Por Karen Villeda

La escritora neoyorkina Nicole Krauss fue una niña prodigio. Comenzó a escribir poemas a los 14 años y, mientras estudiaba en Standford, tuvo de mentor a Joseph Brodsky. A su primera novela, Llega un hombre y dice, publicada en 2002 cuando tenía 27 años, no le fue nada mal ya que Susan Sontag era su fan.

Krauss se consolidó a nivel internacional con la publicación de La historia del amor, traducida a más de treinta y cinco idiomas y elogiada por el Premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee, quien dijo que era un libro “tierno, fascinante, original”. Su tercera novela, La gran casa, es la historia de un escritorio de 19 cajones, que supuestamente perteneció a Federico García Lorca:

“Pero, verá, el escritorio no es como los demás muebles. (…) Había momentos en que la senda desembocaba en un punto muerto. O ni siquiera empezaba. Las cosas no duran para siempre”.

Es este mueble el que une a cuatro personajes: la escritora Nadia, Aaron, un anciano de Israel, el londinense Arthur Bender e Izzy, una estudiante de Oxford.

¿De qué se trata?

En la primera parte, “Todos en pie”, Nadia, volcada completamente en su oficio, narra ante un juez la historia de Daniel Varsky, un poeta chileno víctima del régimen de Pinochet. El poeta, precisamente, le deja el escritorio bajo su cuidado durante veinticinco años. La escritora habla acerca de sus relaciones frustradas, la muerte de su progenitor y sus pérdidas personales:

“Sí, una carencia de efecto, derivada de una carencia espiritual. Es la mejor descripción que se me ocurre, señoría. Y si bien he logrado mantenerla oculta durante años, contrarrestando la aparición de cierta anemia vital con la excusa de otro nivel de existencia más profundo en mi trabajo, de pronto descubrí que no podía seguir haciéndolo”.

La segunda historia, “Bondad verdadera”, está enmarcada en el conflicto árabe-israelí y pertenece a Aaron, recién enviudado, quien no ha visto a su hijo Dov en más de veinte años debido a sus caracteres incompatibles como sugiere el monologo del hombre de la tercera edad:

“Un chico raro, que desde el primer momento creció hacia dentro. A veces, cuando te formulábamos una pregunta, teníamos que esperar medio día para obtener respuesta. No fuera a ser que contestaras sin pensar, sin haberte asegurado primero de que de tus labios sólo salía la verdad y nada más que la verdad. Para cuando llegaba la respuesta, nadie se acordaba ya de qué estabas hablando”.

En “Aguas profundas”, que es la tercera sección, el profesor universitario Arthur Bender reconstruye la vida de su fallecida esposa, Lotte Berg, que padecía Alzheimer. El Holocausto es un tema central en esta parte de la novela:

“Sí, Lotte era un misterio para mí, pero un misterio en cuyos vericuetos me las arreglaba para no perderme. Era la única de sus hermanos que seguía viviendo con los padres cuando las SS llamaron a su puerta aquella noche de octubre de 1938 y se los llevaron junto con otros judíos polacos”.

Es en la cuarta parte, “Mentiras que cuentan los niños/Weisz”, Izzy se enamora de Yoav durante la universidad. Después Leah, la hermana de Yoav, le pide a Izzy que vaya a Jerusalén a encontrarse con Yoav. Ambos son hijos de George Weisz, un anticuario cuya misión es hallar los objetos robados por los nazis a los judíos:

“El padre de ambos aparecía en sus narraciones como una figura apenas esbozada, como si dibujándolo con precisión se arriesgaran a que se emborronada y eclipsara todo lo demás, incluidos ellos”.  

¿Por qué leerla?

Escribir después de un best seller debe ser una batalla difícil, sin embargo, Nicole Krauss salió ilesa. La gran casa, finalista del National Book Award en 2010, se caracteriza por su no linealidad y, si bien la trama, que es bastante enigmática, nos remite al género policiaco, este libro es mucho más que eso.

Nicole Krauss nos muestra las piezas de un rompecabezas para ser armado perfectamente al final. Este ensamble está trazado en el dolor y la amargura. Con una gran sensibilidad y maestría narrativa, Nicole Krauss ahonda en cada una de las voces que comprenden la novela. Éstas, que son distintas entre sí, son marcadas por la confrontación. También es, hasta el momento, el libro más personal de Nicole Krauss.

“La vida se vuelve más personal, más rica, más compleja, más profunda y el libro tiene que convertirse en eso para encajar con la vida”, ha afirmado la misma Krauss.

A lo largo de la lectura de La gran casa, se revelan las mayores debilidades de los personajes, quienes viajan hacia el interior de sí mismos para enfrentarse a lo que son. Esas debilidades también son las nuestras porque la novela es sobre el sufrimiento humano. Nicole Krauss nos abre las puertas de La gran casa para hacernos un planteamiento vital: ¿es el pasado (esa conjunción de historia, memoria y herencia) donde se encuentra nuestra verdadera identidad? ¿Es que estamos hechos solamente de nuestras pérdidas?

“Vives perdida en tu propio mundo, Nadia, y en las cosas que pasan en él, y has cerrado todas las puertas (…). Ya no puedo acercarme a ti. Hubo un tiempo en que sí podía, pero ya no, hace mucho que no. Y tú no pareces tener el menor interés por acercarte a mí. Me siento más solo contigo que con cualquier otra persona, más incluso que cuando voy solo por la calle. ¿Te imaginas lo que es eso?”.

Nicole Krauss, La gran casa, Ediciones Salamandra.

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Karen Villeda es escritora. Ha publicado un par de libros para niños, uno de ensayos y cuatro poemarios. En 2015 participó en el Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa. En POETronicA (www.poetronica.net) explora la relación entre poesía y multimedia. (Ah, y tiene un gato llamado León Tolstói.)

Twitter: @KarenVilleda

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