres dentro de la literatura y el mundo editorial. ACÁ les contamos más sobre esta celebración. La razón está detrás de que las mujeres han s ido menospreciadas en la escritura.

Si eras mujer en la mitad del siglo XIX, escribir era un desprestigio. El canon de la época implicaba para nosotras, cumplir con un rol de cuidado de los niños, el hogar y la limpieza de la casa. Si una mujer escapaba de este rol preestablecido y mostraba interés como escritora (o cualquier otra profesión), era condenada socialmente.

Día de la Escritora y no del escritor: ¿Qué es y por qué se celebra?
Mujer en una feria de libros / Foto: Getty Images

Aunque nos queda un largo camino por recorrer, las mujeres de hoy, por lo menos, no tenemos que ocultar nuestro nombre al escribir. Pero esto no siempre fue así. Antes,  ponerle tu nombre a un libro no era cosa de mujeres. De hecho, algunos libros que se consideran grandes obras en la literatura universal, fueron escritos de manera anónima, o bien, por mujeres que utilizaron un sudónimo masculino.

¿La razón? Era la única manera en la que podrían ser publicadas. Aquí algunos de los casos más destacados y de los que tenemos conocimiento:

Amantine Aurore Dupin

Amantine Aurore Dupin fue una de las autoras más prolíficas del siglo XIX. Su obra fue alabada por el mismísimo Fiódor Dostoiévski… pero esto fue pensando en que se trataba de un autor llamado George Sand.

Estamos hablando de Francia en una de las épocas más grandes para la literatura donde “George” escribió un centenar de títulos que van desde novelas, críticas literarias y textos políticos. Se dice que estos fueron escritos a altas horas de la noche después de cumplir con sus obligaciones de ama de casa.

Aurore Dupin
Aurore Dupin / Foto: Getty Images

Las hermanas Brontë

Quizá el nombre de las hermanas Charlotte, Anne y Emily Brontë, no te suene. Y esto es porque su trabajo se hizo popular a partir de que escribieron sus obras bajo el nombre de Currer, Ellis y Acton Bell. 

Estas tres hermanas, publicaron al principio sus escritos juntas para conseguir dinero con ello.  Sin embargo, después comenzaron a publicar sus novelas por separado, convirtiéndose la novela de Emily un gran clásico de la literatura inglesa. ¿Cuál es el nombre de la obra? Cumbres borrascosas, ni más ni menos.

Anne, Emily y Charlotte Brontë
Las hermanas Anne, Emily y Charlotte Brontë / Foto: Getty images

Mary Ann Evans

Mary Ann Evans fue George Eliot, considerado uno de los mejores escritores de su época. Escribió siete novelas; pero además, destacó como ensayista, traductora y editora. Su reconocimiento llegó en vida, pero también ha sido aclamada en la actualidad.

¿Por qué lo decimos? Durante una encuesta de autores de 2007 realizada por Time, una de sus novelas Middlemarch fue votada como la décima obra literaria más grande jamás escrita.

Mary Ann Evans
Mary Ann Evans / Getty Images

Karen Blixen

Karen Blixen fue mundialmente reconocida por Memorias de África, publicado en 1937 bajo el seudónimo de Isak Dinensen. Ernest Hemingway dijo que se hubiera sentido muy feliz si el Nobel de Literatura se lo hubieran entregado a Isak. Sólo como daro curioso, este libro inspiró la película protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford. 

Karen Blixen
Karen Blixen / Foto: Getty Images

Catherine Nichols

En 2015 la escritora Catherine Nichols,  con el objetivo de probar el sexismo en la literatura, envió su obra a agentes literarios con el nombre de George. La autora recibió 17 respuestas positivas de 50 envíos. Después usó su nombre real y recibió 2 respuestas positivas de 50 envíos de la misma obra. Incluso, en un caso con el mismo agente que rechazó su novela cuando la envió como mujer, pidió a “George” que le enviara la novela entera.

Desde siempre las mujeres se han negado a permanecer en silencio a pesar de las cirucnstancias sociales y culturales para dar nuestra versión del mundo. Por eso, ahora nos toca narrarnos a nosotras mismas y transformar la realidad que dicen que habitamos, pero que en realidad, el arquitecto era un hombre hasta hace poco.

Por: Graciela Sandoval

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