Contrario a lo que muchos piensan, no todas las lluvias son buenas… ¿lo decimos por las inundaciones bíblicas de la CDMX cada que se deja sentir el dios Tláloc? No, sino por lo que ocurre en el desierto de Atacama, en Chile, donde las precipitaciones han provocado la muerte de miles de millones de seres vivos.

Después de casi 500 años, las lluvias se han vuelto a presentar en el desierto de Atacama… pero no cualquier tipo de lluvia, seguramente en cinco siglos algún chipi chipi se ha dejado sentir en la árida región, sino lluvias significativas. Y, contrario a la creencia de que donde hay agua hay vida, en la referida zona chilena se ha detectado que el vital líquido “es perjudicial para la mayoría de las especies microbianas del suelo superficial, que están exquisitamente adaptadas para sobrevivir con escasas cantidades de agua líquida”.

Lo anterior es señalado por Investigadores del Centro de Astrobiología de España, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, quienes aclaran que no sólo es la presencia del agua lo que le ha dado en la torre a las formas de vida desérticas… pero sí han permitido las condiciones para que esto ocurra: las precipitaciones dieron lugar a “la formación de lagunas hipersalinas no registradas previamente, que han durado varios meses”.

En resumen, la forma de vida que se presenta en el desierto de Atacama, comprendida principalmente por microbios, está muriendo por las fuertes lluvias que se han registrado en la zona en los últimos tres años. Y quizás ni siquiera han sido tan fuertes… sin embargo, para una región que había permanecido hiperárida durante millones de años, lluvias consideradas “normales” han sido suficientes para extinguir la vida que no está a la vista del ojo humano.

Desierto de Atacama, Chile
Foto: Carlos González / Twitter

Según el científico Alberto G. Fairén, la abundancia repentina de agua ha provocado una extinción del 85% de los microorganismos autóctonos del desierto de Atacama. “estaban perfectamente adaptados a vivir bajo condiciones de extrema sequedad y optimizados para la extracción de la escasa humedad de su entorno, han sido incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones de súbita inundación y han muerto por exceso de agua”.

Los apuntes que los especialistas han hecho sobre las afectaciones que las lluvias han provocado en Atacama fueron dados a conocer esta semana en la revista Scientific Reports, donde se indica que en el desierto ubicado al norte de Chile llueve tan poco que su precipitación media anual ronda los cuatro milímetros por metro cuadrado… casi nada en comparación con lo que ocurre en la capital chilena de Santiago, donde se alcanzan los 359 milímetros.

Y si ya lo supusieron, lo hicieron bien. Los especialistas vinculas las irregulares lluvias que se han presentado en Atacama con el cambio climático. Resaltan con especial atención tres sorprendentes episodios meteorológicos: los de marzo y junio de 2015 y uno ocurrido el año pasado, el 7 de junio de 2017, cuando volvió a llover y “por primera vez desde que hay registros, se formaron lagunas efímeras”.

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