Este artículo se publicó originalmente en septiembre de 2015, como parte de nuestro Proyecto Mexicanos Chingones, cuyo fin es dar a conocer iniciativas de emprendedores nacionales.
Desgraciadamente, en octubre de 2016 han surgido señalamientos contra Miguel ‘Mick’ Islas, creador de Kangou y sujeto central de este reportaje, a causa de un presunto fraude en otro proyecto organizado por crowdfunding.
La idea de hacer una sección como Mexicanos Chingones es hablar justamente de aquellos personajes que están trascendiendo en sus respectivas ideas. En su momento, Kangou parecía ser una de ellas. Encontrarme un año después con las acusaciones por fraude contra Mick Islas me sorprende, indigna y bajonea. No sólo por el timo que significa esto, sino porque si hay algo que NO necesitan los emprendedores y el crowdfounding en Mexico es justamente a este tipo de personajes.
Sopitas

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#MexicanosChingones, es la sección de Sopitas.com, creada para reconocer la pasión y entrega de aquellos compatriotas que con mucho empeño han logrado poco a poco, convertirse en un ejemplo y fuente de inspiración para aquellas personas que aún no se han atrevido a cumplir, lo que sólo se logra con tres palabras: trabajo, disciplina e ingenio.

En esta ocasión les traemos la historia de Miguel Islas, a quién sus cuates cariñosamente llaman Mike, cofundador de Kangou, una startup para realizar envíos y entregas a domicilio en bicicleta.

La historia de Mike Islas

La primera impresión que tuve al conocer a Mike, es que estaba ante un chavo relajado con el cual podría irme a echar unas chelas y pasar platicando horas. No me equivoqué, fueron cerca las de dos horas que estuvimos charlando y así pude conocer un poco más de su muy peculiar forma de ver la vida.

Con un curioso tatuaje que deja claro su amor por las bicicletas, Mike Islas se define como un ciclista urbano interesado en mejorar la movilidad de las ciudades por medio de la economía colaborativa, y así mejorar la vida de las personas. Precisamente todo eso engloba Kangou. Sin embargo, llegar hasta ese punto no fue fácil.

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En la secundaria Mike era un estudiante relajiento pero con buenos resultados. Todo iba bien hasta que entró al Tec para estudiar la prepa y como el mismo dice, le ganó el desmadre y los amigos. Después pasó por varias prepas abiertas con resultados poco afortunados.

“Mi papá me dijo ‘no quieres estudiar, no te voy a pagar para que estés echando desmadre, ponte a trabajar’. Él tenía taxis y me decía ‘ahí hay un taxi, ponte a chambear y si quieres hacerlo, tiene que ser antes de las 10 de la mañana porque a esa hora empiezan los operativos’. En ese entonces tenía 16 años y no podía tener tarjetón. Por eso tenía que pararme a las cuatro de la mañana para manejar el taxi seis horas y sacar unos 500 o 600 pesos, que ni siquiera eran para nada bueno, pues mientras mis amigos estaban en la escuela, yo ganaba varo y los veía saliendo de la escuela para irnos a echar desmadre”.

Después Mike tomó unas pequeñas vacaciones de dos meses en Canadá y regresó a seguir en la fiesta. De vez en cuando emprendía algún negocio, aunque siempre en pequeña escala.

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No obstante, Mike se hartó de llevar una vida que únicamente girara entorno a las fiestas y al alcohol y regresó a Canadá ahora como inmigrante.

“En México ya estaba hasta la madre del alcohol y el desmadre. No era feliz realmente, entonces me fui a desconectar a Canadá pero ahora ahora no dos meses, sino lo que que aguantara. Me fui con 5 mil pesos que junté de un día para otro. Allá aprendí un chingo, fue mi ‘ubícate cabrón, eres un pinche niño y no porque ganes 600 pesos o mil pesos al día y te los gastas en chupe eres alguien’.

Mi plan era quedarme un buen tiempo en Canadá, yo vivía feliz en el Primer Mundo, tranquilo y feliz, sin la necesidad de ser alguien exitoso”.

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Si bien Mike no tenía la menor intención de regresar a México, cuando su abuela enfermó de cáncer decidió dejarlo todo y regresar para cuidarla.

“Sin querer me avisan, no querían que me enterara porque tenía una relación muy fuerte con ella. Al otro día volé a México y la fui a ver. Al parecer estaba muy mal y regresé a despedirme de ella pues le daban tres meses de vida, aunque afortunadamente duró dos años más. Ella era como mi mamá, entonces esos dos años viví entregado a ella, no estuve en el desmadre sino enfocado en cuidarla”.

Cuando falleció su abuela, Mike nuevamente tuvo que encontrar la manera de encausar su vida. Su papá le puso un ultimátum: Te pago un diplomado en el ITAM o te regresas a Canadá.

Eligió la primera opción y así, diariamente iba en bicicleta desde Aragón (que es donde vivían sus papás) hasta el ITAM. En este trayecto diario de casi 30 kilómetros reafirmó su amor por este medio de transporte y tuvo la idea de la que surgiría Kangou.

“En el trayecto se me empezaban a ocurrir un chingo de cosas, como ‘si voy de camino, porque no puedo pasar a comprar algo si alguien lo quiere’. Comencé a buscar las mensajerías de la ciudad que ya llevaban más tiempo para formar parte de ellas, pero para integrarme a sus filas debía pasar varias pruebas burocráticas para confirmar que sé andar bien en bici, y otros grupos de ciclistas era demasiado cerrados.

Dije ‘ni modo, si no quieren hacerlo ustedes que ya tienen una cierta infraestructura, pues yo lo hago’ y así comencé a desarrollar la idea de este negocio”.

Y así, en septiembre de 2013 Mike cofundó Kangou junto con Marco Chávez, quien se encargaría del desarrollo tecnológico del proyecto.

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¿Qué es Kangou?

En palabras simples, Kangou es un servicio de entregas y compras locales en cualquier ciudad del país por medio de aplicaciones móviles y de un sitio web. Este servicio puede usarse por comercios, negocios e-commerce, empresas de cualquier tamaño, emprendedores y personas comunes.

“Tecnológicamente es lo mismo que Uber, cualquier negocio puede ofrecer entregas locales en minutos a sus clientes, de esta forma apoyamos también a la economía local”.

La idea es simple: Generar una red de kangous, quienes operan en el área en la que estas personas normalmente se mueven, y que atienden a las demandas de envíos que se encuentran cerca de ellos, generando así un acercamiento entre ellos y la reactivación de los comercios cercanos.

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Las dificultades para comenzar

Mike afirma que iniciar Kangou no fue fácil. Mencionó que por ejemplo, en Estados Unidos, es más sencillo que negocios así funcionen porque es más fácil levantar dinero.

“Aquí en México me ha costado mucho trabajo levantar lana porque no tengo el perfil que buscan los inversionistas, no soy alguien que haya estudiado o que venga de un corporativo. Soy autodidacta chingándole y emprendiéndole desde morro.

Cuando me metí al diplomado es porque ya necesitaba hacer algo, llevaba 10, 12 años de experiencia, trabajando y haciendo proyectitos y business. Me dije ‘ok, ya tengo la experiencia, necesito aterrizarla y estructurarla con la parte de escuela que me falta’.

Así comencé a ver otras formas de negocio, aunque en ese entonces mi modelo de negocio no era nada viable, mis profesores me decían ‘no hay manera de que nadie confíe en un un pinche hippie ciclista, y que le de un iPhone u otro objeto para que lo entregue en una oficina.

Mi respuesta era muy simple ‘si le das tus productos a DHL y confías en ellos porque es una marca, al final del día se lo estás entregando a cualquier persona que llega a recoger tus cosas. Al final tampoco los conoces, tienes que confiar en una marca’.

Esa fue la talacha que fuimos haciendo. La marca y el logo ya lo teníamos”.

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Kangou como proyecto de vida

Así, con mucho trabajo y paciencia se empezó a posicionar la marca. Aunque sin duda, uno de los puntos que hicieron que su idea funcionaran fue el cambio de mentalidad que tuvo con los años.

Tiempo atrás Mike se había asociado con su papá y juntos abrieron varias franquicias de distintos negocios. Su papá era el legal y Mike el encargado de hacerlos funcionar y de fletarse cuando faltaba algún trabajador. En algunas trabajaba de 11 de la mañana a 11 de la noche.

“Le chingaba ahí todo el día. Tenía contacto directo con morritos de 18 años que estudian y los conocí realmente. Sí, era el dueño pero trabajaba ahí doce horas con estos chavitos de Ciudad Azteca, de estratos sociales más bajos. Si vives en Polanco no te enteras de esas cosas. Al final descubres que lo que ellos quieren es chambear.

Me iba bien pero era ¿a qué costo? estos güeyes me odiaban porque era el jefe hijo de puta que les descuenta todo, o que los corría si hacían mal una pizza, era ese maldito jefe capitalista. Y justo eso era lo que no quería ser y por eso cambie. Mi jefe me dijo ‘está chingón que te va bien en el dinero, pero tienes la mitad de mi edad y traes más estrés que yo, no me importa perder el dinero que está invertido en esos negocios, pero date un relax otra vez’. Así me volví nuevamente hippie”.

Usar la bicicleta lo hizo darse cuenta de lo importante que es respetar a los demás y darles su lugar.

“En muchos aspectos Kangou es mi filosofía de vida llevada a una marca: La movilidad, el respeto a las personas sin importar que sean ciclistas, conductores de auto o peatones. Por eso en Kangou evolucionamos y después de probar que el modelo era exitoso con ciclistas, ahora también tenemos a taxistas, choferes de Uber que hacen entregas con nosotros, amas de casa, etc”.

Uno de los principales intereses con Kangou, es que quienes trabajen ahí como mensajeros se sientan felices con lo que hacen.

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Generando fuentes de trabajo

Kangou no sólo le da trabajo a cientos de repartidores, sino que también genera un efecto positivo en dónde se ayuda a otros negocios a desarrollarse y se reactivan distintas zonas de la ciudad tanto comercial como socialmente.

“A lo mejor tu vecino está en su casa jugando Xbox y tiene tiempo de entregar esto que tu acabas de venderle a un cliente en otro lado. Entonces agarra su bici y su patineta, y sale a divertirse en la bici o parinando, pero con un beneficio económico, ambiental y de integración social”.

Supongamos que hay un negocio de hamburguesas que no cuenta con servicio a domicilio, pues Kangou puede llenar ese vacío, ayuda a que las ventas crezcan, a que el repartidor se relacione con sus vecinos y a que más negocios y más personas quieran formar parte de esta dinámica.

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Para funcionar correctamente, Kangou encuentra su combustible de un campo que aparentemente se encuentra en crisis laboral: El de los jóvenes que o están estudiando, o no encuentran trabajo.

Lo interesante es que cualquier persona con un smartphone puede hacer entregas y ganarse la vida haciendo lo que más le gusta. Su mayor fuerza laboral son los jóvenes de 18 a 30 años.

Integrarse al equipo de Kangou no es complicado, lo primero que debes hacer es descargar la aplicación Kangou Mensajero, que se encuentra en Google Play -y muy pronto en iOS-. Luego regístrate mediante una cuenta de Facebook o Gmail, llena un cuestionario con tus datos y sube una identificación oficial. Después pasarás por una verificación de datos en donde se comprobará que formas parte de la comunidad y que eres una persona confiable.

Con esto ya podrás comenzar a realizar entregas cuando estés disponible. De inicio un Kangou puede ganar más de 8 mil pesos mensuales haciendo 5 o 6 entregas al día, a la hora que él quiera, pues el servicio es 24/7. Después los ingresos pueden ser de hasta 30 mil pesos.

¿Cómo funciona?

Como vimos, Kangou funciona para las personas que tienen un negocio pero que no cuentan con un sistema de entregas, para aquellos que desean hacer o recibir un envío, y para quienes desean emplearse como kangous entregando paquetes.

Para usar el servicio sólo debes entrar a PideUnKangou.com y ahí especificar qué quieres recoger y en dónde. Inmediatamente recibes una notificación en la que puedes ver la ubicación del kangou que realizará la operación, desde que recoge el paquete hasta que lo entrega.

Para más información de Kangou puedes visitar su página web, su perfil de Facebook o su cuenta de Twitter.

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El futuro de Kangou

Actualmente son más de 1000 personas las que hacen entregas para Kangou, aunque su objetivo es tener 10 mil para cuando termine el 2015.

“Son jóvenes, es un mercado demasiado atractivo. Vemos que llegan los chavos humildes o que llevan un tiempo siendo ninis y no traen lana en la bolsa, entonces a la semana ya se compraron una mochila, unos jeans o algo para su smartphone, son consumidores, y es ahí donde se reactiva la economía y hasta podemos hacer convenios con otras marcas”.

El equipo de Mike no sólo se compone de Kangous, también cuenta con geógrafos y elementos de otras profesiones, quienes todo el tiempo evalúan distintos tipos de información para optimizar el servicio.  Aunque de momento están más enfocados en el Distrito Federal, ya han hecho entregas en Guadalajara, Puebla e incluso en Nueva York y Toronto.

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Sin duda, proyectos como Kangou son ampliamente beneficiosos para el país, pues lejos de generar formas de ingreso, generan una dinámica social positiva, de es que tanta falta nos hace hoy en día. Sin duda, Mike Islas es un mexicano chingón.

Por @gabrielrevelo

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