Madonna es una de las mujeres más complejas pues, su música, ha ido mutando conforme a las tendencias de los géneros. Hoy es considerada como una de las artistas que hizo historia —no por nada se le considera “la reina del pop”—. Sin embargo, para lograr estar en esta postura recorrió un largo camino, se renovó, reinventó, buscó a su manera hacer un statement no solo en la música, sino también en la moda y el arte mismo.

De ahí es que en 1989 lanzó “Like a Prayer”, un single que se desprende de su disco homónimo —el cuarto en su carrera—, y que no habla sobre una isla bonita, ser una chica material o perder la virginidad, sino más bien, se centra en la religión, uno de los temas más delicados y que para esa época resultaba prácticamente un sacrilegio siquiera ponerlo sobre la mesa.

Entonces, con un disco cuyos elementos van desde el funk, dance, góspel y soul, Madonna incluye ciertos vestigios de la raza afroamericana y se pregunta: ¿Qué pasa si me llegara a enamorar de alguien “prohibido”?¿qué pasa si me enamoro de alguien que pertenece a la iglesia? O mejor dicho, ¿qué pasa si evidencio el maltrato que sufren los afroamericanos y las injusticias sociales y políticas en Estados Unidos?

Para acompañar la canción salió un video que conlleva ciertos guiños al erotismo y sexualidad. A partir de ese momento, las cruces se convirtieron en la insignia que la reina del pop usaría en todo momento no como una referencia a la religión, sino como un accesorio que más tarde todos pasarían a copiar.

Dirigido por Mary Lambert, en el clip de “Like a Prayer” vemos a una Madonna vestida de negro portando un collar con dije de cruz. Ella, una mujer atormentada, ve cómo los blancos supremacistas asesinan a una mujer y después, arrestan a un hombre afroamericano. Entonces ella se refugia en una iglesia para comenzar a “rezar” y es ahí cuando aparece un santo negro con un ramo de rosas y un cuchillo. De él comienzan a salir algunas lágrimas para luego cobrar vida, le da un beso en la frente y sale de la iglesia. En ese momento ocurre el intento de asalto-violación y, cuando el hombre ayuda a la joven, los delincuentes huyen, la policía piensa que él es el culpable y lo llevan a la cárcel.

¿Y qué fue lo que molestó e incomodó a la iglesia? Simple: a ellos no les parecía que Madonna utilizara a la religión como un escaparate para mostrar a la policía norteamericana atormentando a los negros. La polémica fue tal que el Vaticano (específicamente el Papa Juan Pablo II) “atacó” directamente a Madonna luego de la publicación del video y de la aparición de éste en un comercial de Pepsi.

Pero seamos realistas. El problema ha continuado por los años. La libertad de expresión incrementó pero no la represión. Han pasado 30 años desde que una de las artistas más famosas de su época —y de la historia de la música— decidió mezclar la religión y la política con el erotismo y la crítica. A la iglesia le incomodó el alcance y la mediatización de situaciones crueles y realistas.

Hace 30 años lancé el video de ‘Like a Prayer’ que causó tanta controversia porque besé a un santo negro y bailé en frente de cruces quemándose. También hice un comercial con Pepsi que fue bloqueado porque parecía inapropiado. ¡Feliz cumpleaños a mí y a la controversia!”, escribe Madonna a través de sus redes sociales y hoy no puede ser más celebrado.

El arte puede ser transgresor, irreverente, pero también puede ser el reflejo de la realidad. Spike Lee nos lo mostró claramente en BlackKklansman, una película cuyo final resulta tan incómodo como certero y mordaz. Madonna lo hizo hace 30 años y fue reprimida, pero no detenida. Tal vez el mundo necesite más de eso, de una verdad sin filtros.

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