Netflix quiere meter sus tentáculos en todos los lugares que pueda (chiste de hentai). Por eso ha invertido en producciones originales de anime, para encontrar en todos los nichos posibles del internet consumidores dispuestos a pagar. Y la expansión de Netflix hacia otros campos no sólo va para los clavados; quiere atrapar el ojo de quien sea que se dé una vuelta en las pestañas de contenido original.

Póster oficial Devilman CryBaby

En mi caso, no soy ni de cerca fanático del anime. Me gustan algunas cosas, pero es un mundo tan amplio que necesitaría tener un avatar viendo programas todo el día para poder abarcarlo todo. Así que estoy seguro que los más fans encontrarán en Devilman Crybaby muchas referencias a animes como Attack on Titan o Berserk o el manga Uzumaki, pero para un neófito como yo, al que Devilman le apareció en sus sugerencias porque vi el anime de Castlevania, esta serie me tuvo en un creciente “¿QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO?”.

El sexo y la violencia son lugares comunes en algunos mangas, pero el sexo grotesco y la violencia desmedida de esta serie son algo nuevo para alguien que viene de ver Godzilla (la serie de Netflix con el monstruo más grande de la saga). El estado medianamente drogado en el que te mantiene Devilman se deriva de sus visuales impresionantes, su trama envolvente y que cada vez se pone más y más oscuro y sangriento y que los personajes kawaii y espeluznantes conviven en cada cuadro.

La premisa es básica: se trata de demonios contra humanos. El giro, uno que Eren Jaeger conoce muy bien en Titan, es que un humano logra derrotar al demonio que lo está tratando de poseer, convirtiéndose en algo distinto: un Devilman, con la fuerza suficiente para destruir a los monstruos que están invadiendo la Tierra, pero con el corazón de un hombre. Todo esto en el marco de la preparatoria, en lo que sin duda debe ser una alusión a la adolescencia, a los cambios corporales y a la calentura.

Todo el relato, contado de forma muy ágil en una sola temporada de 10 capítulos de como 25 minutos cada uno, escala a lugares muy apocalípticos y deprimentes, sobre lo que significa ser humano, el bien y el mal, los prejuicios y la soledad, para terminar con esa nota en un momento de lágrima que hace justicia a la parte de Crybaby del nombre.

Definitivamente no es un anime para cualquiera, sobre todo por la violencia visual que te ataca seguido, pero una vez que superas esos ataques, y si la exposición sexual de adolescentes masturbatorios no te espanta, no puedes dejar de ver qué demonios, literalmente, está pasando. Además, el tema musical ha inspirado un. Millón. De. Memes.

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